La caza es una práctica que siguen de forma legal cerca de dos millones de personas en España. Una de ellas es Cristina López de Ceballos, una excepción en el mundo la caza, puesto que, según confiesa: "sigue siendo un ambiente machista". Con sólo seis años le regalaron una escopeta de perdigones, a los 12 le hicieron "novia" por su primer animal abatido en caza mayor y ahora, con 31 años, es toda una experta, con un título de Campeona de España de Tiro al Pichón. Con ella, Adela practica la modalidad de rececho de macho montés. Pepe Pazos es otro amante declarado de la naturaleza y de la caza, una afición que le viene de familia. Comenzó con tan sólo nueve años y desde entonces no ha dejado de cazar. Estuvo vinculado al mundo inmobiliario y a la distribución de gasóleos pero lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a esta disciplina, siendo guía y gestor de un coto durante 18 años. Presume de haber cazado en todos los continentes y prefiere ocultar el dinero que se ha llegado a gastar para obtener un trofeo. Con él, la periodista conoce la caza más elitista: el ojeo de perdiz. A lo largo del reportaje, también convive con Pedro Queipo de Llano, un cazador profesional de 43 años que vive desde hace nueve en Sudáfrica con su mujer, también cazadora profesional, y sus tres hijos. En España, se dedicaba organizar cacerías junto a americanos y alemanes y ahora, junto a su familia, ofrece safaris por Sudáfrica y Mozambique. Además, la periodista comparte un puesto en una montería con Alberto Rodríguez, un agente de seguros que reconoce que "lo que más me gusta de la caza es estar en el campo con los amigos". Confiesa que sufre una contradicción al amar la caza y plantearse quién es él para matar a un animal. Su explicación a esto es sencilla: "O eres cazador o no lo puedes entender", afirma.