1993. Marc, un famoso DJ de la conocida Ruta del bakalao, cierra un acuerdo para pinchar en Ibiza. Esa noche, por tanto, será la última vez que pinche en Puzzle, la discoteca valenciana de la que ha sido residente y que regenta su buen amigo Sento. El resto de sus amigos -Toni, Nuria, Vero- se reúnen para verle pinchar y despedirse de él. A lo largo de esa noche, Marc se debatirá si irse o no a Ibiza al tiempo que entra en una espiral de autodestrucción. Es la decadencia de La Ruta y del propio Marc.
1991. Dos años antes. Marc y Toni son ahora pareja y viven juntos. Él está obsesionado con el tema que está preparando para enseñar a Rulo mientras ella trabaja en un hotel frecuentado por ruteros. A lo largo de ese día, en el que Marc pinchará por primera vez su tema en el N.O.D., la discoteca que lleva Sento, tanto Marc como Toni se enfrentan a sus propios fantasmas, a dos hermanos, Lucas y Vero, que han marcado su vida para siempre.
1989. Marc, apoyado por Toni, debuta como DJ en la discoteca ACTV donde trata de revivir el espíritu de su hermano, incluso vistiéndose como él. Mientras, Carmen, su madre, todavía sumida en el duelo por la perdida de Lucas, encuentra consuelo en un cura aficionado al techno, y fan de su hijo, que sin saberlo, le da la clave para sobreponerse a su pérdida y a su dolor. Sento y Nuria, entretanto, siguen con su constante tira y afloja mientras él trata de encontrar en Benidorm al batería de los Stones Roses.
Nochevieja de 1985. El grupo al completo lo celebra en Spook mientras se enfrenta a sus propios conflictos: Toni al reencuentro con alguien clave de su pasado, Lucas a su atracción por Enric, Marc a la fascinación por su hermano y a su integración en el grupo y Sento y Nuria a su incapacidad de ser amigos después de sus idas y venidas. Y todo ello, en el confesionario de toda fiesta que se precie: los baños.
El grupo de amigos celebra la despedida de Sento, que se marcha a hacer el servicio militar. Nuria, que no quiere alejarse de él, recurre a sus padres para que tiren de sus contactos y le den una exención. Lo que ella no sabe es que Sento tiene sus propios motivos ocultos para querer ir a la mili... Marc, por su parte, trata de integrarse en el grupo y nota la fascinación que provoca su hermano Lucas en todos ellos, especialmente en Toni.
1981. Marc tiene 16 años y Lucas ya ha cumplido los 18. Ambos se adaptan a su nueva vida en Sueca, un pueblo valenciano, donde sus padres han decido mudarse y donde nadie conoce el secreto familiar que arrastran. Allí, en plenas fallas, Lucas y Marc conocerán a Toni, Nuria y Sento. Y gracias a ellos, Lucas pisará por primera vez una discoteca, Barraca, un lugar en el que por fin podrá ser él mismo.
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Para entender mejor qué ocurría en Valencia a principios de los 80, Iñaki López conversa con Joan Lerma, que fue presidente de la Generalitat entre 1982 y 1995. Él nos explicará cómo era la costa valenciana en esa época y qué hizo posible la eclosión de la movida valenciana: “Era una Valencia con unas ganas tremendas de disfrutar de la libertad, sobre todo a través de algo que está muy metido en los genes de los valencianos, la música". Esos nuevos sonidos que venían, sobre todo, de Reino Unido y Centroeuropa sonaron en primer lugar en Barraca, una discoteca ubicada en el término municipal de Sueca, a pocos metros de la playa. El encargado de pincharlos era su DJ residente, Carlos Simó, un hombre clave para entender todo lo que ocurrió en la comunidad valenciana durante la década de los 80. Por Barraca pasaron artistas de todos los campos, como diseñadores de la talla de Francis Montesinos o Valentín Herráiz, que nos hablan de la importancia de la moda en la movida valenciana.
A principios de los 90, la fama de la Ruta del Bakalao se había desbordado. Todas las noches llegaban autocares de toda España cargados de jóvenes ávidos de vivir la mítica noche valenciana. Procedían de Cataluña, Galicia, Madrid o Andalucía. Descargaban a decenas de jóvenes con hambre de música ultramoderna, nuevas drogas y fiestas sin hora de cierre. Valencia es ya un parque temático de las discotecas. La movida valenciana, completamente masificada, es un fenómeno incontrolado.