Este segundo episodio llega muy marcado por algo tan radiofónico como el silencio. Pero también se habla de la delicuescencia de la vida y de cosas muy principales como podréis escuchar. Javier Cansado se traslada al siglo XIII, desde su modestia, y charla sobre las invasiones de Japón por parte de los mongoles. Cuenta muchas cosas de Gengis Kan, gran conquistador de tierras y de mujeres del que se dice que podría tener 200 millones descendientes. Un hombre que, hoy en día, se completaría el Risk en dos tardes… Bueno, y el Tinder. Y Rodrigo Cortés habla de Jesucristo Superstar. Se pone una diadema de flores, una túnica y se pasea por los evangelios sinópticos como por su casa mientras canta: “Todos los problemas se sumergen”. Todo ello conducido -y a veces bailado- por Arturo González-Campos. ¿Y Juan Gómez-Jurado? De Juan podemos decir que estuvo a punto de callarse… No descartamos que lo haga en el programa 3.
Juan Gómez – Jurado trae un tema ligerito, fresquito y alegre: las muertes blandas (que no blancas, ojo). La importancia de las patatas en el contexto histórico del erudito británico Malthus y su Ensayo sobre el principio de la población (1978) y el bullying que se le hacía a los irlandeses… pero antes, ya no. Bueno, un poco. Siguiendo la alegre línea de las muertes, Javier Cansado propone un macabro a la par que musical juego en el que votarán al mejor rockero de la historia basándose, en primer lugar, en su música; y en segundo, en la forma en que murió. Podéis jugar en vuestras casas. Rodrigo Cortés nos habla de Scorsese, de “Jo, que noche” (1985) y de uno de los planos más alucinantes de la historia del cine.
El episodio 5 fue un podcast lleno de charla que pudimos disfrutar durante siete horas ininterrumpidas. Sabemos que lo flipásteis muy fuerte pero que, sobre todo seguís flipándolo con la numeración de los podcasts. Es cierto que es un tema que llevábamos evitando todo este tiempo pero, no os preocupéis porque en este episodio Rodrigo resuelve por fin todas vuestras dudas. Además, el director de ‘Blackwood‘ nos lleva a un viaje musical retrospectivo que empieza con unas bonitísimas marimbas hasta llegar al laúd. empieza con aquel ‘You’re so cool’ que compuso Hans Zimmer para la película ‘True Romance’ y acaba… tendrás que hacer ese viaje para saberlo. Javier Cansado a son de jazz nos habla, por lo que sea, de Nicole Girard-Mangin. Una señora médica que ejerció como tal durante la Primera Guerra Mundial y que resultó ser una de las primeras mujeres al frente de una batalla. Y Juan Gómez-Jurado hará unos cuantos minutos de silencio porque-él-se-lo-busca-cada-vez y Arturo González-Campos invoca a los jóvenes millennials al son de “Ven Capitán Trueno, haz que gane el bueno”
Todo empieza mal pero luego empeora. A pocos minutos de empezar este podcast Juan Gómez-Jurado se gana a pulso sus cinco segundos de silencio y, a partir de este momento, todo va a peor. Javier Cansado se da cuenta de que sus compañeros le ignoran y hacen quedadas con merendola para ver ‘Wild Wild Country‘ y hablamos de El Rey Filetero. Juan Gómez – Jurado empieza la ronda de temas super interesantes del que jamás habréis escuchado y no entendemos por qué no se ha hablado de esto cuando es uno de los asuntos que más afecta a nuestra vida cotidiana del día a día en este siglo XXI y que siendo conocedores de esto igual dormiríamos más tranquilos… BIEN, se trata de: las guerras de bibliotecas en la guerra ptolemaica. Una historia con muchos rollos, espías y monedas de la época. Ignatius Farray aparece de la nada con una caja de plástico y vestido de futbolista. Él es el encargado de hablar de otro tema que también había estado silenciado hasta ahora, el asunto definitivo que separa y aleja a las Islas Canarias del resto de la Península: las chapas. El tema de las chapas se alarga tanto que sólo da tiempo para un tema más: el de Javier Cansado, que hace un “mimimimi” a toda la ciencia y habla de la homeopatía y de un médico del Imperio Austro-Húngaro que porta un gracioso bigotillo y una impecable bata blanca: Ignác Semmelweis. El doctor favorito de Javier. Y a partir de ahora, el nuestro también.
Juan Gómez – Jurado viene generososérrimo y reparte chito a diestro y siniestro: dos monedazas de plata de 100 pesetas de Francisco Franco del año 1966 y, para Javi, un ejemplar de moneda de Adriano de hace 1940 años. Empezamos fuertecito. Rodrigo Cortés, por alguna obsesión que igual tiene con los espacios cerrados y angustiosos, nos habla de una película que nos tuvo atrapados y asfixiados durante 82 minutos. Su director, Joel Schumacher es el creador de los pezones de Batman, además de otras pelis que le vuelven loco a Arturo González- Campos. Javier Cansado, haciendo trampas, gana al piedra-papel-tijera y nos trae a la maravillosa Billy Holiday y a algunas de las voces que más se asimilan a la cantante. No os esperéis escuchar a Sara Vaughan, Nina Simone o Etta James. Javi al pensar en Billy Holiday piensa en otros sonidos muy diferentes. Atentos al juego que tiene preparado. Para terminar, Juan Gómez- Jurado viene con Ásterix y Óbelix, un cómic que ha despertado pasiones por todo el mundo, ha sido traducida a 111 idiomas y tiene 350 millones de ejemplares vendidos a sus espaldas. Todo muy incoherente. Como debe ser.
En este último episodio de la primera temporada hablamos de la prenda que más preocupa a los españoles: Es útil, práctica, ligera pero a la vez muy difícil de llevar con dignidad. Arturo, Juan, Rodrigo y Javi debaten acaloradamente sobre este tema para ir preparando la lengua de cara a lo que viene después. Si notas que te estás haciendo viejo y gordo y estás preocupado por los kilitos que igual coges en agosto, no te preocupes que Javier Cansado nos trae una sección que te va a venir pintiparada: la medicina ayurveda. En castellano, conocimiento de la vida. Descubre qué doshas tienes para saber si eres Vata, Pitta y Kapha. Una cosa muy útil y que te va a servir para toda la vida. Juan Gómez – Jurado mantiene la temática “hablar acerca de palabras extrañas y que jamás hemos escuchado en la vida” para descubrirnos a Titivillus, el demonio culpable de que los manuscritos medievales tengan erratas y de que la gente confunda “a ver” con “haber”. Entre otros errores ortográficos imperdonables. Rodrigo Cortés pone banda sonora a este podcast con un peliculote del rey de la serie B, Roger Corman. La rodó en 10 días + 2 extras, no tuvo mucho éxito en su época pero es considerada hoy en día, como una de las grandes películas de culto. Se trata de ‘La tienda de los horrores’. Lo dejamos aquí, echaos bien de crema solar, aprovechad para poneros al día con los episodios impares y nos escuchamos después del verano.
¿Estáis a favor del superlativo “super”? ¿Sois más de “ísimo” o el “super”? ¿Sois más de prefijos o sufijos? ¿Por qué el hipermercado es más grande que el supermercado? Empezamos fuertecito después del verano con preguntas de análisis y reflexión para ir entrando en calor con los temas de este nuevo podcast: Aquí hay dragones, versión geriátrico. Javier Cansado nos trae la sorprende historia de Alberta Morgan, la abuela de un guionista de ‘The Tonight Show’ y que, además, por lo que sea, fue cantante. Todo un hilo de Twitter en formato sonoro en la que cada parte resulta más rocambolesca. Juan Gómez-Jurado habla de Sherlock Holmes. Un detective que, además de ser el más famoso de la historia, tuvo un día ajetreadillo con su mucama y los vecinos. Allí sólo faltaba Alberta Morgan. Rodrigo Cortés quiso hablarnos de camiones. Un camión que se pegó al escritor de Richard Matheson, que le persiguió durante una gran cantidad de millas hasta que acabaron derrapando al borde de una cuneta…. y este relato es, ni más ni menos, la premisa de una película muy requetefamosa.
En este programa vas a aprender cosas muy inútiles como a pronunciar correctamente Vladimir. Hemos tenido la suerte de “concernar” en nuestra mesa a Rodrigo Cortés, Juan Gómez Jurado, Arturo González-Campos y Javier Cansado, el cual ha descubierto, recientemente, la verdad fonética en una película de vikingos. El duelo de piedra, papel o tijera de este nuevo podcast se juega bajo las normas Tao y da paso directamente a la música de “Mocha” y el temazo de Javier Cansado: Magnicidios curiosos. Rodrigo Cortés suaviza el panorama para descubrirnos a un señor que igual, así de primeras, no sabéis quién es, pero cuyo sonido característico habéis escuchado mil veces en cualquier emisora de radio. Lanois is everywhere. Juan Gómez-Jurado tiene el honor de cerrar el programa con… ¡ratas! Un experimento espeluznante y una película de dibujos animados que provocó algunos traumitas a los niños de los 80. Y, por supuesto, a Juan también. Pocos traumas son los que le faltan al señor escritor. Prepárate a llenarte de conocimientos y decide después cuál te parece más inservible de todos.
Os advertimos de que en este programa la cordura se ha tomado unos días de asuntos propios. Arturo González-Campos abre el primer huevo del dragón con una idea revolucionaria que podría cambiar el piedra, papel y tijera para siempre –ahora que nos habíamos acostumbrado–. Su propuesta es razonada por todos y se llega a la conclusión de que es una mierda. Aunque lo que viene detrás es peor. Es decir, mejor. Es decir, lapislázuli. Nosotros nos entendemos. A Javier Cansado le gustan los concursos, y hoy nos propone uno que hará que abráis las orejas como un perrete. Ojos cerrados, prejuicios fuera y mucho soul en esta sección. Rodrigo Cortés nos habla (con música extraextradiegética de fondo) de una de las películas más famosas del señor que se pone de lado en cuanto ve que hace sombra. Oro parece, plata no es. Y lo que suena es fantástico (no la música, necesariamente), estad atentos y en tensión como una cuerda de cáñamo. Juan Gómez-Jurado, que casi siempre acaba el último (porque, si no, no acabaría), nos trae uno de esos temas con los que el creador de thrillers se pone hasta servilleta: «El envenenador filántropo». Un asunto chungo, sí, chunguito en realidad, ya lo veréis, que termina con un juanconsejito sobre la miel que os cambiará la vida para siempre, o para esta tarde, que tampoco hay que fliparse. Y recordad: mucho cuidado que… ¡Aquí hay dragones!
Bienvenidos de nuevo al programa de las cosas. Hoy Javier Cansado viene indignado. Como excepción. Pero se recupera enseguida al entrar a fondo en el tema «Treta y castigo en la mitología griega». Y al ilustrarlo con una canción que le viene pintiparada para hablar de Zeus, de lechugas y de incestos. Preparos para descubrir el veganismo mitológico y el helenismo hortícola. Y eso. Rodrigo Cortés habla de personas… que cantan. Y no os decimos nada más porque si no os haríamos espóiler, y para eso está ya ‘Juego de Tronos’. ¿Queríais concreción? ¡Pues no! ¡A escuchar el podcast! ¡Y a hacer una redacción luego! Juan Gómez-Jurado se viene arriba con el tema de sus compañeros y pasa, claro, algo estremecedor… Se pica. Hace un mix con los temas de Rodrigo y Javi y se marca un historión sobre un señor excepcional que odiaba cómo escribía Julio César. Por lo que sea. Por sus cosas. El tema se le va de las manos (a Juan) y acabamos todos bailando. Lo normal en estos casos. Así que recordad: mucho cuidado que… ¡Aquí hay dragones!
Ya está aquí. Ya ha llegado. Un nuevo episodio del programa más azaroso, con menos sentido, más adictivo de la historia. Reciente. Nuestra. Javier Cansado, con el truqui de sacar tijera siempre, vuelve a ser el encargado de arrancar, y lo hace generalizando a gusto, con esa varianza que Dios le ha dado, que lo contradice, en general, todo. Nos habla también de una canción que era preciosa antes del programa. ¿Cuál? ¡Escuchadla! ¡Haced algo vosotros! Rodrigo Cortés nos habla luego de una película recién estrenada, pero rodada hace cinco décadas, por un director que murió en 1985 (esta es, amigos, la magia del cine). Es más fácil lograrlo, por lo visto, si eres gordo y fumas puros. Y eres un genio. Y una leyenda del cine. De lo contrario, te toca estrenar estando vivo, y eso en un año bueno. Veréis cómo nos cuenta la historia nuestro director favorito. Vivo. Juan Gómez-Jurado recupera la figura del mayor perdedor de toda la historia, y no nos referimos a él mismo, que pierde, sí, al Piedra, papel y tijera, pero vende libros como otros churros. Nos referimos al otro, a aquel con el que crecimos, al dibujado, al que nos enseñó a ser unos losers, como nos enseñó que también hay personajes –no él: otros– que pueden resultar odiosos. No pienses más, sólo di: «Mec, mec» y que la ley de la gravedad haga el resto. Y recuerda: mucho ojo, que… ¡Aquí hay dragones!
Bienvenidos a la cueva del dragón: cueva nueva, dragón nuevo. «El programa de las cosas» muta hoy en episodio utilitario, muy práctico, bastante gratis. Muy bien. Ante el caos que amenaza con devorar el mundo en estos tiempos, Javier Cansado trae una idea innovadora para ordenarlo de nuevo; tiene que ver con vagones de metro y con gorros de Navidad y con cosas, y, sinceramente, no somos capaces de explicarlo, pero tampoco de imaginar en qué podría fallar. No contento con eso, Javi nos hace viajar en el espacio y el tiempo, al jueves 28 de junio, concretamente, de un año de hace mucho tiempo. Y nos cuenta una movida que involucró varios lugares, rollo Serbia, Bosnia, Rumanía, Chequia, Eslovaquia, parte de Bulgaria, parte de Rumanía… Un lío. Y un atentado. Y una conspiración. Lo mejor es que es «feeling Chachi», nosotros nos entendemos. Rodrigo Cortés se pone musical (¡yupi) con un niñato inglés y fascinante que toca todo lo que le dejan. Se hizo conocido cuando no abultaba nada, y sólo ha mejorado con el tiempo (que aún es poco, la verdad). Es tan genialmente genial que vais a tardar bien poco en amarle, y mucho menos en odiarle. Para amarle, claro, otra vez. ¡No olvidéis los auriculares, nada de poner el móvil sobre la lavadora! ¡A escuchar! Juan Gómez-Jurado nos cuenta la historia de un viaje muy de rebequita. Un relato terrorífico, con algún que otro barco y algo de nieve, que responderá preguntas tan importantes como: ¿En qué se diferencian el Ártico y el Antártico? ¿El hielo es mar helado, o al revés? ¿Andar rápido es correr? Juan siempre con esos datitos que nos son tan prácticos para el día a día… Insertaos bien esos auriculares que decíamos que teníais, exprimid cada minuto del podcast y saboread esas cositas tan sonoras que os metemos por la chimenea antes de que llegue Papá Noel. Porque nos vamos, sí, de vacaciones hasta que otro dragón ponga un huevo del tamaño de un salón. Recordad… ¡Aquí
Como reza el dicho popular: «Cuando el dragón vuela bajo, hace un frío del carajo». Lo que no nos ha impedido hacer bien nuestro trabajo. Aquí llega un nuevo programa, a tiro de yema de dedo. Basta con darle al play, ya lo verás, para que empiece a pasar de todo. Al principio, como siempre, nos entregamos a esas charlas que se nos hacen bola, hasta que lo regurgitamos todo y pasamos de inmediato (por arte de piedra, papel o tijera) a la historia que nos trae Rodrigo Cortés: ‘La invención de Mariano’, podríamos llamarla. Una historiaza. Empieza como un relato castellano con niño, un niño que pasa frío y supera enseguida a sus profesores, para acabar… donde menos te lo esperas. Te vas a caer de culo. Cuando Rodrigo acabe de darte todos los detalles, tendrás un tema para petarlo en cada reunión de amigos, de enemigos, de compañeros de trabajo, en cada Nochebuena. Para toda la vida. No te juegues la tuya, eso sí, como hace Javier Cansado con la suya en el segundo tema. Javi es un señor tan entregado a su labor (en este caso, la de ponernos a todos flamencos), que deja su alma en una bandeja, en el centro de la mesa, y se juega esa existencia que decíamos a que aprendamos lo que es un martinete. ¿Se le puede pedir más a un programa? Sí, se le puede pedir que Juan Gómez-Jurado nos hable de dentición decidua, ese temazo que tantas veces hemos querido sacar a colación sin que nadie quisiera escucharnos. Juan hace historia de la radio de nuevo, y, de nuevo, hablando de ratones. Vas a saber qué hacer con tus dientes, si viajas. Y hasta si no viajas. Conocerás por fin a alguien a quien has tenido más de una vez en la cama. Aunque ya no lo recuerdes. Tenemos, pues, curas, venenos, apellidos comunes…, nos resulta complicado imaginar temas mejores. Así que dale al play y vuela ya, porque… ¡Aquí hay dragones!
Charlar, charlar, volver a charlar… Bienvenidos a un nuevo programa de «Aquí hay dragones», bienvenidos otra vez a la apoteosis de la palabra innecesaria y de las cosas que no importan, pero que a nosotros nos importan. A lo mejor no es la mejor presentación que podemos hacer, pero a cambio es exacta. ¿No? Hoy nos jugamos nuestro honor al «Piedra, papel o tijera», que se resuelve al comprobar que, de honor, llevamos lo justo en el bolsillo. Y que la suerte se fabrica. Como todo. Precisamente de eso habla Javier Cansado, de la suerte. Pero de la élite, del podium de la potra, del trono de la fortuna. Es probable que no conozcas a una de las siete personas más suertudas de la historia, pero eso quedará solventado cuando viajes con Javi y su mano maestra (para la realización radiofónica) a los más remotos lugares del espacio y el tiempo y compruebes que a esa persona le tocó, a su manera, la lotería. Rodrigo Cortés interviene después con una sorpresa que gustará mucho a los más leales al cuarteto, y a cualquiera que tenga oídos. Se nota la emoción en la voz de Arturo González-Campos cuando Rodrigo le pide que sea él quien presente su sección. Lo que viene después podría llamarse «Los guapos también tocan», así que te aconsejamos que reserves tu ratito para escucharlo tranqui; nosotros hemos quemado ya las búsquedas de Spotify después pasar por las manos, siempre sabias, de Rodrigo. Acabamos, como casi siempre, con Juan Gómez-Jurado, que, como casi siempre, pierde, y anda hoy muy preocupado con las profilaxis más variadas. El escritor más exitoso de novelas de sudar ha entendido que determinadas experiencias pueden ser una bendición o uno de los momentos más tensos en la vida de un ser humano, y hace un recorrido histórico por las diferentes maneras de protegerse contra… cosas, cosas que a veces provocan escalofríos y taquicardias. Si no sabes a qué nos referimos, a lo mejor es que nunca lo has vivido, pero de eso
Bienvenidos a un nuevo Aquí Hay Dragones, el programa que puedes escuchar y también puedes no escuchar pero que nosotros recomendamos escuchar en lugar de no escuchar por aquello de que preferimos que lo escuches. No sé si ha quedado suficientemente claro. El aperitivo recomendado, en caso de que hayas decidido la opción A, son los cacahuetes. No preguntes por qué, lo vas a entender nada más empezar el programa. Te aconsejamos que comas cacahuetes mientras los escuches a no ser que seas alérgico a ellos, en ese caso, o en el caso de que seas alérgico al programa, seguimos sin entender qué pintas leyendo esto. Después de una introducción tan inútil como esta, el programa avanza hacia el primer Piedra, Papel o Tijera cuyo desenlace te sorprenderá y te meterá, vía Juan Gómez-Jurado, en casa de Plimpton, Y tú dirás: ¿Quién es Plimpton? Pues te diremos lo mismo que dijo Arturo González-Campos cuando escuchó el nombre en boca de Juan: ¿Quién es Plimpton?… Y no te diremos más porque debes ser tú el que siga esta trama de espionaje, misterio y señores que se saludan, con el suspense que merece. Tras Plimpton te recomendamos que dejes los cacahuetes a un lado, más que nada porque dan muchísima sed, y te prepares para la propuesta de Javier Cansado. Pocos exorcismos se han hecho en los programas que llevamos, me atrevería a decir que ninguno, y probablemente ha llegado el momento. Pero en un sorprendente salto mortal, lo que Javi propone es un “autoexorcismo musical”. La triste historia de un baile doloroso inicia un ritual que acabará bien o mal según tu concepto del demonio, que es una cosa muy personal y respetable. Y acabamos con Rodrigo Cortés hablando del rodaje de una película que probablemente jamás debió existir, pero que existe para desgracia, sobre todo, de aquellos que la hicieron. Contarte la trama sería spoiler, contarte qué película es también seria spoiler, Contarte el rodaje y privarte de cómo lo cuen
¡Bienvenidos a un nuevo capítulo de Aquí Hay Dragones! Vuelve la charla, charla, charla… Vuelven los mineros de palabras, los narradores de lo inenarrable, los artesanos de la improvisación, los reyes de la metáfora, los bufones del verbo, los adalides de la humildad… Y lo hacen cargados de temas, dispuestos a echar fuego por esas boquitas. Nada más empezar, Javier Cansado y Arturo González-Campos se indignan porque ni los brasileños, así en general, son todos cariocas, ni los cacahuetes pueden ser ligeramente salados, así en particular. Javi nos trae la historia del peculiar ritual de los mochicas del Perú, porque no sólo hubo incas y mayas, no sólo hubo aztecas, asegura Javi… En sus intentos por mantener el orden en el mundo, los mochicas tenían un combate, por poner un ejemplo, que consistía en quitarle el sombrero al contrincante. Escalofriante. Juan Gómez-Jurado viene reivindicativo y nos pregunta qué tienen en común Emilio Salgari y Herman Melville, Galdós y John Kennedy Toole, entre otros. No todo da para presumir… Rodrigo Cortés carga el trabuco y desentierra las batallas de gallos del siglo XVIII. Si te parecen chungas las de DToke y Arkano, vas a flipar con las de Händel, Mozart y Clementi. Y Bizjofan, naturalmente. Ponte la peluca para atrás, que ya están aquí los dragones. Hic sunt dracones. ¡Aquí hay dragones!
Arturo González-Campos abre el melón del podcast con una duda que ha revolucionado internet: «¿Tenemos todos un doppelgänger?». Lo que sucedió después os sorprenderá. Juan Gómez-Jurado gana hoy Ia posición de salida gracias a una ayuda muy especial en el Piedra, papel o tijera, y nos habla de un día muy especial con una letrita muy especial que no vamos a desvelar. Ojo, que Juan viene fuerte: se marca un viaje sonoro en el tiempo y el espacio que va a dejaros turulatos, con la cara un poco sucia, los oídos cruzados de pitidos y mucha arena en las botas. Acabaréis, de paso, enamorados de un instrumento que casi nadie se merece, la verdad. ¿Puede pedirse más? Rodrigo Cortés viene a hablarnos de un caballero cuyo nombre igual no os suena, pero que nos ha regalado a todos horas y horas de disfrute, os lo aseguramos, con sus tijeritas y sus cosas de empalmar. ¿Queréis saber quién es? Pues sacad libreta y boli, que la sección de hoy viene con clase magistral. Avisados quedáis. Javier Cansado aparece con las caderas bailongas, y se pincha unos temazos que inspiraron, mira tú, otros temas aún más famosos. Y no, no hablamos de Los Chunguitos. Recordemos esas veces en que los segundos fueron más conocidos que los primeros, pero sólo los primeros fueron los primeros. ¿Estáis preparados ya? No hay imitadores que valgan ni doppelngängers que cuenten para estas cuatro voces celestiales, así que dadle al play y recordad… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Dijo un sabio un día: «No podemos analizar el pasado con la óptica del presente». Y aunque sí, sí que se puede, nunca le quitaríamos la razón a un sabio. Dicho lo cual… Arturo González-Campos empieza el programa antes de que empiece el programa, o antes de que se enteren todos de que ha empezado. Unos lo llaman metapodcast, otros prepodcast, también hay quien habla de chapuzapodcast o traicionpodcast… Un misterio. Juan Gómez-Jurado viene a hablarnos de la novelización de las películas: ¿Cuántas veces habéis dicho, al ver la portada de un libro: «Mejor me espero a la película»? Y, ¿cuántas veces habéis dicho, al ver el cartel de la peli: «Mejor me espero al libro»? ¿Más? ¿Menos? Pues eso. Javier Cansado nos trae musicote del norte para adentrarnos en un tema arduo: los rituales vikingos… Cada vez que moría un vikingo rico (hecho histórico incuestionable por asuntos de carácter estadístico demasiado complejos para ser tratados aquí), el vikingo era sometido a algunos ritos que os dejarán con la boca abierta y el estómago raro. Preparaos una sopa de sobre. De alguna marca buena. Que nos pague. Y escuchad. Rodrigo Cortés ha venido a hacernos viajar como sólo él sabe hacerlo a través de una de las gargantas más subterráneas de la historia de la música. ¿Preparados para el saltito de pecho que os provocará escuchar su canción? Todo esto en ‘Aquí Hay Dragones‘, un programa suave y sedoso, reconfortante y cómodo como INSERTE SU PUBLICIDAD AQUÍ.
En este nuevo episodio de ‘Aquí hay dragones’ vais a descubrir dos cosas que en realidad ya sabíais: de qué color son los pistachos y que charlar no es cantar. Por mucha risa que os dé todo. Javier Cansado se inventa un experimento sonoro-vocal que deberían replicar en las mejores escuelas de música del mundo, un ejemplo de cómo no debe afrontarse lo científico. Del método ensayo-error, Javi está en condiciones de garantizar al menos la mitad, que no sabes cuál es. Aunque Javi nunca ensaya… Juan Gómez-Jurado nos lleva a la Alta-media-Edad-Media. A la media-alta-Edad-Media o a la Edad-alta-Media, media-alta. Una Edad Media imprecisa, poblada de señoras con escoba que vivían por allí, escondiendo sus secretos innombrables… Por fin, Rodrigo Cortés, como gran cineasta que es, os debía una explicación, y esa explicación que os debe os la va a pagar, porque Rodrigo Cortés, como gran cineasta que es, os debe una explicación, y… Y no, no va a hablar de ‘Bienvenido Mr Marshall’, sino de otra película casi igual de buena. Aunque al final, como siempre, quien quiera entender algo va a tener que darle al play y vivir su propia experiencia, optar, en definitiva, por el empirismo e iniciar un viaje indescriptible que quizá, quién sabe, trate describir después. Porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Como dijo una vez el sabio: «No hay dragón en el cielo sin cielo». En realidad, lo decimos nosotros, y no significa mucho, aunque algo sí. Queda tan bien, por otro lado, empezar con una cita… Arturo Gónzález-Campos trae otra de esas preguntas capaces de dividir España en dos: él y el resto del mundo. El tema, claro, interesa hasta la pasión a Javier, Juan y Rodrigo, que deciden disimularlo como pueden y lo consiguen. Javier Cansado viene a hablar de un tema que conoce bien, pero de oídas, sea el que sea. Y acompaña su sección con una de esas musiquitas que él sabe poner tan bien y que le vienen tan pintiparadas, como calcetín al pie, como collar al cuello. Como anillo caro al dedo. Juan Gómez-Jurado nos lleva a finales del siglo XIX (principios del XX) para presentarnos cosas de espíritus. En Escocia, por lo visto, se hablaba mucho con ellos, y Juan también, pero a nosotros, que ojalá fuéramos transparentes a veces (pero otras veces, que esta vez la sección lo mola todo). Rodrigo Cortés le pone cordura al programa, una pizca de curry (y azafrán), y algún golpecito de cadera. Le pone, en definitiva, música para hablarnos de un tipo de cine que no es muy popular en España, pero sí de España para fuera. Muy para fuera. Por fin el programa se acaba y toca esperar por el siguiente (si se nos disculpa el espóiler), aunque empieza por el principio, que es lo que viene antes de lo que va luego. Dale al play, reza y recuerda… ¡Aquí hay dragones!
Os seremos honestos: Este programa no empieza bien. Rodrigo llega pidiendo hacer una crítica que afecta a los anteriores programas, la clásica crítica retroactiva que destruye todo lo que toca. Lo peor es que, realmente, tiene razón. Como si esto fuera una novedad. Arturo – González Campos trae una pregunta que os va a dejar repasando el listín telefónico unos cuantos meses… o no. Javier Cansando llega tranquilo, suave, con unos temas maravillosos de gente que tiene dos oficios. ¿Encofrador y bailarín? ¿Lexicóloga y sexadora de pollos? ¿Jueza y Nutróloga? Pues podría ser, pero no. Juan Gómez – Jurado decide romper con la dinámica tan buena que habíamos conseguido para empezar con el ¡Cantajuego! Prometemos que después de esta canción la sección va a mejor. Porque claro, a peor no iba a ir. Rodrigo Cortés viene a hablarnos de luz. En concreto de la luz de la película que Javier Cansado más veces ha visto en su vida. Si sois de los que habéis escuchado ‘Aquí hay dragones’ ya sabréis cuál es. Se trata de una obra maravillosa que, después de escuchar esta sección, os gustará aún más. Ya podéis empezar, si no lo habéis hecho ya, que para eso sois muy vuestros y recordad que ¡Aquí hay dragones!
No te arrendamos la ganancia si decides escuchar este programa. Por muchos motivos, pero sobre todo, porque nunca hemos tenido muy claro lo que significa esta expresión. Al comienzo, Javier Cansado intenta hacer sus “triquiñuelas” como él dice, pero el tribunal Estrasburgo y Arturo González-Campos dan como ganador a Juan. Así que Juan Gómez-Jurado es el encargado de dar comienzo a este nuevo episodio de dragones hablando de mandioca, tapioca y gente muerta. Todo ello aderezado con una escalofriante canción de Danza Invisible. Pinta mal, lo sabemos, pero os aseguramos que luego es peor. Rodrigo Cortés trae “la canción que compensa escuchar”. Sí, hemos cambiado el título de esta sección porque “sale a cuenta” y nos parece bien y ya está. No os vamos a adelantar la canción ni la artista pero os recomendamos que veáis ‘Inside Llewyn Davis’ para que vayáis haciendo al oído. Nos habéis pillado generosos hoy. Y, por último, ¿Os acordáis lo divertida que fue aquella sección dedicada a los sacrificios humanos en la América Precolombina? Pues os va a encantar esta nueva edición que trae Javier Cansado: más humanos, más crueldad y más sangre por el mismo precio. ¡Lo vamos a pasar cañón! Dejad un rato de pensar en Desembarco de Rey porque ¡Aquí hay dragones!
Aquí hay… un terrible drama. Juan guarda enormes rencores hacia Javi por culpa de Twitter. Resulta que Javi sólo sigue a tres personas y ninguna es Juan… Más allá de los líos entre los cuatro, que no cunda el pánico porque sigue habiendo programa. Atentos: Juan Gómez – Jurado a pesar de haber entrado con el pie izquierdo, ¡viene con un juego! Juego no, ¡juegazo! Si sois cinéfilos y os gustan los idiomas entonces preparaos para la sección de Juan porque os lo vais a pasar chupi. Y decir eso en una sección de Juan es arriesgar muchísimo. Rodrigo Cortés quiere hablarnos de un perrete. Pero también de un escritor y un director. Ya os adelantamos que no es un perrete – escritor y director a la vez, ¡NO! El director igual no lo conocéis mucho pero el escritor es dueño y señor de muchas de vuestras pesadillas. Por último, Javier Cansado ha perdido por primera vez en la historia de ‘Aquí hay dragones’ y obviamente lo ha hecho de manera deliberada. Si queréis saber por qué tendréis que esperar al final del episodio. Y es una sección muy gustosísima así que no os la podéis perder. Venga, abrid las alas y dadle al play porque ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Comienza el vuelo este dragón con el “follow” más caro de la historia. Juan Gómez – Jurado es capaz de gastarse lo que no tienen para sobornar a Javier Cansado y conseguir que le siga en Twitter. Un acto muy indigno y humillante, la verdad. ¿Lo conseguirá? Tras arrastrarse públicamente por el follow, Juan nos trae un temita que está muy de moda… en su cabeza: la estocástica. Hay un proceso estocástico con una cadena estupendástica que revolucionó el mundo. además, Juan hace todo es rato los chistes y los jueguecitos de palabras, así que no os podéis perder su sección. O sí. Rodrigo Cortés quiere hablarnos de un grupo inventado. Este podría ser un tema de Javier, pero no. Los americanos, reyes de sacar oro de la nada, crearon una serie y un conjunto artificial que acabó por convertirse en uno de los más interesantes de los 60. ¿Sabéis cuál? Javier Cansado nos propone hacer un viaje a las tierras escandinavas. Aviso, el viaje va con turbulencias… pero la música es una delicia y el temita canela fina: segunda parte de vikingos. Y segundas partes, si son de vikingos, son siempre buenas. Agarraos a una escama que volamos. Dadle al play que ¡Aquí hay dragones!
Ya estamos de vuelta con los señores estos que charlan y que, casualmente (y sorprendentemente), son los mismos de antes: Rodrigo Cortés, Juan Gómez-Jurado, Arturo González-Campos y Javier Cansado. Ahítos vienen de verano para hablar de albornoces, «jerseyes» y, por resumirlo, mogollón de movidas. Juan Gómez-Jurado osado entre los osados, nos trae una sección cuyo título nos suena un poco, básicamente porque se lo ha copiado a Rodrigo. Pero nos os preocupéis, que Juan le da su toquecito. O sea, es exactamente como la de Rodrigo, pero no se parece en nada. Rodrigo Cortés, que, por lo que sea, no copia a Juan, nos habla de una de esas personas que rompieron barreras y lograron la independencia en un mundo que no tenía ganas de dársela. Alguien que hizo la revolución a su manera, sin pintarse la cara de azul ni dar arengas. Javier Cansado se la juega esta nueva temporada y decide ponerse límites porque: «Cada uno se responsabiliza de sus orgasmos». Javi nos trae un tema repleto de música, que lo que le priva a él es darle paso a las canciones con golpes de kárate. Y hablarnos del amor. Una vez más. Preparad los auriculares, abrid bien los tímpanos, agarráos fuerte de la cóclea, que… ¡Aquí hay dragones!
Bienvenidos a un programa que, como veréis, no puede empezar peor. O mejor, según se mire. Digamos que empieza según gustos, y acaba… Pues un poco igual, la verdad, lo importante es el camino, dicen… Hay quien dice que ni eso. ¿Ha acabado ya el primer párrafo? Juan Gómez-Jurado, a quien le gustan las cosas antiguas, nos lleva a la época favorita de Arturo para hacer un pequeño análisis sobre la evolución humana. Con él descubrimos que somos tan inteligentes como para poder permitirnos morir por cualquier tontería. E inmortalizarlo. Rodrigo Cortés nos trae «La canción que compensa escuchar», con un recorrido por las voces de algunos de esos personajes con los que Javi suele irse de brunches en las costas californianas. No queremos desvelar más porque esta sección es para callar y escuchar: por nuestra parte, chitón. Os aseguramos que compensa. Javier Cansado escoge para su sección a un caballero que evidencia su cultura ecuménica. La de Javi, en este caso. Pocos saben más que él de historias de checos en España. Javi, decimos de nuevo. ¿Alguien da más (además de Javi)? Agachaos, pues, no os despeinéis, sujetaos bien los tirantes, mirad al cielo, gozad, porque… ¡Aquí hay dragones!
De nuevo, y tras muchos episodios, nos hemos visto en la obligación de explicar el polémico tema sobre si los programas impares existen. Si después de la impecable explicación de Rodrigo seguís sin encontrarlos, de verdad que ya no sabemos qué hacer. Una vez aclarado esto, procedamos a los temones: Juan Gómez-Jurado nos descubre a un hombre que es primo de uno del que ya hablamos y cuyas aventuras lo van a dejar en pañales. Un tipo que desde pequeño demostró una destreza sobrehumana para manejar el arco y tocar gaita. Dos talentos utilísimos antiguamente y que ahora no te servirían para nada excepto para que Juan hable de ti en un podcast. O en un libro. Rodrigo Cortés nos habla de una película preciosa. Los protagonistas son: un vagabundo, un jersey rosa y una cabina de teléfono. Un film muy especial que originalmente narraba la historia de dos hermanos y que acabó siendo otra cosa. Ojo a los riffs de guitarra que ponen banda sonora a esta sección, os van a enamorar tanto como a Javi. Javier Cansado viene a tope a este podcast con música de los reyes de las fiestas de los pueblos y de las películas de Tarantino. ¿Sorprendidos? Aunque parezca mentira, sí, se puede ser el ídolo de abuelas y de grandes directores de cine. Tienen un tema que fue número 4 en la lista Billboard de Estados Unidos interpretado por Jaime del grupo ‘Luces Baratas’. Preparad las caderas y, sentados o de pie, dadle al play porque ¡Aquí hay dragones!
Vuela este dragón para tus orejas, prepáralas para el aterrizaje de la charla porque venimos con cosas, unas de un cariz y otras de otro, pero que se pueden definir valientemente como cosas. Empiezan estas cosas con una duda frutal de Javier Cansado que despierta el debate de los demás sobre algo parecido a lo del rábano por las hojas, casi, parecido. Al final se llegan a tremendas conclusiones, verdades absolutas y tajantes resoluciones… ¡Nah! En este programa no somos de eso. Tras una durísima contienda de “Piedra, Papel o Tijera”, Juan Gómez-Jurado se echa a la espalda un reto que él mismo se planteó en anteriores programas: Hilar la historia del primo de Billy Millin con cierto atraco en un banco de Barcelona. La sección se transforma en un thriller en su mejor estilo literario, al menos hasta que el resto empieza a intervenir y la cosa pasa de Oceans Eleven a Atraco a las tres. Luego viene Javier Cansado y nos pregunta si tendríamos que alegrarnos. Para ayudarnos responder a esta pregunta Javi trae un contenido que nos gustaría desgranar aquí en todos sus matices, en cada una de sus imbricados giros, en sus múltiples enseñanzas… Pero, para ello, tendríamos que escucharla otra vez a ver si la pillamos. Rodrigo Cortés, afortunadamente, sí trae un tema de planteamiento y desarrollo claro, cristalino, ordenado y limpito. Te advertimos que, con un poco de sensibilidad que tengas (la justa para apreciar una foto de gatitos y darle like bastaría) su sección tiene momentos en los que la piel de tu brazo se va convertir en una carretera llena de baches. Ponte las orejas en los cascos, dale al play y disfruta de este programa, porque ya que lo escuchas, qué menos que disfrutarlo. Vamos al lío que ¡Aquí hay dragones!
Un sabio dijo una vez: «Antes de un viaje largo hay que ir al baño». En realidad lo dice Rodrigo Cortés, en este mismo programa, así que os ponéis con ese tema, si os parece, porque en este viaje no hay estaciones de servicio. Nada más empezar, le damos una vuelta al clásico «piedra, papel o tijera» con una nueva expansión que permite jugar a «piedra, papel, tijera o Javier Cansado». Con una victoria escasita, Rodrigo Cortés da comienzo a su exposición y nos trae una película relativamente famosa, pero que no, en la que sale uno que pone caras, con canciones que piden pitos y, de paso, algún ofendidito. Peliculón (o no) que no os podéis perder, o que vaya usted a saber si nos hemos perdido todos. Javier Cansado lanza un concurso muy difícil en el que irá regalando pistas musicales para que el resto de señores adivine quién era… otro señor. Las pistas empiezan con una canción china y se van complicado desde ahí. Una vez más, una sección de Javi en que, más que de seguir un reto del que es experto, se trata de saber de qué va algo. Lo que sea. A Juan Gómez-Jurado le gusta más una teoría de cuerdas que escribir libros, y hoy propone establecer la relación, aparentemente imposible, que une a Javier Cansado con Godzilla. Su historia nos lleva a un sábado de 1963, mientras suena de fondo ‘La chevecha’ de Palito Ortega. ¿Qué podría salir mal? Efectivamente: todo. No hay hackeo ni ransomware que nos detenga, porque… ¡Aquí hay dragones!
Aquí hay dragones crueles con una historia que contar. Y aquí hay dragones políglotas que tienen otra que cantar. Y aquí hay dragones músicos que se recrean en tocar. Aquí están RODRIGO CORTÉS, JAVIER CANSADO, JUAN GÓMEZ-JURADO Y ARTURO GONZÁLEZ-CAMPOS, recién salidos de la nieve, con chocolate caliente y mantas. No vamos a intentar convencerte de que necesitas escucharnos. No lo hagas por nosotros, dale al play por un único motivo: porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Hemos vuelto a caer en lo del título provocativo. Somos débiles. Queremos tu escucha y nos tiramos de cabeza al clickbait. Podríamos excusarnos aclarando nuestros truquitos polisémicos de adolescente, pero entonces el truco no funcionaría. Aunque acabamos de hacerlo. Vuelven RODRIGO CORTÉS, JAVIER CANSADO, JUAN GÓMEZ-JURADO Y ARTURO GONZÁLEZ-CAMPOS, para fletar este dragón lleno de escamas. Y no, seguro que no se dice fletar, pero tampoco tenemos tiempo de ponernos a buscar palabras. Así que cae en la trampa y dale al play, porque… ¡¡AQUÍ HAY DRAGONES!!
Rodrigo Cortés, Juan Gómez-Jurado, Javier Cansado y Arturo González-Campos han dado en parir un nuevo programa. Hay, pues, un dragoncito nuevo en la ciudad que sobrevuela los tejados inventándose palabras y respondiendo dudas con gran elegancia musical. De ti depende, si te pones de puntillas, que te sople detrás de la cabeza. Dale al play y comprobarás que realmente... ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
«Pues érase que se era un dragón que sólo iba a tiendas de lujo a comprar el más caro menaje del hogar que pueda adquirirse en hogar ninguno…». Así empieza el nuevo cuento que se cuentan JAVIER CANSADO, RODRIGO CORTÉS, JUAN GÓMEZ-JURADO y ARTURO GONZÁLEZ-CAMPOS. Que acabará o no con perdices dependiendo de si le das al play o no. Así que hazlo, no seas tímido, pues nada hay que le guste más a un dragón que una buena perdíz escabechada. Por un final feliz… ¡Aquí hay dragones!
Quién nos iba a decir que, tras el invierno, venía la primavera. Quién. Pero así es la vida, un no parar de sorprendentes giros de guión, como una serie de las que enganchan o el vuelo de un dragón borracho. En el programa de hoy hay retruécanos, desvíos, respuestas, pinturas, micrófonos, canciones, ausencias y catedrales célebres, que, si le das al play, florecerán en tu oreja y polinizarán tu cerebro (ya decides tú si esa imagen te resulta poética o no). Pruébalo, si quieres con cuidado, pero pruébalo, porque… ¡Aquí hay dragones!
Una hora y trece minutos de vuelo es, para el dragón medio, un paseo. Salvo que le toque esquivar flechas, insultos y limonazos arrojados por una caterva de gente sensata que no quiera que sea dragón, que se oponga a que vuele y le exija que renuncie a sus alas y camine como los demás. Que es lo que tiene que hacer.
A lo mejor no lo sabíais, pero no hay nada que le guste más a un dragón que merendar. Los dragones muchas veces comen sin hambre para, llegada la hora, poder untar nocilla a gusto, con la conciencia tranquila. Meriendan sentados, sin prisa, deleitándose, y luego vuelven a sus tareas de dragón con la sensación de que han detenido el tiempo y, así, adquirido nuevo poder. No te vamos a pedir que escuches este programa mientras meriendas, pero sí que te lo meriendes y, cual dragón hambriento, conozcas el poder de apagar el mundo con sólo darle al play. Porque... ¡Aquí hay dragones!
Este programa es sencillo: unos tipos se juntan, charlan, juegan a «piedra, papel o tijera» y charlan un poco más por orden de victoria. Coser y cantar.
Se cierne nuevo programa, que ya está bien de que sólo se ciernan cosas malas, como si una cosa que decidiera cernirse tuviera que ser amenazante sin más, y tétrica, y no, que a veces rompen a cernir cosas buenas: hay que rescatar tan humillado verbo (reflexivo) de las garras de lo oscuro, o se cernirá algo terrible sobre todos. Para mal. Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
A veces tienta adivinar los temas que van a tratar los dragones por el título que ponen. «De cruces, canales y locos», por ejemplo, podría sonar a un tío al que se le cruzan los cables y se vuelve loco. Por ejemplo. Pero, claro, no valdría, porque cada palabra hace referencia a un tema diferente, así que uno podría ser el de las rotondas, otro el de hacer zapping, y el tercero podría aplicarse a los cuatro dragones titulares, del primero al último, daría igual cuál de ellos hiciera la sección. Podéis hacer vuestras apuestas, pero os va a dar igual. Dadle, mejor, al play y dejaos llevar, porque... ¡Aquí hay dragones!Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
Escoger el momento en que ponerse a escuchar un podcast es una de esas microdecisiones diarias que dan vértigo, porque te pueden cambiar el día. Como decidir si ir andando o coger el bus. Como olvidarte de comprar champú, como cenar picante o cenar soso. O dulce. Y es que toda gran microdecisión es de susceptible reportarte una pequeña nada o una gran microfelicidad. Así que elige tu momento para darle al play (pero dale), compra champú (pero úsalo) y déjate llevar, porque... ¡Aquí hay dragones!Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
Ser falso no es tan fácil. Ojalá. Hay que falsear muy bien o, si no, no cuenta. Para ser un buen falsario hay que conseguir que los demás crean que eres auténtico, más auténtico aún que alguien que de verdad lo sea. La pera. La falsedad es un arte, un don, un elogio ejemplar y objetivo que algún mentiroso, mira tú, ha transformado en insulto. En nuestra búsqueda de lo cierto hemos descubierto que las verdaderas trolas, al contrario que la realidad, nunca son decepcionantes. Eso y que hace muchísimo calor, claro. Así que dadle al play y disfrutad de nuestras falsedades (que son todas de verdad), porque... ¡Aquí hay dragones!Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
Se van las temporadas como se van las personas que dejan un espacio para ocupar otro. Nos quedan dos dragones, y este es el primero de ellos. Si eres partidario del programa, en este encontrarás charlas y charlas sobre, por ejemplo, orejas. Se habla poco de orejas, con lo dispuestas que están a escuchar. Ellas. Falta uno, un único programa más, pero aún te queda este. Luego llegará el verano, y luego faltarán otros muchos hasta que sobren dos. Se entiende, ¿no? ¿Cómo? ¿Que no se entiende? Pues entonces dale al play y afila las orejas, y deja de comerte la cabeza, porque… ¡Aquí hay dragones!Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
Lo bueno de irse es que aumenta exponencialmente las posibilidades de volver. Si no te vas, se te hace muy cuesta arriba la vuelta. Nos vamos, básicamente, por darnos el gustazo. Ha sido una temporada de esas que parecen dos. Que si confinamientos, que si cosas, que si tal, que si eso. Así que dejadnos irnos un poco, aunque sea cerca, para volver mucho luego. Hasta septiembre te dejamos una tarea: ¡echarnos de menos! Por ahora, degusta el último vuelo (de la temporada). Dale al play que... ¡Aquí hay dragones!Así que lánzate al play, dale suave con el dedito y permite que, excepcionalmente, algo bueno te ataque por la espalda, porque... ¡Aquí hay dragones!
Íbamos a gritar que «¡vuelve Aquí hay dragones!». Pero es que septiembre es el mes en que todo el mundo grita que vuelve, y nosotros vamos de alternativos, de indies, de radicales antisistema. De susurradores. Además, que tampoco es que volvamos volvamos, que nos hemos callado un mes y seguimos, tampoco es para gritar... Así que, sin alharacas, dale al play y disfruta, porque vuelve... ¡¡¡Aquí hay dragones!!!
Queremos desmentir el bulo de que este programa cura las verrugas. Este programa no cura nada. No sabemos de dónde ha salido tal información, alguien debió de poner un tuit insinuándolo y la cosa se ha hecho grande e imparable. Pero este programa no cura nada. Nos convendría mantener la mentira, pero valientemente la desmentimos, aunque haya gente que pueda seguir creyéndolo. Porque este programa, la verdad, no cura nada. Prueba, si no, a escucharlo y, si se te ha curado algo, nos lo dices y lanzamos otro bulo. Y si no, disfruta al menos del vuelo, porque.. ¡Aquí hay dragones!Así que, sin alharacas, dale al play y disfruta, porque vuelve... ¡¡¡Aquí hay dragones!!!
Como dice el refrán: «Como es jueves impar, a Aquí hay dragones le toca programa par». Nadie sabe de cuándo data el dicho, unos estudiosos dicen que incluso de siglos antes de que Marconi —el probable inventor del podcast— naciera. Otros dicen que nunca fue un refrán. A saber. Así que aprieta el play y goza de tanta duda, porque, hoy sí... ¡Aquí hay dragones!Así que, sin alharacas, dale al play y disfruta, porque vuelve... ¡¡¡Aquí hay dragones!!!
Este programa se grabó con todos sus componentes recién salidos de la ducha. No sabemos si se ha hecho antes esta prueba científica. Ni siquiera si era necesaria. Pero nos pareció interesante comprobar si la higiene afecta al resultado de un programa. Puede que notes la diferencia. Puede que no, pero te aseguramos que si le das al play este programa te va a oler a gel y a limones del caribe. No conocemos otros programas que den más por menos. ¡Aquí hay dragones!Así que, sin alharacas, dale al play y disfruta, porque vuelve... ¡¡¡Aquí hay dragones!!!
Nuestro afán por innovar no decae. En este programa sólo uno de los de el equipo se ha tomado un poleo menta. El resto tenían té matcha. ¿Eres capaz de descubrir cuál es? Dale al y juega a nuestro concurso tan poco concurso como el que hay dentro del propio programa porque ¡Aquí hay dragones!!
Mucha gente nos ha preguntado si en este podcast vetamos las avellanas. Les perece imposible que, tras tantos programas, tantas charlas, tantos temas, jamás se haya pronunciado la palabra «avellana». No diremos ni que sí ni que no. Diremos que deberías escuchar este episodio por si, de repente, hablamos de avellanas, te das cuenta y se acaba así el bulo. O no. O lo que sea. De momento, dale al play, porque... ¡Aquí hay dragones!
Este programa es diferente a todos los demás. Aunque, claro, decir eso implicaría decir que todos los demás programas son iguales entre sí y, de repente, para destacar un programa, devaluar todos los demás. Diremos, entonces, que este programa no es como los demás. Lo cual no significa necesariamente que sea mejor. Dale al play que, eso es seguro... ¡Aquí hay dragones!
Seguimos experimentando sobre la manera de conseguir el programa perfecto, así que, para grabar este dragón, cada uno de los miembros del equipo ha hecho un ejercicio diferente: uno pesas, otro bici, otro boxeo y otro caza de pokemons. ¿Eres capaz de intuir quién es al menos uno de ellos? Dale al play y medita profundamente sobre ello, porque... ¡Aquí hay dragones!
Estamos en enero y hemos descubierto que se habla muy poco de cuestas. Hay como una autocensura (por presión social) que bloquea las conversaciones sobre cuestas y rampas. Hace falta una reflexión valiente sobre el tema, una reflexión necesaria, osada. Pero en este programa somos unos cobardes, así que no esperes que hablemos de ellas. Aporta tú lo que puedas dándole al play con valentía, esa que no tenemos nosotros, porque, eso sí... ¡Aquí hay dragones!
Mucha gente nos está diciendo que hay gente que dice que este programa es demasiado de decir cosas. Nosotros decimos que es un decir y que ellos digan lo que quieran. Alguna vez hemos dicho «Diego», eso lo reconocemos, pero, como dice el dicho: Decir no es desdecir. Queda dicho, dale ya al play y calla, que... ¡Aquí hay dragones!
Nada de lo que has escuchado antes en este programa se parece a lo que vas a escuchar hoy. Más que nada porque, si se pareciera, se trataría, seguramente, de un refrito. Y, si se pareciera mucho, muy bien podría ser que estuvieras escuchando un programa antiguo. Este es un programa nuevo, supernuevo, novérrimo, y, por tanto, mejor que los otros, que son viejos. (Lo viejo es malo lo nuevo es bueno, eso es así). Compruébalo, dale al play, vive lo nuevo, porque... ¡Aquí hay dragones!
El tiempo que tardas en leer esto podrías pelar un kiwi, cortarte tres uñas, cambiar una funda de almohada, ver un meme gracioso, cambiarte de camiseta, acariciar al gato, poner arroz a cocer, hacer pis, limpiarte las gafas, contestar un mail, cargarle una rayita al móvil… Sigue nuestro consejo, dale al play y no leas esto porque… ¡Aquí hay dragones!
No estamos nada seguros de que te guste este programa. Pero, por otro lado, tampoco lo estás tú porque aún no lo has escuchado. Esto sólo se resuelve como el sabio Schrödinger vaticinó: matando un gato. O, para ser más certeros, dándole ya al play, porque... ¡Aquí hay dragones!
(Aquí debe ir el texto de esta semana. Debe ser un texto que incite al consumo del podcast, seductor, simpático, si es posible, divertido. Se trata, básicamente de generar en el posible oyente ganas de escucharlo. Que, nada más leerlo quiera darle al play porque ¡Aquí hay dragones!)
Este es un nuevo proyecto de pódcast. Tecnología avanzada que hace que, dependiendo del momento en que des al «play», el programa sea diferente al que habría sido si lo hubieras pulsado antes o después. Puedes comprobarlo con tus amigos, ellos te contarán un programa distinto. Vale, es mentira. Es el mismo programa para todos. El sistema no funciona. Y aun así veréis que no os ponéis de acuerdo, porque... ¡Aquí hay dragones!
Es jueves y hay dragón. Esa es una verdad tozuda salvo cuando es jueves y no hay dragón. O cuando no es jueves. O cuando el jueves cae en fiesta y se decide que no hay dragón. O cuando es jueves pero es Agosto. Nos gustan las cosas bien hechas, lo previsible. Por eso hoy es jueves y hay dragón. O mejor, dragones. Dale al play ya, que resulta que es jueves y ¡Aquí hay Dragones!
Ahora viene un texto para hacerte atractivo el programa y conseguir que lo escuches. Pero para que sea eficaz conviene que sea un buen texto: directo, sin zarandajas (ni una sola zarandaja, las zarandajas que se queden para otro a quien le gusten las zarandajas; este texto no contiene rastros de zarandajas, si acaso de algún fruto seco, que están fuera de control). Ahí va, por tanto, el programa, libre de zarandajas, dale ya al play, porque... ¡Aquí hay dragones! (Cero zarandajas).
Muchas tardes frías comentamos entre los cuatro cuántos de vosotros leeréis este texto (las tardes cálidas no, porque esos días salimos a merendar picatostes). A veces imaginamos que algunos lo empezaréis, pero que nadie lo acabará nunca, y, la verdad, no se nos ocurre una forma mejor de combinar las magdalenas con las castañas. (¿Cómo?). No lo penséis. Dejaos llevar. Seguid vuestro corazón. Dadle al play sin mirar, porque... ¡Aquí hay dragones!
Ya están aquí los que hablan de cosas que les gustan. Los que hacen concursos dudosamente justos. Los que pueden pasar de hablar de pianos a lápices sin que te des cuenta de en qué momento han cambiado de carreta. Si estos no son los que quieres escuchar, podemos ayudarte a seguir buscando. Porque ellos estaban aquí antes, ocupando sitio. Si son ellos a los que buscabas, abraza la certeza y a tu mascota, y dale al play cuando quieras, porque... ¡Aquí hay dragones!
En este programa se dice mucho una palabra. Se dicen mucho muchas palabras de uso común, como «sí», «vamos» o «puerta», pero hay una, de uso menos frecuente, que se repite por parte de los cuatro de manera obsesiva, ofuscada y casi maniática. Tendrás que escuchar el programa para saber cuál. Y apuntar todas las palabras que se digan, y abrirte un Excel… Tienes tarea. Así que pulsa el play y ponte a trabajar, porque... ¡Aquí hay dragones!
Si no fuera porque no se trata de un Aquí Hay Dragones, este programa se parecería mucho a Aquí Hay Dragones. Queremos decir que tiene todo lo que tiene Aquí Hay Dragones, además de otras cosas que, sin ser propias de Aquí Hay Dragones, sí parecen haber nacido para estar en Aquí Hay Dragones. En realidad, se parece tanto a Aquí Hay Dragones, que hemos decidido que lo sea. Así que (afirmamos)... ¡Aquí Hay Dragones!
Se desconoce la explicación científica por la que el sonido es capaz de bajar la temperatura del cuerpo humano, pero es un hecho; de lo contrario, no se explicaría que en verano las radios se llenaran de tanto programa fresquito. Este dragón es, pues —además del último de la temporada—, fresquito como el café caliente de Turquía, como el té hirviendo de Marruecos, como un anticiclón en Escandinavia, fresquito como el trigo verde. Fresquito según quién lo escucha y cómo. Así que ponte un abrigo gordo y dale al play, porque... ¡Aquí Hay Dragones!
Volver implica haberse ido, esa es una verdad tozuda e inapelable. Por eso podemos permitirnos el lujo de volver, aunque para eso hayamos tenido que haber hecho el sacrificio de habernos ido. Vuelve todo, hasta lo absurdo de estos textos (que nunca se fueron). Así que vuelve tú a darle al play, porque... «¡AQUÍ HAY DRAGONES!».
¿Cuantos tipos de trapo hay? El de los cristales, el de los muebles, el del sofá, el de las gafas… Y —nos preguntamos— ¿no es acaso un pañuelo un trapo para narices (humanas)? ¿No es una toalla (de baño) un enorme trapo para cuerpos? No hace falta que contestes, es retórico, la repuesta es «sí», a veces somos retóricos. Al fin y al cabo este texto trata de convencerte de que le des al play (un play retórico) y escuches un podcast; aquí cabe la retórica. Hazlo, pues, cuando te plazca, lo tenemos todo preparado, porque... ¡Aquí hay dragones!
Lo malo de los festivos son los días después de los festivos. Porque no parecen un día normal, por ejemplo, un jueves, parecen un lunes bastardo. Por eso hoy hay programa, para confirmar la autenticidad de este jueves. Es jueves, hay programa y, si le das al play, verás que... ¡Aquí hay dragones!
Lo bueno de que venga el frío es que se alegrará la gente a la que le guste el frío; lo malo es el disgustazo de aquellos a los que no. Y así con todo... Ahora no sabemos si felicitaros por el frío o compadeceros. O a quién. Y así, gracias a esta conveniente obviedad, hemos vuelto a apañar otro texto para pediros con fría calidez que le deis al play, porque... ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Fijaos bien en el título de este programa, que pareciera un título artero, disimulado, astuto, taimado, tramposo, sutil, fino, hábil, sagaz, mañoso, ladino, despabilado, listo, diestro , malicioso, marrullero, lagarto, cuco, pillo, bellaco, bribón, perillán, traidor, engañoso, embaucador… Pero sólo es una forma de llamar vuestra atención para que le deis al play, porque... ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Qué libertad nos da pensar que nadie lee este texto, nos permite decir cosas que, a día de hoy, serían problemáticas en otro sitio. Cosas como paralelepípedo o trócola, cosas, fíjate tú, bastante esdrújulas. Como la palabra inédito, que es esdrújula y es lo que era este programa antes de hacerlo público (otra esdrújula). Dale al play rápido, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Sobre gustos no hay nada escrito, absolutamente nada, es un campo yermo, por eso vamos a edificarlo en este texto para decir que, a nosotros, nos gusta bastante el programa de hoy. Pues hala, como ya hay algo escrito sobre gustos, ahora, si quieres, puedes aprovechar para decir que a ti también te gusta, así que dale al play en cuanto puedas, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Feliz verano a todos. Que os traigan muchas cosas los reyes magos y que salgáis disfrazados de Joker o de brujita. Ojalá aprovechéis para comer castañas y para bañaros. ¡Y no os atragantéis con las uvas! Si tú, concretamente tú, sí sabes en qué época estás, dale tranquilo al play, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Cuando se despertó, el texto de este programa seguía allí: aportando, completando, rellenando, perturbando, sumando, acostando, perplejando (este nos lo inventamos). Así que dale al play, que es gerundio (mentira), porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Doscientos programas ¡Doscientos! El doble de cien programas. La mitad de cuatrocientos. Y ±14.142135623731 programas que se multiplican por sí mismos, la verdad. Las matemáticas son las que nos cuentan que hemos llevado a cabo un logro, un prodigio, una gesta. Pero lo que nos haría de verdad ilusión es que, además de a Pitágoras, te gustase a ti (además de a Pitágoras, insistimos). Así que dale al play y despeja nuestra incógnita, porque… ¡AQUÍ HAY (DOSCIENTOS) DRAGONES!
Sobre la terrible polémica suscitada en estos los últimos días, los ríos de tinta, las horas de tertulias televisivas, los hilos de tuits que han acabado siendo sogas... Sobre los rumores en cada barra de bar, en cada comisaría y cola del pan... Sobre el acoso de insultos y las miríadas de adhesiones inquebrantables recibidos (y recibidas) en estos días tan duros, tenemos que decir que no nos hemos enterado de nada porque estábamos dibujando monigotes en una servilleta. Y se va a notar más aún que no nos enteramos de nada si, tal como esperamos, le das al play para sacarnos de la inopia, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Dicen que cuando la gente te dice cosas por la calle es signo de que eres muy famoso, alguien importante, un personaje principal, un influencer (pero no de los de ahora, sino un influencer de los buenos, de los de antes de la revolución industrial y la crisis del 29). A nosotros, sin ir más lejos, raro es el día en que no nos pasa. A veces nos preguntan la hora, otras una dirección, otras que si tenemos algo suelto para el autobús. Ese es nuestro estatus, siempre envidiable. Si quieres subirte al carro del éxito social, dale al play y ven con nosotros (a la cima), porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Cuenta una antigua leyenda que las tijeras las inventó Ulises cuando, por no tener con qué cortar las cuerdas con las que el Minotauro le apresaba —y con todas las ferreterías cerradas—, pergeñó tan útil instrumento con los escasos materiales de que disponía. Algunos autores dudan de la veracidad de la historia, pero ¿sabes qué?, nosotros dudamos de los autores, así que estamos empate. Dicho queda, pulsa un play tajante y apoya a Ulises, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Hablemos de libros, los libros son buenos, algunos te hacen mejor persona, otros no. Puede darse, a veces, la circunstancia de que un libro sea bueno y te haga mejor persona, como también puedes darse lo contrario, que sea malo y te pudra por dentro. Así que no siempre son buenos. Y luego vienen las combinaciones: buenos libros pudridores y bazofias que acercan tu alma a la santidad. Como dijo G. K. Chesterton: «Esto de la literatura es una movida muy tocha». Dicho esto, dale al play y decide si este programa te pudre o te enriquece, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Según el cuento de Flirtoy James, los gnomos son criaturas eminentemente de entretiempo. Ni en pleno verano ni durante el invierno verás gnomos paseando por tu localidad habitual, ni aunque te salgas al extrarradio. Explica el autor que es porque el gnomo odia las certezas, incluso las climáticas, debido a su secular moderación y su gusto por la escala de grises alejada del extremismo, que le lleva a despreciar las estaciones más dogmáticas (y sí, nos lo estamos inventando, como los cuentistas a los gnomos, que para eso están). Así que dale al play y disfruta con mesura, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
¿Os acordáis de cuando era miércoles? Pues fue fue hace nada, aunque parezca que ha pasado más tiempo. Aquellos miércoles del pasado, aquellos a los que nos lleva la memoria, que cabe en un rincón, en un papel o en un cajón. Dices la palabra «miércoles» y es como si viajaras a un mundo distinto, con otros olores, otras gentes y, por qué no decirlo, otros principios, más puros, más sanos, con más educación. Aquello se perdió en la niebla de la historia y hoy es sólo un lugar soñado al que, aunque no podamos, querríamos volver. Hoy es jueves, así que, aprieta el play (con nostalgia), porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Llega el texto que todo el mundo esperaba, el que lee medio planeta para comentarlo con la otra mitad, el texto que hará que tomes la decisión o no de escuchar este programa, de recomendarlo, de proponerlo para el Nobel o, en algunos casos, de pedir su inmediata retirada del alcance de una sociedad que no necesita contenidos así, y menos de textos así. De ahí la responsabilidad que sentimos al escribirlo: cero. Así que dale, si quieres, al play, porque... ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Corría el año 1567, el año de la peste en Belgica, el año de la llamada Guerra de la Sangre en Beirut, el año en que se malogró la cosecha de toda la serranía de Cuenca por una plaga de liendres de la manzana, el año en que el monarca del Perú contrajo tremendas fiebres que contagió a toda su corte, arruinando las arcas del pueblo al tratar de combatirla, el año de la riada mortal del bajo Tajo… Normal que el año corriera. Chistaco hecho, dale al play, que nos lo hemos ganado, por cachondos, y porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Poca gente conoce el origen de la canción «Even in the quietest moments» del grupo Pink Floyd. Al parecer, su líder Roger Waters, tras sobrevenirle una idea sobre la letra y otra sobre la melodía, se sentó con el resto del grupo, y todos estuvieron trabajando sobre ella hasta que consideraron que estaba lista para grabarla. Fue en ese mismo momento cuando fueron al estudio y lo hicieron. No es una historia especialmente buena, ya, el próximo día elegimos otra con una historia mas épica. De momento, dale al play, sin mítica, pero con ganas, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Es fascinante investigar la historia del papel. Algunos dicen que fueron los egipcios quienes lo desarrollaron a partir del papiro. Otros historiadores apuntan a los fenicios, que lo fabricaban a partir de hojas de palmera. Hay quienes defienden que fueron los pueblos eslavos, con sus profundos conocimientos de alquimia. Al final, al parecer, al menos sobre el papel, no hay nada escrito que pueda probar nada. Así que dale al play y deja aquí tu huella digital , porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
No todos los programas salen perfectos. Hablamos de los de los demás, claro, los nuestros sí. Los nuestros son joyas perfectas, obras maestras, fichas de Lego perfectamente encajadas. Son los demás los que fallan. Nosotros nunca. Aquí viene otro programa sin peros. Pero dale al play o no alcanzarás la excelencia, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Nos estamos marchando. Hemos ordenado el maletero del coche, revisado la presión de las ruedas, cerrado el gas de casa, hablado con el vecino que nos riega las plantas y bajado a comprarnos un bañador con la intención de no quitárnoslo hasta septiembre. Lo tenemos todo hecho, menos lo de pedirte que vuelvas cuando volvamos, así de interesados estamos (y somos). Sólo nos resta pedirte que le des al play, tan fresquitamente, como sólo tú sabes hacerlo, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
¡Volvemos! Si nos llegan a decir en agosto que un día sería septiembre, no habríamos dado crédito. Nos habríamos mesado las barbas mirando a un lado y a otro con mirada descreída. Y nos habríamos equivocado al dudar. Porque ahora mismo septiembre es de una rotundidad inapelable, como es septiembre en general, inevitable y, sin embargo, inesperado. El caso es que volvemos a pedirte que le des al play y nos sorprendas (o así) otra vez, porque… ¡AQUÍ HAY DRAGONES!
Son incontables las veces en que nos habéis pedido que hablemos de Tolstoi. Rara es la semana en la que a nuestros estudios no llegan cientos de cartas exigiendo que al menos uno de nosotros hable cuanto antes de Tolstoi. Más raro aún es el día en que alguien no nos para por la calle para pedirnos un poco de Tolstoi. Si nos conoces bien, seguramente sepas que tampoco hoy hablaremos de Tolstoi. No sabemos, francamente, quién es Tolstoi. Así que dale al play sin miedo a la decepción, porque seguramente no habrá Tolstoi en el programa, pero, a cambio... ¡Aquí hay dragones!
En este programa pasan cosas muy graves. En este programa nos excelentizamos de tal forma, nos ensorberbecemos, nos egolatramos, nos nosotrizamos de tal modo... Y, lo que es peor, nos inventamos palabras de tal manera... Bienvenidos al mejor programa que vais a escuchar en vuestra vida, hasta que, claro, hagamos otro. Abrázate a nuestro inmenso ombligo y dale al play, si puedes, porque... ¡Aquí hay dragones!
Igual no os habéis fijado, porque estáis, claro, a vuestras cosas, pero, de un tiempo a esta parte, las hojas están perdiendo su verde pretencioso. Los días, cansados, quieren contagiarnos su recién estrenada pereza, acercando la mañana a la noche, y el calor que ayer nos sobraba se convierte en aspiración nostálgica hoy. Igual no os habéis fijado, pero todo eso pasa porque es otoño (para eso estamos, para ilustraros). Así que dadle al play, si queréis, antes de que se caigan las hojas, porque... ¡Aquí hay dragones!
No tenemos nada que decir. Nada. Ni nada que añadir a la nada. Pero claro, este texto habrá que llenarlo, porque, si no, quedaría un espacio vacío feísimo y probablemente peligroso. Quizá se formaría un agujero negro por el que serían absorbidos, por ejemplo, nuestros principios, las democracias más avanzadas, las personas de bien, los países de nuestro entorno, las fechas más señaladas, los creadores de contenido y los panaderos para celiacos, vaya usted a saber. No quedará por nosotros. Pero, vamos, que no tenemos nada que decir, decíamos, salvo pedir que rellenéis con el dedo el hueco del botón del Play, porque… ¡Aquí hay dragones!
No tenemos nada que decir. Nada. Ni nada que añadir a la nada. Pero claro, este texto habrá que llenarlo, porque, si no, quedaría un espacio vacío feísimo y probablemente peligroso. Quizá se formaría un agujero negro por el que serían absorbidos, por ejemplo, nuestros principios, las democracias más avanzadas, las personas de bien, los países de nuestro entorno, las fechas más señaladas, los creadores de contenido y los panaderos para celiacos, vaya usted a saber. No quedará por nosotros. Pero, vamos, que no tenemos nada que decir, decíamos, salvo pedir que rellenéis con el dedo el hueco del botón del Play, porque… ¡Aquí hay dragones!
Hace mucho que queríamos hacer un programa como el de hoy. Lo que pasa es que se nos complicaban las agendas, nos íbamos de viaje o uno de nosotros pillaba hongos en los pies en alguna sauna, y el proyecto, claro, se frustraba. Así que a veces el programa nos quedaba distinto a este, y otras, las más, mucho mejor. Pero no este. La cosa es que al fin ha pasado, este es exactamente el programa que tanto tiempo habíamos soñado con hacer. Si tienes dudas sobre su excelencia, dale al play, no te cortes, lo mismo tienes tú razón, pero igualmente… ¡Aquí hay dragones!
Para este programa querríamos haber escrito un mensaje muy especial. Pero es que no estamos aquí, estamos ya con los nuestros. Con los de nosotros. Son fechas para estar con los nuestros, cada uno con el suyo, con esa gente que nos pertenece, que nuestro dinero nos cuesta y que para eso está, y no con esos otros que distan mucho de ser nuestros y que serán, si acaso, los de otros. Los de cualquiera. Gente de otro. Otra gente... Por lo tanto, si no eres de los nuestros, no tienes ninguna mensaje, pero tienes programa. Todo ventajas. Y como ya eres de los nuestros (y al revés), dale cuanto antes al play (al nuestro, que es el tuyo), porque… ¡Aquí hay dragones!
Como este texto se escribe siempre bastante antes de que tú lo leas, vamos a decir unas cuantas cosas sobre la actualidad del día en que se publique sin saber qué habrá pasado, a ver si acertamos: «Hay que ver cómo está todo. Nunca han estado así de mal las cosas, la verdad. Esto realmente no tiene solución y va de mal en peor, es sólo cuestión de tiempo que se despeñe todo o se vaya al garete o se cuele por el sumidero. Ahora, que esto se veía venir, estaba claro como el agua para quien quisiera verlo, pero claro, como ya nadie quiere oír a nadie ni escuchar ni ver ni nada, ahora, claro, nos vemos como nos vemos». Si hemos acertado y estamos en pleno apocalipsis, más te vale escuchar esto rápido: dale al play y ruega por que el mundo aguante un rato más, porque… ¡Aquí hay dragones!
Nosotros somos bien nacidos; sobre todo, en contraposición a los malnacidos, que eso, ya ves tú, sí puede ponerse todo junto. Podríamos también ser más humildes, pero es que el decir popular no admite las medias tintas de ser normalnacidos o regunacidos. Nos quedamos en bien nacidos y ya está, y, para refrendarlo, te damos las gracias si, aun pudiendo no hacerlo, decides, mira tú por dónde, oírnos. Así que, en virtud de estas gracias tan bien dadas, te invitamos a que le des tú al play, porque… ¡Aquí hay dragones!
Lo mejor de las caras es lo variadas que son. Con el respeto, por supuesto —vaya por delante—, que les debemos a los doppelgängers, a los que sin embargo no apoyamos: en este programa celebramos la idea de que se le otorgue a cada cual una cara diferente, para, con ello, celebrar la diversidad en todas sus formas (ante todo, porque cada cual merece saber que, aunque no le guste su cara, es al menos única). Por eso este programa sólo puede escucharse, y no verse; si alguien no quiere darle al play, no nos importa qué cara tenga. Aquí no hay discriminación, no... ¡Aquí hay dragones!
Un día de estos habrá que hablar de lo de los vasos. Porque los damos por hecho, son vasos, contenedores de cosas, preferiblemente cosas líquidas, en cantidades optimas para conformar una ración susceptible de ser consumida por un ser humano. Hay que hablar de lo de los vasos porque a veces nos liamos con que si lo de las elecciones, que si lo de las guerras, que si lo de los concursos de la tele, que si llueve o que si no, y se nos va retrasando lo de hablar de lo de los vasos. Ahora no toca, pero pronto nos pondremos con eso, ya lo veréis. Ahora toca lo de darle al play y escuchar el programa, que va de cosas que no son vasos, pero que son otras cosas, porque, si aquí no hay vasos (de momento), es porque... ¡Aquí hay dragones!
Sobre gustos no hay nada escrito. Así debe ser y así queremos que se mantenga. Obviemos los miles de tuits, post, blogs y hasta puertas de baño en que la gente habla de las cosas que le gustan y no. Obviemos los libros, las columnas de prensa, los poemas de carpeta que dicen: «Me gusta Pablo». Obviemos valientemente las webs que puntúan hoteles, restaurantes, tiendas, personas... Obviemos esas servilletas de bar en las que se dibujan cosas que le gustan a cada cual. Obviemos aquellas notas de los exámenes en que el profe te decía que le parecías bien o que necesitabas mejorar. Si obviamos todo eso sobre gustos, es cierto que no hay nada escrito, así que ojalá te guste tanto este programa que no tengas que escribir nada en ningún lado. Dale al play con mucho gusto porque... ¡Aquí hay dragones!
Estamos, ahora que sale este programa, a punto de empezar a buscar el fresquito. El año va así. Seis meses de buscar el calor y seis de querer que haya corriente. Y otros seis meses de desconcierto. Y tres meses de quejarse. Y un mes muy quietos. Por eso, por servicio público, por responsabilidad social y por no saber contar, queremos recordaros la importancia del pie para conseguir la temperatura ideal en la cama; del dominio perfecto de qué pie sacar del edredón al acostaros y de cuánta cantidad de pie es la precisa para ajustar la temperatura según la que haya en el exterior de nuestos lechos. Satisfechos por la labor realizada, os conminamos ahora a demostrar vuestro agradecimiento. Así que dadle al play y coged papel y boli, porque... ¡Aquí hay dragones!
Hay gente que escucha este programa comiendo pipas. No está en nosotros, dado nuestro respeto a la intimidad del oyente, tratar de saber si son de girasol o de calabaza. Obviamente, nos gustaría saberlo, querríamos que cada uno de vosotros nos hiciera llegar un informe exacto que nos permitiera obtener datos exactos sobre el reparto exacto de quiénes sois. Por ejemplo: 30 % de calabacers, 70 % de girasolers. O al revés. Esa información nos valdría para enfocar la comercialización de nuestros programas de forma más concreta y exacta. ¿Tanto os costaría? Exacto. Mientras esperamos el torrente de postales, abrid vuestras bolsas (del tipo que sea) de un tirón y dadle al play porque... ¡Aquí hay dragones!
Estamos en pleno entretiempo. Lo dicen las madres, lo ponen en los escaparates de las tiendas, en los autobuses, lo avisan los locutores matutinos: «Póngase algo de más, señor, señora, chaval, que este entretiempo es muy traidor». Pura rabia, lo normal. ¿Cómo no va a estar enrabietado un momento del año al que no se le da ni su tiempo, su propio tiempo completo, para él solito, sin medias tintas, sin paños calientes? A nosotros también nos sentaría fatal que este programa fuera tildado de «entreprograma», o que se llamara «Entrepoderosos», o fuera «entretenido» sin más (bueno, eso sí, entretenido que sea), una cosa que no fuera programa pero que se pudiera escuchar cuando acabaran los programas y hasta que llegaran los programas, los de verdad, decimos, los programas completos. Vaya, por tanto, desde aquí nuestro amor al entretiempo o, como lo llamamos nosotros, tiempo empoderado, tiempazo o ultratiempo. Dale al play y ponte una chaquetita, porque... ¡Aquí hay dragones!
Llevamos advirtiéndolo meses, tal vez años. Bueno, meses. Y ni caso. Nosotros reiterando que iba a pasar, pero nada, siempre se nos acusaba de intereses personales, de tratar de condicionar a la gente, de arrimar el ascua a nuestra sardina. ¿Y ahora qué? Ahora, cuando por fin se demuestra que teníamos razón, ¿qué? ¿Quién va a dárnosla? Es más: ¿cómo podría dárnosla nadie, si la teníamos ya nosotros? Lo dijimos, dijimos que hoy habría programa, y aquí está, así que dale al play y, ya que no nos diste credibilidad, danos al menos audibilidad, porque... ¡Aquí hay dragones!
Hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, lo que sucede es que no son rentables. Imagínate construir toda una ruta con sus vías, sus torres, sus travesaños, sus estaciones con cafetería y puesto de prensa y souvenirs, su tienda de repostería local, su parada de taxis en la puerta. Imagínate encargar los uniformes de todas los empleados de la estación, darlos (a los empleados, no a los uniformes) de alta en la Seguridad Social, preparar una playlist que suene por los altavoces... Claro, es verdad que luego, cuando se hace todo eso para que pase sólo un tren, resulta también útil, porque confirma el dicho. Y eso es algo. Pero dicen los expertos que, al final, a pesar de todo, no compensa. Que es lo que queríamos demostrar. Por eso este programa no se autodestruirá cuando lo escuches, porque no nos compensaría. Era todo una metáfora. Dale al play todas las veces que quieras, porque... ¡Aquí hay dragones!
Mira fijamente este texto. Elige, por ejemplo una palabra, o una coma, o, si eso es lo que te brota, tres frases encabalgadas. Lo importante es que, selecciones lo que selecciones, lo mires de manera fija. Permanente. Intensa. Durante no menos de tres horas. Nuestro siguiente consejo es que, durante esas tres horas, vayas alejando y acercando el móvil lentamente, con gran calma, sin llegar jamás a tocarlo con la punta de la nariz ni a dislocarte el codo al cambiar de dirección. Si lo consigues, si tienes la voluntad suficiente, verás cómo, a las dos horas o así, empiezan a pasar cosas. Cosas sorprendentes. No lo decimos nosotros, que ni nos planteamos una tontería así, nos lo ha dicho y dice gente en internet que no sabía nada de esto y está de lo más impresionada. ¡Ya nos contarás! ¡O, mejor, no! Igual te apetece darle al play para que el experimento se haga más llevadero, porque... ¡Aquí hay dragones!
Querido oyente: Debes saber que, si cuentas todas las palabras que contiene este programa, le restas luego el número de toses, cuentas las risas de Javi y divides las de Rodrigo entre dos restándoselas luego a las de Juan, y a eso le sacas el mínimo común múltiplo de lo que sea, te sale un número que, sumado consigo mismo, resulta que es divisible entre 135. Flipa. Si no te sale, lo normal es que lo hayas hecho mal (honestamente, nosotros no lo hemos comprobado). Vas a pasar, eso sí, un ratito matemáticamente intenso que difícilmente podrás agradecernos (no estamos tan a mano), salvo, a lo mejor, dándole al play sin medida, porque... ¡Aquí hay dragones!
El mundo se divide en dos tipos de personas: los que compran una nueva barra de desodorante en cuanto empieza a asomar la rejilla de abajo y los que no ceden y no bajan al súper hasta que la rejilla rasca en la axila. Y ya está, eso es lo que divide al mundo. Ni ideas políticas, ni gustos musicales, ni pugnas geográficas, ni gap generacional, ni nada parecido. Puede sonar maximalista, pero lo entenderéis mejor cuando lo desarrollemos. Si lo desarrolláramos, claro, lo que no va a suceder porque el único sentido de este texto es el de usar la expresión «gap generacional», que siempre engalana un texto y es casi como hablar de ropa. No esperes profundidad, lo único que nos interesa es que le des al play y te embadurnes bien de programa, hasta la rejilla y más allá, porque... ¡Aquí hay dragones!