Cientos de historias de pederastia publicadas, decenas de supuestos criminales destapados, muchos encubridores señalados y seguía sin pasar nada. Las víctimas no obtenían justicia. El equipo de investigación del periódico pensó que tenía que hacer algo a lo grande para que cambiaran las cosas de verdad, pero ¿el qué? Tuvieron una idea: reunir en un informe un gran volumen de casos inéditos, investigados en tres años de trabajo, y dárselos directamente al Papa, para que la Iglesia por fin actuara y ya no fuera posible mirar para otro lado. Salió un tomo de 385 páginas con 251 denuncias de pederastia que entregaron al pontífice en mano. Se desencadenó un terremoto en la Iglesia y en la opinión pública, que llevó al Estado a abrir la primera gran investigación sobre el escándalo en nuestro país.