En este programa la periodista se puso en la piel de la gente que vive en la calle. Dormir entre cartones o tener que buscar comida fueron algunas de las experiencias que tuvo que enfrentarse la periodista durante los 21 días. El cruel mundo de la indigencia, desde un primer plano. Durante tres semanas Samanta Villar convive en algunos de los rincones del núcleo urbano junto a los sintecho. Situaciones tan duras y difíciles como dormir al raso se ponen de manifiesto en esta primera entrega. Una tienda de campaña detrás de un centro comercial o los soportales de la Plaza Mayor de Madrid son lugares donde Villar comparte experiencia con otros protagonistas cuya vida transcurre entre cartones, frío y soledad. En su estreno, la periodista convive con personas como Manuel, un "sin hogar" de 51 años que vive a la intemperie desde hace 14. O con Saib, que "descansa" en un coche abandonado rodeado de basura con el frío como único acompañante. Cualquier sitio es válido para dormir. Desde cajas de cartón en la céntrica Plaza Mayor de la capital de España, hasta cajeros automáticos, pasando por tiendas de campaña. Igualmente, los lavabos de los parking o del aeropuerto se convierten en improvisados aseos. 21 días llenos de rutina. Caminar, buscar comida, sentarse en un banco a descansar y dormir. Son los cuatro aspectos a los que se reduce la vida de los sintecho. Si la suerte está de cara, podrá entrar en algún albergue a comer. Eso si no tiene que elegir entre llevarse el único plato caliente a la boca o ducharse.
En este programa Samanta deja de comer durante 21 días para conocer de cerca las enfermedades de la bulimia y la anorexia. En su experiencia convive con personas que padecen enfermedades como anorexia o bulimia. Samanta sigue un riguroso control médico desde la Unidad de TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) de un hospital madrileño. Esta Unidad realizará pruebas para ver qué cambios sufre tras 21 días, viviendo 24 horas al día en ayuno. La doctora que le hace el seguimiento a Samanta le advierte de lo peligroso de su experiencia: el riesgo es muy alto porque algo podría cambiar en su cerebro y degenerar en una anorexia nerviosa. Es más, unos días después de someterse a esa experiencia, Samanta comienza a desarrollar conductas asociadas a la enfermedad. Se marea, se asusta y termina llorando sin saber muy bien por qué... Los resultados tras esos duros 21 días comienzan a ser graves: obsesión y distorsión de su propia imagen, falsa seguridad en sí misma, altos niveles de ansiedad e incapacidad para reconocer los síntomas del inicio de un trastorno que podría derivar en grave. Es en ese momento cuando la doctora que sigue su evolución recomienda a Samanta que dé por finalizada su experiencia. En esta carrera por perder peso, Samanta se encuentra con casos impactantes. En Ciudad Real conocerá a Pilar, una mujer de 33 años ingresada por tercera vez en la unidad de TCA del Doctor Beato. "No encuentro un motivo para salir de la enfermedad... Me planteo quitarme la vida pero no encuentro el valor necesario...", son algunos de sus pensamientos desde que empezó a padecerla. El problema, sabe, está en ella, por lo que tiene miedo de dejar la unidad. Samanta también recorre la Unidad de Psiquiatría del Hospital Reina Sofía, en Córdoba, donde asiste a un grupo de terapia para adultos. Cada uno tiene una historia que contar. Es el caso de Carmen, una paciente de 34 años, casada y con dos hijos de 9 y 4 años, cuya obsesión es vomita
En este programa Samanta fumó porros durante 21 días para comprobar sus efectos sobre la salud. Su estado de ánimo y psicológico se altera y hace que, en ocasiones, se sienta muy mal físicamente. Una situación que servirá para entender la importancia del tema que se trata: 21 días fumando porros. Samanta Villar se expone esta vez al uso continuado del cannabis, una de las denominadas drogas blandas que puede llegar a convertirse en una seria adicción. La periodista comparte escenario y situaciones con los consumidores y detractores, y en su consumo diario se somete a pruebas preparadas por el experto en comportamiento animal de la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio López. En este proceso, Samanta está con Fernanda de la Figuera, una mujer de 65 años que considera la marihuana una planta sagrada. Tal es así que la fuma a diario y cocina con ella. Además, la periodista se pone en contacto con el presidente de la Federación de Asociaciones Cannábicas y con miembros de su club, llamado Pannagh, que se encargan de cuidar una plantación colectiva y repartir su cosecha entre los miembros sin exponerse al mercado negro. Una grieta legal les permite sobrevivir. Pero también Samanta conoce los testimonios del otro lado de la balanza, de los que han sufrido los efectos del cannabis y ven en él un peligro importante. La periodista acude a Proyecto Hombre y conoce a Tomás, un joven de 21 años que comenzó a fumar porros con tan sólo 12 años, y a Toni, un padre de familia que ha estado fumando durante 25 años y que asegura que los porros le arruinaban la vida. Se volvió irascible y perdió el control sobre sí mismo. No podía faltar en estos 21 días una incursión a Amsterdam. Samanta Villar acude a la Cannabis Cup, la mayor feria del cannabis en el mundo organizada desde hace 21 años por una revista americana. Allí se pone en contacto con todos los consumidores y turistas que no se pierden este encuentro. Y conoce a los H
En esta entrega del programa Samanta vivió durante 21 días en una chabola de El Vacie, un asentamiento chabolista de Sevilla con más de 70 años. Comparte con ellos trabajo, casa y comida, durmiendo en una de las 50 chabolas o de las 90 casas prefabricadas que componen ahora el arrabal, para así poder mostrar su realidad en 21 días. A lo largo de esas tres semanas, la periodista cuenta con el apoyo de Rocío y Manuel, dueños de la chabola donde duerme. El matrimonio tiene siete hijos y llevan más de treinta años viviendo en el asentamiento. Samanta tiene que compartir el espacio de la chabola con el matrimonio y cuatro de sus hijos, además de dos nietos y una paya y sus tres hijos a los que han acogido en su 'hogar'. Su día a día es muy duro. Tiene que conducir la furgoneta de Manuel y ayudarle a recoger chatarra. Con Rocío comparte las tareas de la casa, como lavar a mano la ropa e ingeniárselas para dar de comer a una familia casi sin recursos. También conoce a Pinto, de 29 años, el hijo mayor de Manuel, que ha conseguido salir de El Vacie. Se casó con una paya, Patricia, y vive fuera del asentamiento, está totalmente integrado en su nueva vida y tiene un hijo de tres meses. Poco a poco va descubriendo los secretos de supervivencia en El Vacie. Descubre cómo los seis patriarcas toman las decisiones del poblado y el respeto que inspiran en sus vecinos. Sale con uno de ellos y con sus dos galgos a cazar liebres para poder comer ese día. Samanta aprende además el poder que tiene la Iglesia Evangélica en el poblado gracias a los cultos que se celebran en una chabola del asentamiento. Pero en El Vacie no todo son penurias. Descubre que los niños pueden olvidarse durante unas horas de dónde viven gracias a su equipo de fútbol y que hay gente como Isabel y Francisco que se ganan la vida como guardas jurado sin necesidad de tener que vender flores en un mercadillo.
En este programa, debido a la conocida operación bikini, Samanta pasó 21 días ejercitando su cuerpo. ¿Qué provoca que deseemos desesperadamente obtener un cuerpo 10?, ¿a partir de qué momento estar en forma se convierte en una obsesión? La periodista sigue durante tres semanas una cuidada y estricta dieta en la que se ha combinado ejercicio físico y nutrición, lo que le da grandes progresos en su estado físico. Samanta se somete a un chequeo médico justo antes de iniciar la experiencia y al finalizarla para comprobar su estado de salud. El programa muestra cómo muchas personas llevan el culto al cuerpo al extremo, a límites que pueden resultar incluso peligrosos... La periodista recoge el testimonio de gente anónima y de personajes más populares que han hecho de los gimnasios un auténtico santuario y del ejercicio una religión. Además del entrenador de las estrellas, Fernando Sartorius, Samanta está con personas que entienden el ejercicio como una forma de vida, jóvenes que prefieren no tener una vida social por entregarse en cuerpo y alma al gimnasio. Conoce a Francisco Mula, un ex boxeador de 50 años, campeón del mundo y Mister Universo de culturismo, que sigue una curiosa dieta: su desayuno consiste en una tortilla de 14 claras de huevos y el resto de las comidas son 1 kilo y medio de pechugas de pollo y 750 gramos de arroz, además de un par de piezas de fruta y complejos vitamínicos. La periodista está también con Martín Mazza, uno de los actores porno gays más importantes del mundo. Va al gimnasio dos veces al día y hasta tres veces al año se somete a ciclos de anabolizantes para mantenerse. Otro protagonista es Eric Putzbach, colaborador de televisión obsesionado con su propia imagen. Eric ya es un asiduo al quirófano y se ha sometido a múltiples operaciones de cirugía estética. Durante estos 21 días, Samanta se acerca a casos reales de personas con clara devoción a su propio cuerpo, una devoción que pue
Samanta pasó 21 días viviendo como una inmigrante ilegal en este programa. En Huelva existe una finca conocida como Las madres, un pinar donde han llegado a sobrevivir casi 2000 africanos en condiciones infrahumanas. Sin agua potable, sin asistencia sanitaria y durmiendo en chabolas que construyen con los plásticos que ya no usan los invernaderos. Y este es precisamente el lugar que ha elegido 21 días para que la periodista Samanta Villar conviva con la realidad más dura de la inmigración ilegal. Son 21 días como una "sin papeles" más. Ingeniándoselas para construir una chabola en la que vivir, durmiendo sobre un palé tras haber tenido que hacer cola en la parroquia del pueblo para conseguir una bolsa de comida y yendo cada día a buscar leña para calentar el agua de su "ducha". Como ellos, trabajando en los campos de fresa siete horas agotadoras, machacando su espalda para conocer de primera mano el duro trabajo de los temporeros. Durante 21 días y 24 horas al día, Samanta comparte con algunos de estos sin papeles sus insalubres y precarias condiciones de supervivencia, así como la dureza del trabajo por el que pelean a diario. Como ellos, Samanta se enfrenta a largas jornadas de trabajo en la recogida de fresas. La historia que cuentan los "sin papeles" es la misma para todos. En determinado momento de su vida se dejan conquistar por el "sueño europeo". Deciden que lo que les cuentan y lo que ven en las series de televisión es cierto. Empeñan propiedades, piden créditos o venden casas hasta reunir el dinero que les cobrarán (o robarán) por una patera. Pero la realidad al llegar a Europa es bien diferente a lo que esperaban. No tienen trabajo ni tampoco dinero para desplazarse a otro lugar, y si la policía les encuentra, se arriesgan a ser deportados. 21 días va más allá de las cifras estadísticas para presentarnos casos como el de Mousa, un joven de Mali que, al cumplir los 21 años, inició una amarga odisea que culminaría co
Samanta estuvo 21 días viviendo con una familia de Tenerife en la que todos sus miembros están en paro. Buscando los trabajos que otros rechazan para sobrevivir. Un crisol de historias interrelacionadas con un nexo de unión: una situación económica que ha castigado con crudeza a la clase trabajadora. Samanta convive durante tres semanas con la familia de Andrés (51 años) y Nati (48 años). La empresa donde Andrés llevaba 14 años trabajando no le paga desde hace diez meses. No puede cobrar el paro, ya que no ha sido despedido y legalmente sigue contratado; lleva seis meses en huelga junto a sus compañeros, a la espera de que salga el juicio que pueda resolver su situación. Por las tardes, de vez en cuando consigue hacer junto a un amigo alguna mudanza que le permite llevar algo de dinero a casa. Casi todos los días visita a su madre de 90 años que, a pesar de tener una pensión de solo 400 euros, suele darle algo de dinero y un cartón de leche. Las consecuencias de la crisis se manifiestan también en su deterioro físico: en seis meses se ha quedado calvo y sufre insomnio. No tienen dinero para los seguros de los dos coches que tiene la familia y cada día recibe llamadas de los acreedores. Las deudas les ahogan. Su esposa, Nati, se ganaba la vida limpiando escaleras hasta que una lesión de espalda y unos vértigos le impidieron seguir trabajando. Ahora está en tratamiento por depresión debido a la angustia económica que están pasando. En casa viven junto a sus hijos Braulio (23 años), Nisamar (26 años), y Yaiza (29 años) y sus nietos Jesús (6 años e hijo de Nisamar) y Tani (11 años e hija de Yaiza). Braulio trabajaba en una gasolinera, pero lleva cinco meses en paro. Ha echado currículos, pero no encuentra nada. Su ilusión es lograr un trabajo para recuperar su coche, que tuvo que vender debido a la crisis. A pesar de sus estrecheces económicas, hay días que se juntan hasta 11 familiares para comer en casa. Samanta siente la
Samanta estuvo viviendo con toda clase de lujos durante 21 días, en los que visitó exclusivas tiendas de moda en París y se alojó en lujosas habitaciones de hoteles de cinco estrellas. Durante 21 días, la periodista se sumerge en una vida igualmente desconocida para ella que aunque a primera vista parece fácil, no lo es tanto cuando lo importante es dar la talla en un mundo en que la apariencia y las formas son lo más importante. Con Samanta conocemos a la familia Turzi. El patriarca, Giusseppe, es un acaudalado empresario de 60 años que disfruta pasando largas temporadas en su velero con Marina, su novia 30 años menor que él. Su hijo, Alex, tiene algunos negocios en la isla y aficiones que son un auténtico lujo, como volar en avioneta, salir con su lancha... o ir a Pachá. Samanta llevará a cabo junto a él todas estas actividades. También en Mallorca, conocemos a Carlos , un antiguo carpintero que hizo fortuna. Hoy su vida es mucha más cómoda vendiendo barcos de lujo y disfrutando de su nueva posición. Junto a su esposa, Diana, aprovecha lo que tiene pero sin olvidar nunca el justo valor del dinero. Carmen Lomana es una aficionada al arte, en el sentido más amplio de la palabra. Le gustan tanto las antigüedades como la moda, otra forma de creación artística a su entender. E invierte por igual en ello. Lomana acompaña a Samanta a un desfile de alta costura de Dior en París y le descubre un mundo lleno de elegancia y sofisticación, que pasa por una visita a las bodegas de Moët&Chandon y a la joyería de las realezas Chaumet.
Samanta pasó 21 días trabajando y viviendo como un minero en una mina de Bolivia. La periodista se plantea abandonar por primera vez en la historia del programa. 21 días en la mina refleja la historia de mujeres solas que luchan por sus hijos en unas condiciones insoportables. Como Marlene y Doña Juana, una mujer minera y una viuda de la mina que sacrifican su vida para poder sacar adelante sus familias. Tras el programa dedicado a la crisis económica y sus devastadores efectos entre los menos favorecidos y el emitido de una vida de lujo y glamour, 21 días viaja a Bolivia para experimentar en su propia piel uno de los trabajos más extremos y sacrificados: el proceso de extracción del mineral a la antigua, casi manual. Y lo hace en Morococala, un centro minero con más de 100 años de antigüedad a más de 4.000 metros de altura situado en el interior del país. Y como no es lo mismo contarlo que vivirlo, Samanta Villar convive durante 21 días con una de las familias que habitan en este centro minero y subsisten con lo que sacan de la mina: Samanta Villar pasa por los mismos apuros, trabajando en unas condiciones extremas y muy peligrosas con el único objetivo de obtener un poco de estaño para poder comer, para dormir, para vivir. Y todo, haciendo frente al mal de altura, masticando hojas de coca, metiéndose bajo tierra y recreando la vida de quienes se dedican a este duro trabajo.
Samanta vivió 21 días como una invidente, con todos los problemas que esto conlleva: tuvo que aprender a realizar todas sus tareas cotidianas sin poder ver. 21 días a ciegas supone una inmersión de Samanta Villar en un mundo oscuro. El primer día, la periodista visita un centro oftalmológico para que le revisen la vista y cerciorarse, además, de que la experiencia no le va a causar problemas a posteriori. Cuando salga de ese centro, se pondrá una venda y no se la quitará durante 21 días.
Samanta vivió 21 días en el mundo de la industria pornográfica. ¿Se atreverá Samanta a hacer su primera escena X? Samanta convive con grandes figuras del porno, viaja a Barcelona y conoce el porno en directo, comprueba el frío que hace al rodar una escena en exteriores en las costas gallegas, contempla los "trucos" que se utilizan en una escena dura y constata que hay gente en el porno que te puede hacer reír a carcajadas... 21 días en la industria del porno. Actores, actrices, productores, directores de cine porno... Samanta Villar convive con ellos durante 21 días en un trabajo que les gusta, les da dinero y les permite vivir con la libertad que ellos quieren. Pero también tienen que pagar un precio, sobre todo las actrices, ya que les preocupa el "estigma social" y su vida personal... Y es que no es nada fácil que tu pareja sea una pornostar. Muestran con toda naturalidad que son personas normales. Actores, actrices y directores de éxito nos enseñarán lo que para ellos es lo más íntimo: sus habitaciones, sus casas, su pareja, su vida diaria, sus hijos... Algo que mantienen siempre en la más absoluta privacidad. Samanta muestra los trucos propios del género y también cómo se cuidan y cómo afrontan su trabajo todos los participantes... Es una inmersión en el mundo del porno, sin tapujos, contando la realidad de esta industria... un mundo que se ha convertido en una gigantesca máquina de hacer dinero. Pero Samanta no sólo muestra los secretos pornográficos que rodean una grabación, sino que, además, se acerca a las vivencias y experiencias sexuales más insólitas a través de los testimonios de sus protagonistas. Estamos ante un nuevo escenario: las formas de hacer porno han cambiado; en realidad, este gremio se ha convertido en una jungla llena de los personajes más variopintos. Junto a esta forma profesional de hacer y producir porno, Samanta se detiene en otra modalidad, más cercana al público general y que est
Samanta convivió y cuidó durante 21 días a una persona dependiente que necesitó su atención prácticamente las 24 horas del día. De igual forma veremos con qué fuerza son capaces de superar sus baches esbozando una sonrisa. Entrega, lucha, superación... Samanta Villar convive con personas dependientesdurante 21 días para mostrarnos cómo viven, cómo se enfrentan a su enfermedad y cómo superan día a día sus problemas con una sonrisa. Todos ellos constituyen un modelo de superación para el resto, el ejemplo más claro de que con muy poco se puede hacer mucho, verdaderos héroes con nombre y apellidos que nos muestran esta otra cara de la Ley de la Dependencia. Así serán los próximos 21 días, 21 días con personas dependientes. Para ello, Samanta estará 21 días en la casa de Sonia (40 años), Marco (16 años) y Marta. Marco, un joven aquejado de la enfermedad de Ducchene Sonia es una absoluta heroína de la vida. Está separada y trata de que, por encima de todo, su hijo Marco sea feliz y disfrute del momento. Marco padece la enfermedad de Ducchene, una enfermedad degenerativa que conlleva una pérdida progresiva de la masa muscular. Marco es un chico inteligente, responsable, divertido y totalmente lúcido. Evita por todos los medios que nadie le compadezca y siempre pone como ejemplo a su madre, la única que puede llegar a entenderle, la única que sabe cómo ayudarle porque le hace reír... Samanta entra en la casa temiendo hacerse cargo de Marco. Está preocupada por la habilidad y delicadeza que conlleva, pero poco a poco, y con la ayuda de éste, se atreverá a bañarle, vestirle, limpiarle y trasladarlo a la silla o a la cama. A lo largo de estos 21 días Samanta seguirá la lucha de Sonia, su madre, con la Ley de Dependencia. Una épica historia de amor: el Alzehimer no les podrá separar Samanta toma conciencia de una épica historia de amor. Un viejo matrimonio.Él ha abandonado su trabajo y su "vida" para cuidar
Samanta vivió del mar durante 21 días, aprendiendo a realizar todas las tareas que debe realizar un marinero: Colocar el sedal, poner cebos en los anzuelos y tener que estar pendiente todos los días de la cantidad de pescado obtenido. Manuel es patrón del SEGMON. Lleva 22 años en el mar. Se ha perdido el nacimiento de sus hijos, sus cumpleaños y muchas fechas importantes junto a sus familias: "me lo perdí... mala suerte", se lamenta. Pero es su trabajo, su vida y es el responsable de los 12 tripulantes que componen el SEGMON. Su papel no es nada sencillo: tiene la responsabilidad de que vuelvan todos a casa con un buen sueldo. A pesar de llevar media vida en el mar, "nunca te llegas a acostumbrar", asegura. Cabras, pez sable, virrey, cabracho... piezas que no pueden dejar escapar porque dependen de ellas. Pero hay muchos condicionantes, quizás demasiados: el mal tiempo puede entorpecer la pesca, los anzuelos pueden causar heridas graves y un mal movimiento puede hacerte caer y perder el equilibrio: "Si caes, lo primero que tienes que hacer es quitarte las botas, para que el mar no te lleve abajo...", advierte uno de los marineros. Otras veces se encuentran con algunos arrastreros que faenan en la misma zona, y que en muchas ocasiones se han llevado sus amarres o han colisionado con ellos... Pero no hay más remedio "si no pescas, no comes. Hay muchos barcos, mucha competencia. Nosotros sólo podemos competir con la calidad", dice Manuel. Trabajan 20 horas al día. Sólo duermen 4 horas diarias. A las 5.30h de la mañana lanzan el aparejo. Su trabajo es inagotable. "Si conseguimos 2.000 kilos diarios, estaría bien", habla el patrón. "Me arrepiento". José Luis, contramaestre del SEGMON. 20 años en el mar. "Aquí en este trabajo estás muy solo. El mar es como una droga. No te gusta, pero acabas drogándote. Una mala marea te da 600 euros, una buena te puede dar 2.000". José Luis tiene dos hijos. Su ex mujer nunca se acostumbró a su vida. "
Samanta pasó 21 días buscándose a sí misma mediante distintos rituales de chamanismo, sesiones de meditación e introspección. Este fue, además, el último reportaje presentado en solitario por Samanta. La periodista se encuentra consigo misma en el "Valle de las Sensaciones" en la Alpujarra granadina, donde llevará una vida de creatividad e inspiración. A lo largo de 21 días, Samanta comparte las experiencias de un grupo de personas que, durante unos días, ha dejado a un lado la rutina para encontrar el sentido a sus vidas. La periodista conoce por qué estos hombres y mujeres han decidido trasladarse a la finca y las expectativas de futuro que tienen cuando salgan de allí. El "Valle de las Sensaciones" propone una forma de vida sensorial y en contacto directo con la naturaleza; desde casas en los árboles hasta duchas al aire libre, todo forma parte de un diseño sostenible que posibilita la meditación, el trance y los rituales chamánicos A lo largo del reportaje, la periodista vive en esta comunidad y es testigo de cómo es posible aplicar el arte a las tareas cotidianas del día a día como, por ejemplo, emplear un original aparato como la lavadora-bicicleta para realizar la colada. Además, Samanta se enfrenta por primera vez al universo chamánico de la mano de expertos y maestros que constituyen la fuente de sabiduría por excelencia para el colectivo del Valle. Por otra parte, conoce variados perfiles que, poco a poco, le irán abriendo su vida interior y le revelarán las razones por las que han decidido trasladarse a esta finca y las expectativas que les sugiere la forma de vida de este peculiar lugar. En este sentido, Samanta conoce a Achim, un luthier alemán que hace diez años descubrió está finca por casualidad y que define el proyecto como el lugar idóneo para "llevar una vida comunitaria auténtica dando un máximo de libertad para la individualidad".
Este programa fue el primero presentado por la nueva reportera encargada de 21 días, Adela Ucar, y la despedida definitiva de Samanta del programa. En él, ambas pasaron 21 días viviendo con gente famosa para saber cómo es su día a día. Fiestas privadas, preestrenos de cine, presentaciones, inauguraciones, cumpleaños... cualquier sarao es bueno para lucirse y dejarse ver. En estos encuentros se citan famosos de todo tipo, desde los que han logrado el éxito por méritos propios hasta los que aprovechan el filón al acercarse a famosos de primer nivel. ¿Cómo afrontará Adela su primer photocall? Para su primer contacto con la fama, necesita consejos. Por eso se pone en manos del estilista Josie para intentar acaparar las miradas de la prensa en los photocalls. "La fama te llega cuando una chispa nace en ti y tienes algo que ofrecer", le aconseja Josie. ¿Cómo llevan los famosos que se metan en su vida privada? ¿Lo aprovechan o lo sufren? ¿Cómo consiguen los paparazzis esa fotografía que nadie tiene? Adela Úcar, en su primer reportaje de 21 días, se adentra en el mundo de la fama con importantes personalidades del mundo del corazón: Nicolás Vallejo Nájera "Colate" y Paulina Rubio, Adriana Abascal o Cari Lapique son sus compañeros de travesía. Visita a Adriana Abascal en el hotel Villamagna. Adriana, tras casarse con el magnate mejicano Emilio Azcárraga, se ha convertido en una de las mujeres más ricas y famosas de ámbito internacional. Ella se toma su fama de forma natural y sabe que su imagen es muy importante: "intento dormir bien, estar contenta... esto es un trabajo y no me lo tomo de forma personal. Llegas a una sesión de fotos y me siento como en un cuento de hadas... Luego me desmaquillo y vuelvo a ser ya normal". Adela pasa un día con Adriana y la acompaña a una glamourosa fiesta en la que es la protagonista absoluta Con Colate la cosa cambia. Adela viaja hasta Miami para navegar junto al marido de Paulina Rubio. La fama la l
En este programa, Adela vivió 21 días trabajando en el vertedero de La Chureca y compartiendo el día a día con las familias que viven de él.
En este programa, Adela pasó 21 días bebiendo alcohol y conviviendo con alcohólicos.
En este programa, Adela vivió 21 días con varias familias musulmanas, debiendo acostumbrarse a las estrictas costumbres de esta religión.
En este programa, Adela convivió durante 21 días con artistas de un circo ambulante, el Circo Wonderland. Durante estos días ensayó diversos números, y el último día, Adela salió a pista interpretando 3 números del espectáculo: Domadora de tigres, payaso, y acrobacias con cintas de seda.
En este programa, Adela tratará de conocer el mundo del sadomasoquismo.
La caza es una práctica que siguen de forma legal cerca de dos millones de personas en España. Una de ellas es Cristina López de Ceballos, una excepción en el mundo la caza, puesto que, según confiesa: "sigue siendo un ambiente machista". Con sólo seis años le regalaron una escopeta de perdigones, a los 12 le hicieron "novia" por su primer animal abatido en caza mayor y ahora, con 31 años, es toda una experta, con un título de Campeona de España de Tiro al Pichón. Con ella, Adela practica la modalidad de rececho de macho montés. Pepe Pazos es otro amante declarado de la naturaleza y de la caza, una afición que le viene de familia. Comenzó con tan sólo nueve años y desde entonces no ha dejado de cazar. Estuvo vinculado al mundo inmobiliario y a la distribución de gasóleos pero lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a esta disciplina, siendo guía y gestor de un coto durante 18 años. Presume de haber cazado en todos los continentes y prefiere ocultar el dinero que se ha llegado a gastar para obtener un trofeo. Con él, la periodista conoce la caza más elitista: el ojeo de perdiz. A lo largo del reportaje, también convive con Pedro Queipo de Llano, un cazador profesional de 43 años que vive desde hace nueve en Sudáfrica con su mujer, también cazadora profesional, y sus tres hijos. En España, se dedicaba organizar cacerías junto a americanos y alemanes y ahora, junto a su familia, ofrece safaris por Sudáfrica y Mozambique. Además, la periodista comparte un puesto en una montería con Alberto Rodríguez, un agente de seguros que reconoce que "lo que más me gusta de la caza es estar en el campo con los amigos". Confiesa que sufre una contradicción al amar la caza y plantearse quién es él para matar a un animal. Su explicación a esto es sencilla: "O eres cazador o no lo puedes entender", afirma.
Uno de estos casos está protagonizado por Carmen Manzano, una jardinera de 33 años con dos hijos y en el paro, que deja de percibir la ayuda estatal, por lo que no podrá hacer frente al pago del alquiler ni de los recibos. Ahora las únicas opciones que baraja son irse al coche con sus hijos u ocupar una antigua casa que pertenece a su expareja, lo que supone que puedan echarles de nuevo a la calle. Carmen toma la decisión a lo largo del programa. Tamara López es una pastelera de 23 años y lleva tres en el paro. Con un hijo de ocho años, Tamara fue desahuciada por el banco en octubre del año pasado y al mes siguiente ya había ocupado una casa vacía. Desde entonces vive allí con su hijo, sin luz propia y sin agua. Sobrevive gracias a las ayudas sociales, pero deja de percibir los 426 euros que le proporciona el Estado. Adela también muestra la historia de Juan Royo, un taxista jubilado de 83 años que apenas puede valerse por sí mismo. Vivió en su casa con su mujer y sus hijos durante más de 20 años, pero ella murió y con los hijos no tiene relación. Después de tres meses sin poder pagar el alquiler de su casa, los dueños del piso le demandaron y le llegó la orden de desahucio. En breve tiene que abandonar la casa y aún no sabe dónde irá.
Antonio Fernández, conocido como El bigotes, es un entrenador de boxeo de 63 años que enseña a jóvenes deportistas desde hace 22. Vive por y para el boxeo y, aunque no llegó a ser profesional, en su gimnasio -Doming?s Hell- se han formado numerosos campeones en esta disciplina. A lo largo del reportaje, Antonio le propone a Adela un reto: prepararla en 21 días y enseñarle las bases de este deporte para que pueda subir al ring como una auténtica púgil en una exhibición. Adela Úcar también conoce a una de las figuras más representativas del boxeo en España, Pablo Navascúes, Huracán, boxeador madrileño de 35 años. Posee el cinturón de Campeón de España y el de Campeón Intercontinental y, después de un tiempo sin boxear, se preparará para el Campeonato de Europa de Peso Medio, competición a la que asiste como espectador el ex-boxeador Poli Díaz. Con Huracán, la periodista aprende y vive lo que significa ser profesional: carreras a las 6:30 horas de la mañana, entrenamiento físico y técnico y una estricta dieta para perder peso de cara al combate final. Otro de los deportistas que trabaja con Adela será Issac Rodríguez, conocido como Pitbull, entrenador de 29 años y discípulo aventajado de El bigotes. Isaac fue boxeador, pero no pudo seguir con su carrera debido a numerosas lesiones. El boxeo es para él un deporte que exige mucha disciplina y será muy duro y estricto en el entrenamiento de la periodista. Adela también conoce a Soraya Sánchez, una boxeadora de 32 años que lleva entrenando desde los 19. Su carrera se consagró en el año 2009 al proclamarse Campeona de Europa de los Pesos Gallo, aunque reconoce que lo tiene difícil en este mundo predominantemente masculino. Entrena con ella y comparten juntas algunas de sus dudas y miedos. Tras 21 días de entrenamiento, debuta en una exhibición en la categoría de Peso Ligero en el Pabellón del Parque Amate de Sevilla, donde tiene que demostrar todo lo que ha aprend
La periodista, que practica este deporte desde hace ocho años, se traslada a Puerto Escondido (México) para surfear en Playa Zicatela. Allí convive con algunos de los mejores surfistas mexicanos y con jóvenes promesas del surf mundial para conocer de primera mano cómo es la vida diaria de la gente que vive por y para este deporte. Según los amantes del surf, en Playa Zicatela "rompe" una de las olas más peligrosas del mundo. Hasta esa zona irá Adela Úcar, junto a Coco Nogales, el único mexicano que se sitúa entre los 10 mejores surferos del mundo y que es capaz de recorrer una ola gigante de 15 a 18 metros. Adela conoce también a la joven Asaya. A sus 14 años pertenece a una generación denominada "Groms", es decir, aquellos chavales entre 8 y 14 años que viven por y para el surf. Asaya lleva tres años y medio surfeando y toda su vida gira en torno a su preparación; de hecho, no acude al Instituto y estudia y realiza los exámenes sin acudir a clase. Su gran afición proviene de su madre quien, con 37 años, se dedica a Asaya y a su preparación. Óscar Moncada, de 27 años, es otro de los mejores surfistas mexicanos. Desde los 11 años se dedica a diario a este deporte. Para Óscar, "el surf, más que un deporte, es un estilo de vida. Lo que me gusta es vivirlo con libertad, aunque esté obligado a competir porque vivo del dinero que me proporcionan los patrocinadores", asegura. Por último, Adela esta junto a Christian Corzo y toda su familia. A todos les une la pasión por el surf y se trasladaron a Puerto Escondido cuando Christian tenía solo tres años. Tanto él como su familia hacen escapadas a las playas de la zona para buscar las mejores olas y practicar en grupo esta disciplina.
Adela acompaña a Ruth, una joven de 24 años que reside en Denia con sus padres y que se autodefine como una auténtica bakala. Amante de la noche valenciana y heredera de la “ruta del bakalao”, ella y sus amigos conducen 200 kilómetros para irse de fiesta. Todos ellos son seguidores del newstyle -un estilo musical caracterizado por un ritmo duro y acelerado- y recorren las discotecas de este género en la zona de Levante. El equipo de “21 días” se sumerge con ella en un festival newstyle llamado “Party 12 horas non stop”, donde viven desde dentro lo que es aguantar 12 horas de fiesta sin descanso. Otro de los jóvenes que conoce Adela será Rafa, un chico murciano de 22 años que lleva todo un año esperando y ahorrando para viajar durante un fin de semana a Ibiza, coincidiendo con la apertura de las discotecas de la isla. Es un viaje intensivo, de viernes a domingo de fiesta, que comienza con la visita a la inauguración de la discoteca Space. También en Ibiza, la periodista conoce a Dina, una joven de 26 años amante del glamour ibicenco, cuyo trabajo de relaciones públicas le ha llevado a vivir en ciudades como Londres y Miami. Gracias a sus contactos, vive y disfruta de las fiestas más selectas de la noche en Ibiza. Juntas acuden a uno de los eventos más esperados de la temporada: la inauguración del Ushuaia Beach Hotel. Javiparty es otro de los protagonistas del reportaje: tiene 50 años y lleva ocho trabajando para los millonarios que visitan Ibiza y que, durante sus vacaciones, necesitan casa, coches de alta gama, yates, mesas en los mejores restaurantes... Javiparty vive de la fiesta y para la fiesta y forma parte de la cultura ibicenca y de las veladas interminables que se alargan varios días. Disfruta sabiendo que, gracias a sus contactos, vive como un millonario sin serlo. Pero no siempre se dedicó al mundo de la noche, ya que la mayor parte de su vida trabajó como transportista en Valencia. Adela Úcar convive con él var
Viven aislados en colonias, apartados de los núcleos urbanos, sin luz eléctrica ni avances tecnológicos; su religión les prohíbe cantar, bailar, ver la televisión o escuchar la radio; por el contrario, mantienen usos tan antiguos como viajar en coche de caballos y utilizar una máquina de madera para lavar la ropa. Son algunos de los dictámenes del credo menonita, que rechaza el progreso e impone a sus fieles un modo de vida anclado en el pasado y basado en una particular interpretación de la Biblia. Adela Úcar vive en primera persona esta forma de entender el mundo “Como hace 100 años”: se viste y peina como ellos, habla su idioma -el bajo alemán- ya en desuso y se mimetiza con todas sus tradiciones, normas y costumbres.
¿Qué se siente al apostar? ¿Qué puede suponer ganar o perder una partida? ¿Qué pasa si juegas todos los días? Adela ha buscado respuesta a ésta y otras muchas preguntas relacionadas con el mundo del juego y las apuestas. La periodista ha vivido “21 días en la piel de un jugador” para conocer las sensaciones y los peligros asociados al juego y aprender a apostar y a enfrentarse cara a cara con la victoria o la derrota en compañía de personas habituales de este mundo. Antes de empezar a jugar, Adela Úcar acude a la consulta de la psicóloga Susana Jiménez para saber qué le puede suponer a la periodista jugar sin límite durante 21 días. Según afirma Susana, “es una experiencia que no es inocua. Tiene un riesgo porque el juego puede ser un entretenimiento, pero también se puede convertir en una conducta potencialmente adictiva”, explica.
Buscan un futuro mejor. Uno de los destinos escogidos por muchos de ellos es Noruega por su alto poder adquisitivo y su bajo nivel de desempleo, ya que sólo afecta a un 3% de la población activa. Adela Úcar ha viajado hasta Oslo para vivir "21 días buscando trabajo fuera de España". Las dificultades en la búsqueda de trabajo en esta ciudad, especialmente para aquellos que no dominan el idioma; el alojamiento en pisos patera; y el recurso a las organizaciones de caridad en casos de necesidad articulan esta nueva entrega.
Esta nueva entrega pone a prueba la capacidad de resistencia de Adela Úcar. Durante tres semanas, la reportera realiza cometidos propios de trabajos extremos, empleos que muy pocos elegirían como forma de vida y en los que tendrá que superar sensaciones de riesgo, asco, pudor e incluso pánico. Maquillaje de cadáveres, limpieza de alcantarillas, control de plagas o taxidermia. Va a descubrir que todo el mundo puede superar sus miedos y fobias, si tiene una buena razón para hacerlo.
Su proceso de aprendizaje junto a grandes toreros y las sensaciones que ha experimentado al ponerse delante de un toro formarán parte de “21 días toreando”, nueva entrega del programa presentado por Adela Úcar . Bajo la premisa “No es lo mismo contarlo que vivirlo”, Adela Úcar regresa para vivir una vida que no es la suya y someterse durante 21 días, 24 horas cada jornada, a las mismas condiciones de aquellas personas con las que convive en cada reportaje. "21 Días" arranca la temporada sumergiéndose en el mundo del toreo. En plena polémica en torno a las corridas de toros, Adela Úcar pasa “21 Días toreando” sumergiéndose de lleno en el arte de la tauromaquia. ¿Qué se siente cuando se está frente a un toro? ¿Es tan fuerte como para estar dispuesto a morir en la plaza? Para responder a estas preguntas Adela Úcar participa de la fiesta y vive con toreros y aspirantes a figuras de la lidia. El reto: aprender a torear y sentirse torero en 21 días.
Adela deja a un lado sus inseguridades Vanila escoge para la periodista un vestuario subidito de tono Las pretensiones e inseguridades de la periodista se quedan detrás del escenario para interpretar a una mujer sexy y provocativa. El vestuario es uno de las inseguridades de Adela que no se siente segura a la hora de lucirlo ante cientos de miradas.
De la misma manera, desamparada y sola, Adela Úcar acepta vivir “21 Días en la cárcel”, convirtiéndose en la primera periodista española que vive esta experiencia en un programa de televisión. La reportera de “21 Días” ha accedido a pasar voluntariamente una temporada viviendo como una reclusa en la cárcel de Najayo Mujeres, una de las más importantes de la República Dominicana. Es consciente de que no va a contar con ningún tipo de privilegio y de que tiene que adaptarse a una vida privada de libertad, sola y sin protección. En el momento de su ingreso, le obligan a desnudarse y a someterse a un reconocimiento para comprobar que no esconde nada en el interior de su cuerpo. A continuación, recibe sus únicas pertenencias dentro del centro: un uniforme y un colchón con el que tiene que cargar hasta la celda de aislamiento donde pasa su primera noche. En el comedor de la prisión, le esperan nuevas sorpresas: todo debe comerse con cuchara porque los tenedores y los cuchillos están prohibidos; son objetos potencialmente peligrosos en un entorno en el que la violencia siempre está latente. Al mismo tiempo descubre lo que significa realmente estar privado de libertad: no poder decidir personalmente ni las rutinas más básicas. La limpieza, la higiene personal o la alimentación pasan ahora a ser patrimonio de los vigilantes del centro, quienes deciden en qué momento debe hacerse cada tarea. Ser recluso también significa carecer de privacidad.
Para ello, ha vivido de cerca y ha compartido el fervor de distintas hermandades, ha sido portadora de trono en una procesión en Málaga, ha visitado la localidad bosnia de Medjugorje para asistir al lugar donde los fieles aseguran que se aparece la Virgen e incluso ha realizado un duro vía crucis. El 72% de los españoles, más de 33 millones, se considera católico; de ellos, siete millones de personas reconocen ser practicantes. En nuestro país existen 8.500 cofradías o hermandades cuyos miembros no conciben la vida sin la fe religiosa. Para ellos, los días de Semana Santa no son una festividad más, sino los más importantes del año, y se preparan durante doce meses para vivirlos.
Perú es el sexto productor mundial de oro y el primero de Latinoamérica, con 150 toneladas extraídas en 2011. Mientras en el resto del mundo, incluida España, los yacimientos auríferos están prácticamente agotados, en el país andino la extracción del oro es una actividad floreciente que en 2010 reportó al país más de 7.000 millones de dólares y que ha dado lugar a una economía sumergida formada por buscadores de oro artesanales, personas que intentan extraer el metal al margen de la ley en situaciones de extrema inseguridad. ¿Cómo es la vida de las personas que arriesgan su vida para encontrar oro? Adela Úcar quiere saberlo y por ello busca el preciado metal durante 21 días en Perú. Para ello, la periodista convive con familias de mineros que se adentran cada día en la profundidad de la montaña en busca de un sueño: encontrar una veta de oro que les saque de la miseria y les haga ricos. Para la periodista se trata de un reportaje especialmente duro. “Esta montaña es el lugar más inhóspito en el que he estado nunca”, revela ante la cámara.
Adela Ucar nos va a mostrar la vida de una comunidad que vive entre nosotros y de la que desconocemos las costumbres. ¿Cómo se divierten? ¿Cómo son sus relaciones familiares? ¿Están integrados en nuestra sociedad? La presentadora nos desvela como es el día a día de los chinos, cuáles son sus prioridades en la vida y y su forma de verla.
Es el caso de los Pedrín, una familia que viaja con sus atracciones y su casa a cuestas “antes, cuando llegábamos a un pueblo con los camiones, los chiquillos gritaban corriendo ‘¡la feria!, ¡la feria!’. Eso se ha perdido” nos cuenta Cheli, la matriarca. Ella disfruta de su vivienda y de la vida nómada de una forma especial “yo en la caravana, mejor que el piso” comenta, “aquí tienes más intimidad. Y más libertad”. Ya veremos como se las apañan con un miembro más en la familia: Adela, que de repente se encuentra viviendo en un espacio bastante más reducido y trabajando de noche y durmiendo de día. La reportera tendrá que entregarse a la feria por completo. Intentando hacer caja sin descanso y animando para que la gente se suba a sus atracciones. Un feriante trabaja en unas 22 ferias por temporada, de abril a octubre son meses intensos, en los que hay que hacer el máximo de dinero posible para vivir el resto del año y hacer frente a los pagos “siempre estamos metidos con los bancos, con los préstamos” nos dice Cheli, “si esto no se recupera en este año, yo creo que el año que viene va a haber muchísimos feriantes en la calle”.