Tras la frustrada reforma amarniense llevada a cabo por Akenatón, una crisis se sumió en todo el Antiguo Egipto. No sería hasta el reinado de Seti I cuando comenzaría la recuperación económica y la estabilidad. Tras él llegaron grandes faraones como Ramsés II, que se lió a tortas con los hititas y los pueblos del mar y extendió bastante el imperio. Sin embargo, el imperio del llamado Ozymandias, como bien dice el poema, acabaría sucumbiendo con el paso del tiempo. Ramsés III fue el último faraón que pudo saborear algo de gloria y tras él comenzó el principio del fin. Entre invasiones por todos lados y la fragmentación debida al poder de los sacerdotes de Amón, el Imperio Nuevo se fue a tomar por culo.