La investigación comienza con el hallazgo del cuerpo de Georgina, una corredora desollada, junto a una macabra bolsa confeccionada con piel humana. Los detectives identifican un patrón entre las víctimas: mujeres tatuadas que anhelaban la perfección. En una curtidora clandestina, la asesina se dedica a desollar a mujeres jóvenes con pieles perfectas y tatuajes llamativos, convencida de que las transforma en algo hermoso. Según su retorcida lógica, no las mata, sino que las ayuda a alcanzar una perfección eterna. Sin embargo, su visión distorsionada de la belleza desata una espiral de horror.