Cuenta la leyenda que cuatro caballeros se juntaban en un lugar secreto y se ponían a hablar de sus cosas. Y cuentan que aquello que decían llegaba a la gente, y que la gente, en mayor o menor medida, atendía a sus palabras y reaccionaba a ellas de maneras diversas, ora con regocijo, ora con reproche, ora sin atención. Y cuentan que, quien esto ha escrito, estaba deseando usar «ora» como cultismo de «ahora», aunque suene más raro «ahora», en ese contexto, que «ora». Porque así son las cosas. Y ahora sí, después del texto pedante, llega lo de darle al play. Lo de abrir bien las orejas. Porque... ¡¡Aquí hay dragones!!