Última jornada de LaLiga 2012/13. El Sevilla FC se dispone a finalizar una temporada convulsa, de malos resultados que lo llevan a la mitad de la clasificación por segundo año consecutivo. El último partido es frente al Valencia CF en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Si vence el Sevilla acabará en 9ª posición. Cuatro goles de Negredo tumban al Valencia (4-3). Pero de repente, un fracaso estrepitoso como aquel curso deriva en alivio cuando el Rayo Vallecano y el Málaga CF son descalificados por la UEFA para participar en sus competiciones, pasando el turno hasta el siguiente en la clasificación: el Sevilla.
El Sevilla FC no carburaba en LALIGA y sería eliminado de la Copa del Rey por un equipo de la tercera categoría. Todo pintaba oscuro. Pero Europa había marcado años atrás los corazones de los sevillistas, que encontraron ahí el clavo ardiendo al que agarrarse para buscar la ilusión. Y la encontraron. Tras pasar las preceptivas rondas previas, comienza en septiembre la fase de grupos con una visita a Estoril.
La depresión sevillista duró poco. Tras el partido de ida ante el Betis y el ‘duelo’ por la derrota, salió a relucir el carácter e idiosincrasia propios de la hinchada del Sevilla. Dicen que nunca se rinde. Los aficionados a través de las redes, los futbolistas en sus comparecencias públicas y el entrenador en el vestuario, fueron formando un ambiente de remontada que llevó a la locura colectiva.
Tras el subidón del Euroderbi, toca medirse al Oporto. El Sevilla se las prometía muy felices pero sufrió en El Estadio do Dragao lo indecible. Salió herido pero muerto (1-0). Tocaba de nuevo remontar, pero esta vez en casa. Nervión viviría una de las noches más flamantes que se recuerdan, con una goleada al Oporto que hizo temblar, literalmente, los muros del Ramón Sánchez-Pizjuán.
Es el momento de la hinchada, que se come a la del Benfica. Es el momento de Unai, que motiva hasta el extremo a sus lanzadores. Es el momento de Beto, que aniquila con su mirada a los tiradores del Benfica. Nada podía evitar el enésimo milagro: Beto detuvo dos penaltis y el decisivo del Sevilla lo marcaría Gameiro, lesionado en la rodilla con un aparatoso vendaje. El Sevilla era tricampeón de la Europa League y Sevilla se lanzaba a las calles. Aquella copa imposible se hizo realidad y llegó a la capital de Andalucía navegando por el Guadalquivir.