La UNIC investiga el brutal asesinato de Susana y Dalina Suárez, encontradas en un ritual macabro: atadas a sillas, con aire comprimido que destrozó sus pulmones. Un hombre con túnica blanca y cabeza de águila las declaró sacrificios “para el aire”. Aunque una carta suicida firmada “Ámbar y Aguamarina” parece cerrar el caso, los detectives descubren otros crímenes similares ligados al zodiaco. Las víctimas, menores de 21 años, comparten patrones que apuntan a un asesino obsesionado con la astrología. Convencido de su rol cósmico, el culpable asegura que sus sacrificios son necesarios para preservar el equilibrio universal.