Frank Cuesta y su equipo son testigos de los ritos y costumbres que tienen varias tribus de Tailandia, y que tienen poco que ver con sus orígenes ancestrales.
Conocemos el negocio que rodea a las tribus en Tailandia, donde ya apenas queda rastro de los ancestrales orígenes. Recorremos el país de norte a sur para visitar cuatro tribus. Los Sakais, lejos de lucir taparrabos, portar lanzas y hervir a los visitantes en la olla, visten primeras firmas de moda internacional. Llegamos hasta ellos con unos presuntos guías del pueblo más cercano, que tienen a los escasos habitantes del poblado cercados con una valla y sujetada con un candado.
Las Karen o mujeres jirafa viven en la frontera de Tailandia con Myanmar. Son mujeres que desde muy jóvenes estiran su cuello colocando unas anillas alrededor, lo que es símbolo de belleza y fecundidad según la tradición. Hoy deambulan por sus poblados para que los turistas puedan fotografiarse con ellas a cambio de un puñado de los dólares. Si una Karen decide no llevar las anillas, puede ser rechazada por el resto de habitantes del pueblo por impura.
Tambien viajamos hacia las islas del mar de Andamán, al sur de Tailandia. Allí viven los conocidos como últimos gitanos del mar, una tribu desterrada y marginada en la antigüedad que sobrevivía pescando a pleno pulmón en las jaulas que depositan en el fondo del océano. Según cuenta la leyenda, esta comunidad tiene el don de escuchar al mar. Y prueba de ello es que todos los habitantes de la isla de Ko Adang sobrevivieron al terrible Tsunami que asoló Tailandia en 2004.
Para llegar hasta el poblado de los Kalian, casi en la frontera con Myanmar, hay que conducir una hora por un estrecho camino de arena. Para sorpresa de todos, cuando crees haber llegado al fin del mundo, ese lugar donde la gente se debería comunica por signos, el jefe de la comunidad habla un correcto inglés.