Es el caso de los Pedrín, una familia que viaja con sus atracciones y su casa a cuestas “antes, cuando llegábamos a un pueblo con los camiones, los chiquillos gritaban corriendo ‘¡la feria!, ¡la feria!’. Eso se ha perdido” nos cuenta Cheli, la matriarca. Ella disfruta de su vivienda y de la vida nómada de una forma especial “yo en la caravana, mejor que el piso” comenta, “aquí tienes más intimidad. Y más libertad”. Ya veremos como se las apañan con un miembro más en la familia: Adela, que de repente se encuentra viviendo en un espacio bastante más reducido y trabajando de noche y durmiendo de día. La reportera tendrá que entregarse a la feria por completo. Intentando hacer caja sin descanso y animando para que la gente se suba a sus atracciones. Un feriante trabaja en unas 22 ferias por temporada, de abril a octubre son meses intensos, en los que hay que hacer el máximo de dinero posible para vivir el resto del año y hacer frente a los pagos “siempre estamos metidos con los bancos, con los préstamos” nos dice Cheli, “si esto no se recupera en este año, yo creo que el año que viene va a haber muchísimos feriantes en la calle”.