José María Morelos, sacerdote de vocación tardía, discípulo de Hidalgo, cura de pueblos insalubres de Tierra Caliente, fue ungido por él para encabezar la Revolución de la Independencia en el agreste sur del país. Pero sus prendas eran más extraordinarias que las de su maestro. Estudioso, disciplinado, racional, magnánimo, responsable, jovial, piadoso, profundo, Morelos vivió sus primeros 45 años cumpliendo con tesón y con gran sentido práctico su vocación de sacerdote, hasta que el llamado de la patria futura lo llevó a empuñar las armas. Temido y admirado, convertido en la figura militar más importante de la insurgencia, su ideario no era, como en el caso de Hidalgo, un grito de lucha entre las clases y las castas, sino un proyecto de construcción y concordia para todos los habitantes del país.