Después de que un enfermero descubre el cuerpo mutilado de su compañero de departamento, la policía le pide al detective Barraza de la UNIC que tome el caso. Durante la autopsia, doña Mari descubre que no es un asesinato común, ya que el homicida quiso cubrir sus huellas intentando reacomodar las vísceras de la víctima después de sustraerle un riñón. El resultado de los análisis de sangre de la víctima pone en evidencia que quizá no sea un caso aislado ya que utilizaron una droga para inmovilizarlo y así sacar el órgano. A este tipo de asesinos se les conoce como “goteros” por el peculiar modo de drogar a las víctimas.