Los 8.000 kilómetros cuadrados de la Comunidad son una extensión relativamente pequeña para la gran cantidad de paisajes, contrastes y matices que reúne. En el primer capítulo, la sierra de Guadarrama, con el macizo de Peñalara -techo de Madrid-, la Bola del Mundo y Cuerda Larga. Bajo las montañas nevadas, el valle del Lozoya, El Paular, Rascafría y Pinilla. Ascendemos de nuevo hasta Navafría, sobrevolamos el río Lozoya y sus embalses, y tras Riosequillo llegamos a Buitrago. En los valles del norte se sitúan las "cubetas" que surten de agua potable a Madrid, considerada la mejor de Europa. En los propios embalses es habitual encontrar lugares de práctica de deportes náuticos. Posiblemente el de El Atazar es el más espectacular, con 115 metros de altura en su dique principal. El viaje continúa hacia La Puebla de la Sierra y La Hiruela, dos de los pueblos más aislados de la Comunidad, incrustados en el fondo del valle. De caminos, cruzamos el Hayedo de Montejo, que se ha convertido en un gran atractivo turístico natural. En el vértice norte, triple límite con Guadalajara y Segovia, se sitúa Peña Cebollera. Por sus laderas, cascadas de agua descienden hacia Somosierra, y finaliza el camino en La Cabrera, puro granito vertical que es una tentación para los escaladores. Peñalara, Rascafría, Buitrago de Lozoya, Puebla de la Sierra, La Hiruela, Somosierra y La Cabrera.
Recorremos el curso del río Guadarrama y sus alrededores. Iniciamos el viaje desde la espectacular Bola del Mundo y el puerto de Navacerrada. Siete Picos y el puerto de la Fuenfría son lugares muy transitados por excursionistas. Hacia abajo, por la calzada romana por la que en tiempos de los romanos cruzaron desde mendigos hasta reyes, llegamos a Cercedilla y el embalse de Navacerrada. Continuamos por Manzanares el Real y el imponente castillo de los Mendoza, el embalse de Santillana y las maravillas rocosas de La Pedriza, colosal mole de granito que en su día fue refugio de bandoleros. Miraflores nos conduce a través de la antigua cañada real segoviana a Bustarviejo y las amplias dehesas en las que pasta ganado bravo. Un lugar donde tienen pasión precisamente por los toros es Colmenar Viejo, hacia donde nos dirigimos. Al oeste, el monte de El Pardo, habitado por gamos y jabalíes y preservado por su condición histórica de cazadero real. Volviendo a la sierra, Guadarrama y el alto de El León. Perdemos altitud y descendemos hacia Cabeza Lijar, triple límite entre Madrid, Ávila y Segovia. Sobrevolamos Cuelgamuros y el Valle de los Caídos, espectacular desde el aire. Abantos y San Lorenzo de Escorial, con su majestuoso monasterio nos despejan la senda hacia el embalse de Valmayor, Galapagar, y las tierras de cultivo del suroeste. Puerto de Navacerrada, Cercedilla, Manzanares el Real, Bustarviejo, Colmenar Viejo, Puerto de Guadarrama, El Escorial y Valdemorillo.
Nuestro recorrido arranca en Zarzalejo, al pie de Las Machotas. El puerto de la Cruz Verde recibe a multitud de motos en su alto, tradicional lugar de encuentro para conocer la zona. Después, Santa María de la Alameda y el barrio de Las Herreras, por donde culebrea el río Cofio... y también el ferrocarril, que conecta El Escorial y Ávila desde hace más de 140 años. Robledo de Chavela y su gran iglesia gótica es nuestro siguiente destino, y algo más al sur, el cerro de La Almenara. Valdemaqueda y sus bosques de pinos nos llevan hacia el río Alberche, que se abre en el embalse de San Juan, único de la Comunidad donde está autorizado el baño y la práctica de todos los deportes náuticos. San Martín de Valdeiglesias saluda a la sierra de Gredos, y allí nos asomamos a los famosos toros de Guisando. Seguimos hasta Rozas de Puerto Real, extremo suroccidental de la región, Cadalso de los Vidrios y Cenicientos. Agricultura y ganadería es lo que se explota en las llanuras de Villa del Prado, y sobrevolamos el Safari Park. Remontando un poco hacia el norte, alcanzamos la llamada playa de Madrid, arenales en el río Alberche a la altura de Aldea del Fresno. Nos esperan Villamanta, Navalagamella y Brunete. El paisaje se llena de verdes dehesas, encinares y campos de cultivo. Navalcarnero, tierra de vinos, El Álamo y Valdemoro son los últimos puntos de este camino por el suroeste de la Comunidad. Zarzalejo, Santa María de la Alameda, Robledo de Chavela, San Martín de Valdeiglesias, Villa del Prado, Brunete, Navalcarnero y Valdemoro.
Los más de 1.000 kilómetros de longitud del río Tajo cruzan en su parte central el sur de la Comunidad de Madrid. Sus aguas han servido para la explotación agrícola de productos de regadío. Atravesando verdes campos llegamos a la monumental Aranjuez. El camino hacia el norte nos lleva a Villaconejos, famosa por el cultivo de melones, y a la entrada de Titulcia nos asomamos al Tajuña en su confluencia con el Jarama. Llegamos al humedal de San Juan, y volvemos a girar hacia el sudeste en dirección Chinchón, con sus pintorescas calles y su popular Plaza Mayor. Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvanés son los siguientes puntos de nuestro camino, y volvemos al río a la altura de Villamanrique de Tajo. Antiguos castillos, palacios y cuevas se nos muestran a nuestro paso, hasta alcanzar Fuentidueña. Estremera y Brea de Tajo marcan el límite este de la región. Volvemos hacia el interior por Carabaña, conocida por su excelente agua, y Ambite, por donde cruza una de las vías verdes ciclistas de la Comunidad. Siguiendo el Tajuña aguas abajo, sobrevolamos Tielmes y las 60 cuevas excavadas en sus cantiles de yeso. Perales de Tajuña se sitúa en uno de los enclaves más ricos desde el punto de vista agrícola, y terminamos nuestro recorrido en Morata y San Martín de la Vega, donde el parque de atracciones Warner nos llama poderosamente la atención. Aranjuez, Chinchón, Fuentidueña de Tajo, Carabaña, Morata de Tajuña y San Martín de la Vega.
El río Lozoya fluye hacia abajo buscando el Jarama. Sobrevolamos sus verdes praderas y sus impresionantes cañones y alcanzamos el bonito pueblo de Patones de Arriba, entre cerros y pizarra. Hacia el oeste, Torrelaguna y su iglesia gótica, y por las verdes vegas del Jarama, nos desviamos hacia Guadalix de la Sierra y el embalse de Pedrezuela. Volviendo al curso del río, pasamos por Talamanca, Fuente el Saz y Algete. El Henares aparece por el este. Sobrevolamos la cárcel de Meco y llegamos a la gran Alcalá, hoy gran ciudad, pero de pasado milenario. Pezuela, Nuevo Baztán y la gran urbanización de Eurovillas nos abren el camino hacia campos de amapolas y lavanda, y alcanzamos Loeches, Campo Real y Arganda del Rey, tradicional cruce de caminos en la ruta natural de Madrid hacia Levante. Acabamos nuestra ruta con la impactante imagen de la explosión urbanística de Rivas Vaciamadrid, convertido de pueblo a ciudad en pocos años, y lugar de contrastes entre la explotación industrial dedicada a la extracción de áridos y la aparición de bellas lagunas creadas por la propia filtración del Jarama. Torrelaguna, Guadalix de la Sierra, Talamanca de Jarama, Meco, Alcalá de Henares y Arganda del Rey.
Sobrevolamos los monumentos más emblemáticos de Madrid y la zona metropolina. Partiendo de la catedral de la Almudena y de la antigua muralla árabe, encontramos también el Palacio Real, la Plaza de Oriente y el Palacio Real. Un poco más adelante, la Plaza Mayor y la Plaza de la Villa, antigua sede del ayuntamiento. Callejeando por el centro sobrevolamos las cavas, la iglesia de San Francisco el Grande, y así llegamos a la Puerta de Toledo, y al girar de nuevo, a la Puerta del Sol, kilómetro 0 de la red de carreteras nacionales. Tomamos dirección sur hacia la plaza de Tirso de Molina y bajamos por la Ribera de Curtidores por el popular Rastro de Madrid. Como contraste, los grandes edificios de Plaza de España y la zona de Azca. Pero Madrid también es su área metropolitana. La zona sur, en la que vive aproximadamente un millón de habitantes, reúne cinco grandes ciudades que hasta hace nada eran pequeños pueblos labriegos: Móstoles, Alcorcón, Leganés, Getafe y Fuenlabrada. Madrid, Móstoles, Alcorcón, Leganés y Getafe.
Madrid no se entiende sin las otras ciudades que la rodean. El Arco del Triunfo de Moncloa, el Templo de Debod, el edificio España y la Torre de Madrid, en la Plaza de España, son algunos de los emblemas que flanquean las entradas de la capital. Gran Vía y Alcalá vertebran el centro de la ciudad, y algunos de sus edificios y fachadas no dejan indiferente a nadie, como el edificio de Telefónica, el Círculo de Bellas Artes, el Banco de España o el Palacio de Correos, actual ayuntamiento. Al suroeste, encontramos momentos de recreo en el estadio Vicente Calderón, la Casa de Campo y su lago, el Parque de Atracciones y el Zoo. Volamos Manzanares abajo, años antes de la remodelación de su entorno, hacia el Planetario, para volver a adentrarnos en la ciudad a través de paseo de Delicias y Atocha. Comienza entonces el llamado "Triángulo del arte", con el Museo Reina Sofía, el Thyssen y El Prado. Estamos en la parte más monumental de la capital, con el Congreso de los Diputados, Neptuno y la Puerta de Alcalá, la silueta más conocida de Madrid en todo el mundo, que sirve además de entrada al popular parque de El Retiro. Nos dirigimos a la zona este, donde sobresale Torre España, la antena de telecomunicaciones construida con motivo del Mundial 82, y la M30 nos conduce hacia la plaza de toros de Las Ventas y el cementerio de la Almudena, que desde lo alto es realmente sobrecogedor. De nuevo en el centro encontramos la Plaza de Colón, la Biblioteca Nacional, con sus más de 3 millones de volúmenes, y tomamos altura hacia el Madrid más alto, dominado por los rascacielos del eje de la Castellana. Hasta la construcción de las Cuatro Torres, los techos de Madrid fueron las Torres Kio, el Windsor -antes de su incendio-, la torre del BBVA y sobre todo Torre Picasso. Mientras, San Sebastián de los Reyes, lugar de los encierros más populosos de la Comunidad, y Alcobendas y su Museo de la Ciencia se erigen como los principales núcleos de población d
Tras el seco verano castellano, es tiempo de vendimia en los campos de Madrid. Colores verdes, amarillos y ocres se funden en el sureste. Sobrevolamos Chinchón, Colmenar de Oreja, donde se realizan las labores propias de la estación como la cosecha de maíz o la limpieza de pastos. Cambiando de rumbo, entre Canencia y el puerto de la Morcuera, las manchas de colores son todavía más espectaculares. Es el momento perfecto para disfrutar de excursiones y de recolección de setas en las laderas del valle del Lozoya. El monasterio de El Paular, el embalse de Pinilla y en especial el hayedo de Montejo ofrecen todo el esplendor de sus paisajes en esta época. Rojos, ocres, verdes... la variedad cromática es realmente impresionante. Río abajo llegamos a la presa del Pontón de la Oliva, el primero que se construyó en Madrid, en tiempo de Isabel II. El Jarama nos conduce lentamente hasta Aranjuez, que en otoño también se viste de otoño. Al otro extremo sur, las aguas del Alberche llegan al embalse de San Juan, y álamos y chopos se convierten en vigías de la playa de Madrid, en Aldea del Fresno. Con la sierra de Gredos en el horizonte, volvemos hacia el norte remontando el río Cofio y entre pinos, encinas y robles llegamos a San Lorenzo de El Escorial y el bosque de La Herrería. Mientras, más arriba, en La Bola del Mundo, nos sorprenden las primeras nieves de la temporada, mientras los cementerios se pueblan de vivos que recuerdan a los muertes. El campo dormirá hasta la primavera y los colores de Madrid se irán apagando. Chinchón, Colmenar de Oreja, Canencia, Río Lozoya, Embalse de Riosequillo, El Paular, Hayedo de Montejo, La Acebeda, Río Jarama, Aranjuez, Río Tajo, El Alberche y Pantano de San Juan.
La milenaria historia de Madrid se escribe a través de sus edificios. Desde los vestigios árabes hasta los rascacielos de la actualidad, las muchas culturas que han pasado por la región han dejado su sello. Incluso el antiguo Egipto, con el Templo de Debod, del siglo II a.C. (aunque eso sí, no fue construido aquí, sino que fue un regalo trasladado piedra a piedra hasta el centro de Madrid). Algunos de esos edificios históricos son: la catedral de La Almudena, el castillo de Manzanares el Real, el de la Coracera (en San Martín de Valdeiglesias), el monasterio de Santa María La Real, en Pelayos de la Presa, la Cartuja de El Paular, la iglesia de la Magdalena en Torrelaguna, la universidad de Alcalá de Henares, fundada el último año del siglo XV. Otros también son la plaza de Chinchón, el Palacio Real de Aranjuez, la Casa de la Villa, el monasterio de El Escorial, el monasterio de la Inmaculada, en Loeches, y sobre todo, el Palacio Real de Madrid. La Real Casa de Correos, el Real Cortijo de San Isidro, la iglesia de San Francisco el Grande, el Teatro Real, la estación de Atocha o el hospital de Jornaleros pertenecen a épocas más recientes. Y en el siglo XX llegaron los edificios de la Gran Vía, el Palacio de Comunicaciones, el Edificio España, la Torre de Madrid, Torres Blancas, los edificios de Azca o el Tribunal Constitucional, las Torres Kio o Torrespaña, el popular "pirulí", que hasta la construcción de Las Cuatro Torres, fue el edificio más alto de la capital. Templo de Debod, Murallas de Buitrago, Catedral de la Almudena, Castillo de Manzanares el Real, Castillo de Coracera, Torrelaguna, Alcalá de Henares, Chinchón, Palacio de Aranjuez, Ayuntamiento de Madrid, Monasterio de El Escorial, Palacio de Oriente, Real Casa de Correos, Puerta del Sol, San Francisco el Grande, Teatro Real, Estación de Atocha, Gran Vía, Banco de España, Cibeles, Palacio de Comunicaciones y Plaza de España.
De norte a suroeste, la Comunidad de Madrid es una frontera natural entre las dos Castillas. Recorremos el límite occidental de la región comenzando en Somosierra, el pueblo más al norte de Madrid. Al otro lado, la meseta segoviana nos lleva hasta Sepúlveda, las hoces del Duratón y Pedraza. Volviendo al sur, sobrevolamos Navafría y el macizo de Peñalara, la cumbre de Madrid. Al otro lado de las montañas, los pinares de Valsaín, núcleo de actividad maderera, La Granja de San Ildefonso, inmeso complejo palaciego del siglo XVIII, y el rosado palacio de Riofrío. Los viejos búnkeres de la Guerra Civil jalonan las faldas del alto del León y sobrevolamos las obras de la línea de AVE entre Madrid y Valladolid, en construcción en el momento de la grabación de este programa. En el lado madrileño sobrevolamos el impresionante Valle de los Caídos y llegamos a Peguerinos (en Ávila), cuyo embalse de La Aceña es un paraíso para los pescadores de truchas. Nos esperan Santa María de La Alameda y la dehesa de la Cepeda, una isla madrileña de 1.300 hectáres entre Segovia y Ávila, pero que pertenece a los límites de Madrid. En nuestro camino al sur, seguimos en Ávila: Cebreros, El Tiemblo y La Adrada. Entramos de nuevo en Madrid, y sobrevolamos Cenicientos, frontera natural entre los valles del Tiétar y del Alberche. Almorox, Escalona y Méntrida, ya en Toledo, miran a Madrid desde el suroeste. Somosierra, Sepúlveda, Hoces del Duratón, Pedraza, Navafría, Valsaín, Granja de San Ildefonso, Palacio de Riofrío, Sierra de Guadarrama, Valle de los Caidos, En tierras de Ávila, Peguerinos, La Cepeda, El Tiemblo, Valle del Tiétar, La Adrada, Cenicientos, Almorox, Río Alberche, Méntrida y Batres.
Cotidianos y concurridos. Otros, remotos o casi olvidados. En su pequeña extensión, la Comunidad de Madrid esconde bellos y muy variados parajes. Desde el monte de El Pardo, bosque mediterráneo casi virgen debido a su condición de "cazadero real", hasta los castillos de los valles del Tajuña y el Henares, pasando por la aglomeración de cada domingo en pleno centro en El Rastro. Contrastes entre los alrededores de El Paular y el y el casticismo de las Vistillas, entre el embalse de Pedrezuela y las Cavas, entre la pétrea Patones de Arriba y la modernidad de las grandes infraestructuras. Desde la villa más al oeste, Rozas de Puerto Real, al mismo centro en la Puerta de Alcalá, o las increíbles vistas desde La Bola del Mundo. El Pardo, Río Manzanares, Castillo de Biñuelas, Castillo de Casadola, Río Henares, El Rastro, Puente del Perdón, Guadalix de la Sierra, Embalse de Pedrezuela, Silla de Felipe II, Patones de Arriba, Viaducto y Vistillas.
Las líneas de los mapas no se ven desde las alturas. Y lo comprobamos sobrevolando el límite este de la Comunidad de Madrid. Arrancamos en la cima de Somosierra, en Peña Cebollera, que separa Madrid de Segovia y Guadalajara. Al otro lado, la llanura castellana no parece tener límite. Descubrimos la belleza de los pueblos negros en Campillo de Ranas y Majaelrayo y volvemos a entrar en Madrid a través del Hayedo de Montejo. El embalse de El Vado se sitúa en el centro de la bella sierra de Guadalajara. Nos esperan Tamajón, Retiendas o las ruinas del monasterio de Bonaval. Valdepeñas de la Sierra y Uceda son nuestros siguientes destinos. Los pueblos madrileños del este (Patones, Torremocha, Talamanca, Corpa u Orusco) comparten terreno con Pioz, con su impresionante castillo, Mondéjar, Horche y Pastrana. Impresiona el contraste entre la central nuclear de Zorita y el pueblo en el que se sitúa. Por último seguimos hacia el sur y entramos en Tarancón (Cuenca), donde nos sorprende el crepúsculo. Montañas de Somosierra, Pico Ocejón, Roblelacasa, Majaelrayo, El Cardoso de la Sierra, Hiruela, Puebla de la Sierra, La Vereda, Tamajón, Retienda, Valdepeñas de la Sierra, Uceda, Patones de Abajo, Patones de Arriba, Torremocha de Jarama, Talamanca de Jarama, Olmeda de las Fuentes, Orusco de Tajuña, Mondéjar, Pastrana, Zorita de los Canes y Tarancón.
Es conocido que el agua que beben los madrileños es de las mejores de Europa. Ello se debe a la cercanía de la sierra y la red de embalses de la Comunidad. Sobrevolamos algunos de los lugares que más nieve y hielo acumulan durante el invierno, y que son el nacimiento de nuestros ríos: en la Cuerda Larga y La Pedriza nace el Manzanares, que se amplía en el embalse que lleva su mismo nombre, y que a partir de ahí corre hacia la capital. En Somosierra nos sorprende la chorrera de Los Litueros, un salto de agua de más de 50 metros de altura y que da origen al río Duratón, que después se pierde en tierras segovianas. Visitamos el escondido embalse del Pradillo, cuyas aguas se encuentran con el arroyo Aguilón en busca del Lozoya, que descansa en el embalse de Pinilla. Más abajo, la presa de Riosequillo y el embalse de El Villar siguen reteniendo las aguas del Lozoya, y El Atazar permite la práctica de deportes náuticos. Aguas abajo, la vega del Jarama, frontera natural con Guadalajara, acoge puentes, acueductos y almenaras, en su camino hacia el Parque Regional del Sureste, donde confluyen Jarama y Manzanares y donde la mano del hombre ha creado de manera indirecta más de 30 lagunas. Titulcia se asoma al Jarama poco antes de su unión con el Tajuña, que llega procedente del este. Finalmente llegamos al Tajo, el gran río que cruza la Comunidad, y que en los alrededores de Aranjuez se ensancha y nutre de agua a zonas de regadío y sirve de esparcimiento navegable. Camino de la capital, sobrevolamos la laguna de María Pascual, en el parque de Polvoranca. Por supuesto, no podía faltar el Retiro, y el lago de la Casa de Campo. Y no olvidemos la "playa" de Madrid, el arenal situado en Aldea del Fresno bañado por las aguas del Alberche, que proceden del embalse de San Juan, también navegable. El embalse de Valmayor también sirve de lugar de recreo, y más al norte divisamos La Jarosa y el embalse de Navacerrada. La Bola del Mundo, Venti
Los fines de semana los madrileños ocupan tierra, agua y aire para despejarse de la estresante semana. Escalada en La Cabrera o La Pedriza o senderismo por la sierra son algunas de las actividades más habituales. Los que buscan más adrenalina acuden al circuito del Jarama o disfrutan de paseos en moto llenos de curvas por carreteras como la que sube a la Cruz Verde. Por el aire, vuelos en autoligeros, y por el agua, navegación en los embalses de la Comunidad. Para quienes buscan entretenimientos más lúdicos, el Parque de Atracciones y el Zoo llevan décadas haciendo las delicias de grandes y pequeños. Mientras, la Plaza de Toros de Las Ventas se llena en las tardes de festejos, y sobrevolamos el Vicente Calderón, el estadio de Vallecas o el de Butarque, en Leganés, donde luchan los gladiadores del siglo XXI. También tienen su espacio los múltiples campos de golf repartidos por toda la región. Y en tiempo de nieve, Valdesquí reúne las mejores condiciones para los aficionados. Pero en Madrid también se puede esquiar en pleno verano, en el parque Xanadú de Arroyomolinos. Carreras populares, días de campo, sendas en bici... la oferta lúdica de Madrid los fines de semana es amplia y para todos los gustos. Rocódromo, La Pedriza, Circuito de El Jarama, Puerto de la Cruz Verde, Pico de Abantos, Parque de Atracciones, Delfinario del Zoo, Plaza Monumental de las Ventas, Coso de Colmenar Viejo, Valdesquí, Navacerrada, Parque de nieve Xanadú, Vicente Calderón, Teresa Ribero y campo de Leganés, El Rastro, Teatro Real, Museo del Prado, Parque del Buen Retiro y Parque Warner.
La Comunidad de Madrid ha sido testigo de siglos de historia. Sus tierras y edificios han visto convivir a distintas gentes y explican muchos y curiosos sucesos que han definido el carácter madrileño. Desde La Pedriza, escondrijo para bandoleros y salteadores y lugar de ejecuciones en tiempos pasados, al Tren de los 40 Días, un viejo y efímero ferrocarril construido a toda prisa durante la Guerra Civil, pasando por Ambite, disputada frontera con el Islam durante la Reconquista. Otras curiosidades: cajas de bronce que guardan reliquias de santos coronan las torres del monasterio de El Escorial y protegen al edificio de grandes tormentas. El centro de Madrid fue también durante siglos el ambiente donde bandoleros ejercían sus quehaceres. Móstoles se convirtió a primeros del siglo XIX en adalid contra el ejército napoleónico. Las cañadas reales fueron testigo de la historia... en fin, decenas de hitos que han construido la idiosincrasia de Madrid. La Pedriza, Puerta de Toledo, Monasterio de El Escorial, Plaza Mayor, Cadalso de los Vidrios, Brunete, Puente de la Paz, Pinto, Valdemoro, Móstoles, Miraflores de la Sierra, Bustarviejo, Polvoranca, Puerto de Guadarrama, Puerto de Navacerrada y Navalcarnero.
Madrid capital y provincia está surcado por infinidad de carreteras y vías férreas en continua trasiego de gentes. Desde el tranquilo "tren cremallera" que sube de Cercedilla a Navacerrada, a la velocidad vertiginosa del AVE, pasando, por supuesto, por el difícil equilibrio entre acera y calzada, entre vehículos y peatones. Sobrevolamos también el Teleférico de la Casa de Campo, Plaza de Castilla -punto de entrada y salida de la capital-, Chamartín, el metro, el viaducto sobre el Cofio... diversas infraestructuras que contrastan con espacios más tranquilos en la zona de Las Vegas. La industria y la construcción también transforman la fisonomía de Madrid: nuevos complejos residenciales unifamiliares, nuevas autovías, túneles, polígonos. Sierra de Guadarrama, Valle de Lozoya, Estación de Atocha, Casa de Campo, Puerta de Europa, Estación de Chamartín, La Estación, Cerro de la Almenara, Villarejo de Salvanés, Ciudad de la Imagen, El Molar y M-30.
Las estampas que deja el invierno en Madrid son realmente espectaculares. La nieve y el frío se apoderan de todo y cubren campos y montañas. Sobrevolamos La Hiruela, en el extremo nordeste de la Comunidad, el Hayedo de Montejo, Somosierra, Peña Cebollera, la chorrera de los Litueros o La Acebeda. Mientras, en el valle del Lozoya sólo unos pocos animales soportan la fría estación y todo toma un aspecto más propio de tierras nórdicas. En Guadarrama, los caminantes pasean por la Cuerda Larga, y los esquiadores disfrutan de las pistas madrileñas. La Pedriza también reúne algunas de las imágenes más bellas del invierno, con la nieve buscando huecos entre las grandes piedras para descansar. Mientras, en latitudes más bajas, la ciudad se mueve con una luminosidad más oscura. La noche llega antes y las luces que engalanan la capital nos indican que ha llegado el tiempo de navidad.
Reza el dicho: "Sólo Madrid es corte". Y es que Madrid, con sus edificios y espacios regios, posee un importante patrimonio monumental. Comenzamos nuestro vuelo sobre los cimientos de la ciudad, las murallas árabes, junto a las que ahora destacan la catedral de La Almudena y el Palacio Real. Después Madrid adquiría la categoría de villa y corte. El Madrid de los Austrias dejó algunos de los emblemas turísticos de la ciudad. Paseamos por la plaza de la Villa y la Plaza Mayor, donde convivieron escenas de nobles y cortesanos paseando por las engalanadas calles junto con episodios sórdidos de rencillas y asaltos protagonizados por veteranos de la guerra de Flandes y después Luis Candelas y sus secuaces. Debido a su variedad de flora y fauna, los campos madrileños se convirtieron en coto de caza de la monarquía española. Algunos de los cazaderos favoritos fueron el Castillo de Viñuelas y los alrededores de El Escorial. Otros lugares históricos también fueron testigo de momentos trascendentales como los toros de Guisando, donde Isabel la Católica se coronó como reina de Castilla, Navalcarnero o Chinchón, que que asistieron a bodas o coronaciones, o Aranjuez, escenario durante años de la vida palaciega.
En 2003, momento en el que se grabó el programa 'Madrid desde el aire', el edificio de Torrespaña, construido con motivo del Mundial 82, era el más alto de la capital, con 220 metros de altura. Mientras, La Bola del Mundo, a 2.262 metros, es la edificación construida en Madrid a mayor altura. A sus pies, Navacerrada (1.860 metros), el paso por carretera más alto de la región. Más antiguo es el puerto de la Fuenfría y la milenaria calzada romana que unía Segovia y Titulcia. El cerro de Los Ángeles, en Getafe, está considerado como el centro geográfico de la Península Ibérica. Somosierra es la población situada más al norte, mientras que Aranjuez la más meridional. Al oeste, Rozas de Puerto Real es la última población en despedir al sol cada día, mientras que Brea de Tajo y Estremera marcan el extremo oriental de la Comunidad. En Guadalix se sitúa el asentamiento humano más antiguo, fechado hace 25.000 años y ahora bajo las aguas del embalse de Pedrezuela. El edificio más antiguo, curiosamente, no es madrileño, sino egipcio. El Templo de Debod, con más de 2.300 años de antigüedad y traído piedra a piedra desde el Nilo. Si volvemos a la actualidad, nos fijamos en Xanadú, la pista cubierta de esquí más grande Europa, y La Cubierta (la plaza de toros de Leganés), la primera techada de Madrid. Al norte, la presa del Villar, que guarda las aguas del Lozoya, fue la primera presa de bóveda del mundo, con una pared de 40 metros de altura. Mientras, El Atazar es la mayor, con 425 hectómetros cúbicods de capacidad y una pared de 115 metros de altura. La cruz del Valle de los Caídos, el monasterio de El Escorial, el hayedo de Montejo... son otros de los récords de Madrid.
Debido al clima continental de Madrid, hay grandes diferencias de temperatura y de paisajes entre invierno y verano. Desde el blanco impoluto que cubre los picos de la sierra de Guadarrama y de Somosierra, hasta los amarillos y rojizos del cálido verano, pasando por los tonos verdes y las aguas agitadas que marcan la llegada de la primavera.
Sobrevolando toda la Comunidad de Madrid nos hemos encontrado con escenas verdaderamente insólitas, espectaculares. Toros bravos que nos plantan cara, montañeros desafiando al vertigo en las cimas más inaccesibles, pescadores escondidos en el cauce de un remoto rio... Hemos reunido todas esas estampas memorables para ofrecérselas en este programa especial que contiene lo mejor de 'Madrid desde el aire'.
En el último capítulo de la serie 'Madrid desde el aire' mostramos cómo se hizo este espectacular programa. Casi 20.000 kilómetros, la distancia que separa Madrid de Nueva Zelanda, para mostrar más de 300 rincones de múltiples puntos de vista. El aeródromo de Casarrubios del Monte (justo en el límite de Madrid con Toledo) fue desde el principio el centro de operaciones desde el que despegaba el helicóptero, un Ecureuil 350B. Allí, revisión diaria de motores y de la cámara y, por supuesto del plan de vuelo por parte de un equipo compuesto por 2 helicópteros, 2 pilotos, 3 realizadores, 2 operadores de cámara y 2 guías, que dedicaron casi un año y medio a la elaboración del programa. Una vez en el aire, poblaciones, campos y montañas quedaban a los pies de nuestros ojos. Los madrileños también fueron parte fundamental en la elaboración, puesto que colaboraron activamente en algunos planos. Pero no todo fue fácil. También hubo incidentes, como las constantes paradas (hasta 10 en un mismo día) para limpiar la lente de la cámara, que se ensuciaba con insectos "suicidas".
Un cruce de caminos, un mar de tejados, un laberinto de calles y gente arriba y abajo. Esto es Madrid. Una ciudad que, aunque parece abarcable desde el cielo, no se puede abrazar de una vez. Para conocerla hay que ir poco a poco, escogiendo cada vez alguna de sus incontables historias. Madrid desde el aire nos presenta en este recorrido un viaje a través del espacio y del tiempo para atrapar el pasado de Madrid y sentir sus latidos, para sumergirnos en ‘Madrid, el corazón’.
Sobrevolar la Comunidad de Madrid nos permite contemplar el mundo de contrastes que encierra. Una región dinámica y vanguardista, la de los negocios y la vida en permanente ebullición. Pero esa no es la única imagen ni la más completa. No lejos de la capital y su cinturón urbano encontramos otra estampa totalmente diferente: la de los espacios naturales, los inviernos rigurosos, los pueblos de piedra y las casas cerradas. Posiblemente la zona más bella de la geografía madrileña, aunque también el territorio más deshabitado.
Los madrileños somos muy de pasear. Por eso, a pesar de ser tan urbanitas, tenemos multitud de espacios verdes muy próximos, lugares en los que estirar las piernas y coger aire fresco. Madrid nos lleva de paseo por algunos de los 3.800 parques y zonas verdes con más encanto de Madrid en ‘Madrid y sus parques’.
A lo largo de los últimos cien años las capitales europeas han crecido hacia el cielo desafiando constantemente las leyes de la física y poniendo a prueba las técnicas de la construcción. Y Madrid no iba a ser una excepción. Desde el Edificio Telefónica en la Gran Vía hasta la Torre de Cristal al norte de la Castellana, pasando por el edificio Torres Blancas, ha pasado menos de un siglo, un periodo de tiempo en el que la arquitectura madrileña ha levantado varias cimas en el perfil de la ciudad hasta dibujar un skyline que hoy contemplamos ‘Con la vista bien alta’.
Madrid es una ciudad en permanente evolución que ha atravesado los siglos adaptándose al crecimiento de la población y sus necesidades. Primero alrededor del núcleo histórico inicial y, después, aventurándose poco a poco más allá de los límites de la capital, hasta alcanzar el ritmo vertiginoso de expansión de los siglos XX y XXI. Siempre transformándose, pero siempre fiel a sí misma, cada época dejando su huella en “Madrid, la ciudad que cambia”.
Los madrileños tenemos muchas cosas de las que poder presumir, y sus cumbres nevadas son algunas de ellas. “Montes de color acero” escribió Baroja. “Azules montes” los llamó Machado. Hablamos de la Sierra de Guadarrama. No es la más grande ni la más alta, pero es capaz de enamorar a todos cuanto se acercan a ella. Madrid desde el aire nos invita a descubrir el secreto de la fascinación que ejerce “La Sierra de Madrid”.
Madrid desde el aire nos presenta cinco destinos, cinco lugares de la Comunidad de Madrid que acumulan historia, tesoros artísticos y títulos llenos de honores. Un recorrido por las ‘Maravillas de la Comunidad de Madrid’.
El agua es sinónimo de vida. A la vera de los ríos nacieron los primeros asentamientos humanos. Con el tiempo los madrileños hemos aprovechado hasta la última gota y hemos levantado imponentes presas, obras hidráulicas que nos han proporcionado su abastecimiento, y también rincones para el ocio y la práctica deportiva. Pero el agua se presenta en nuestra tierra de muchas y espectaculares maneras. Madrid desde el aire nos propone un viaje siguiendo el cauce de nuestros ríos, una travesía por “Los caminos del agua”.
Madrid desde el aire sigue en este capítulo las huellas de la cultura y el arte en la ciudad de Madrid. Decenas de museos y salas de exposiciones, otros tantos teatros y salas de conciertos, monumentos, cines, centros culturales… La oferta madrileña es extensa y variada. Hay tanto por ver, disfrutar y descubrir que solo podemos exclamar “Madrid, ¡qué arte!”.
Repartidos por la madrileña Sierra Norte, un conjunto de municipios planta cara a la despoblación. Hablamos mucho, y con razón, del Madrid que se vacía, pero… ¿qué hay del Madrid que se llena? Un fenómeno que también existe en nuestra comunidad. Localidades que en los últimos años han experimentado un notable desarrollo, se han expandido y no han dejado de ganar habitantes. Por distintos motivos y en diferentes zonas. ¿Cómo eran y cómo son esos pueblos madrileños? Madrid desde el aire nos conduce por ‘El Madrid que crece’.
Campos de cereales. Hectáreas de olivos. Terrenos de vides y huertas. Casi la mitad del territorio de la Comunidad de Madrid está dedicado a actividades agrarias y ganaderas. Denominaciones de origen como los vinos y el aceite o productos como la carne de Guadarrama o los espárragos de Aranjuez certifican que ‘Madrid también es campo’.
La situación estratégica de Madrid hace que sea el centro de todas las miradas. Por cualquier medio, los madrileños siempre hemos estado en conexión con todo lo que nos rodea y, para ello, contamos con lugares de paso en los que hemos visto también pasar parte de nuestra vida. Madrid desde el aire nos propone un recorrido por espacios que nos comunican y que, de igual modo, comunican el deseo de unidad que nos mueve. Un repaso por ‘Conexión Madrid’.
Tronos y dragones. Madrid fue durante una época tierra de frontera. De hecho, aquí se elevaron construcciones defensivas que, más tarde, dieron pasos a espacios lúdicos. Madrid desde el aire nos lleva a través de un viaje en el tiempo desde las primeras fortificaciones a otras más recientes. Sobrevolaremos lugares épicos ‘Entre castillos y palacios’.
Madrid es un espacio, una ciudad, pero también lo es las gentes que lo habitan. Y también es una idea, un sentimiento, un conjunto de emociones y una fuente de inspiración constante. Lo fue para los reyes, que en los paisajes de la Comunidad de Madrid levantaron magníficos edificios. Lo fue y lo sigue siendo para los artistas. Madrid ha sido pintada, contada y cantada por artistas de dentro y de fuera. Al fin y al cabo, el que llega a Madrid es de aquí. Lo fue Galdós, que era canario; lo es Sabina, que es andaluz; y tantos otros que en estas tierras han encontrado su musa. Madrid desde el aire nos descubre ‘El Madrid que inspira’.
Dicen que el cielo de Madrid tiene algo especial: unos radiantes amaneceres, atardeceres de ensueño, noches en las que las estrellas se asoman con curiosidad. Nadie puede sentirse indiferente ante estas maravillas. Junto a Madrid desde el aire visitamos lugares de nuestra comunidad que se han adentrado en los misterios celestes. Un sorprendente viaje ‘De Madrid al cielo’.
Recorrer la Comunidad de Madrid es una experiencia que nos permite asomarnos continuamente a lugares llenos de encanto, a rincones apartados y a historias que todavía consiguen sorprendernos. Solo hay que dejarse guiar por las ganas de conocer y aprender, porque la geografía madrileña ofrece multitud de posibilidades. Emprendemos vuelo para explorar ‘Curiosidades de nuestro territorio’.
Durante siglos, la devoción de los madrileños ha levantado decenas de templos por todo el territorio de la Comunidad de Madrid. Un riquísimo y desconocido patrimonio que encierra arte, arquitectura, tradición y un profundo sentimiento religioso. Y que revela los avatares de la historia de esta tierra fronteriza donde las culturas se han superpuesto y es fácil adivinar nuestro pasado musulmán en las huellas que el mudéjar ha dejado por la geografía madrileña. Junto a Madrid desde el aire recorremos los edificios que se han elevado hacia el cielo en una constante aspiración espiritual y volamos ‘De campanario en campanario’.
¿Se han perdido alguna vez? Dicen que, a veces, perderse es la mejor manera de encontrarse con uno mismo. Por eso, la Comunidad de Madrid dispone de caminos recónditos pero llenos de encanto. Gracias a ellos, uno puede extraviarse y abandonarse así a la contemplación de un entorno natural único. Madrid desde el aire nos descubre cinco rutas senderistas. Sobrevolamos Madrid por ‘El camino más perdido’.
La vida se abre camino. Y de ello es testigo el gran número de vías pecuarias de la Comunidad de Madrid. En particular destacan las cañadas reales, recorridos sorprendentes usados para el tránsito de las ovejas trashumantes desde la Edad Media. Comenzamos junto a Madrid desde el aire un recorrido siguiendo estos senderos, un viaje por ‘Cañadas y trashumancia’.