Se desconoce la explicación científica por la que el sonido es capaz de bajar la temperatura del cuerpo humano, pero es un hecho; de lo contrario, no se explicaría que en verano las radios se llenaran de tanto programa fresquito. Este dragón es, pues —además del último de la temporada—, fresquito como el café caliente de Turquía, como el té hirviendo de Marruecos, como un anticiclón en Escandinavia, fresquito como el trigo verde. Fresquito según quién lo escucha y cómo. Así que ponte un abrigo gordo y dale al play, porque... ¡Aquí Hay Dragones!