La policía ha hecho una redada y los calabozos de la comisaría se han llenado de inmigrantes chinos ilegales. Cuando se declara un incendio, Paco arriesga su vida para salvar a uno de ellos que ha quedado atrapado por el humo. El chino resulta ser un monje budista al que su religión obliga a permanecer junto a su salvador hasta que pueda devolverle el favor. Paco ya no soporta más la presencia constante del simpático oriental, pero no sabe cómo deshacerse de él. Lucas es dado de alta y sigue su recuperación en casa de Paco donde recibe los cuidados de Lola, Silvia y Sara. El policía sigue fingiendo que sufre amnesia para que la hija adolescente de Paco renuncie al amor que siente por él. Pero es Silvia, su ex mujer, la que vuelve a retrasar su boda con Márquez al creer que a Lucas sólo recuerda las cosas buenas que vivieron juntos. A Lola no le queda más remedio que advertir a Lucas de que lo está haciendo puede traer malas consecuencias. Kike es un bromista que se pasa el día gastando bromas a sus compañeros. La última es estropearle el pelo a Curtis con un gel que le ha pasado en los vestuarios de la comisaría. Curtis está decidido a vengarse, pero no encuentra una broma lo bastante pesada. Al final se le ocurre que lo mejor es insinuarse para que Kike piense que es homosexual. Lo que Curtis no espera es que Kike reciba de buen grado su fingido acercamiento sexual.