Paz, enamorada de un hombre “aparentemente ideal”, se preocupa por la reacción de él cuando ella le informe que ejerce la prostitución. Cuando a lo largo de una conversación ambos comentan sus respectivas profesiones, la vecina de Aída descubre que su novio es un gigoló. A pesar de trabajar en el mismo sector, Paz siente celos de las clientas de Hugo y pide ayuda a Aída para someter al joven a una prueba de fidelidad.
En este episodio por fin aparece un hombre en la vida de Paz, de hecho congenian tan bien que hasta tienen trabajos parecidos. Además, a Luisma y a Mauricio se les ocurre la brillante idea de intentar engañar a la compañía de seguros. Mientras tanto, Fidel finge tener una relación con Lorena. Paz, enamorada de un hombre “aparentemente ideal”, se preocupa por la reacción de él cuando ella le informe que ejerce la prostitución. Cuando a lo largo de una conversación ambos comentan sus respectivas profesiones, la vecina de Aída descubre que su novio es un gigoló. A pesar de trabajar en el mismo sector, Paz siente celos de las clientas de Hugo y pide ayuda a Aída para someter al joven a una prueba de fidelidad. Mientras tanto, Luisma y Mauricio urden un plan para estafar al seguro. Al ver el dedo que la cocinera del Reinols se ha cortado accidentalmente, el hermano de Aída introduce dicha falange en una tapa de callos. Fingiendo mostrar sorpresa ante el macabro descubrimiento, Luisma anuncia públicamente que va a denunciar a Mauricio. Sin embargo, Eugenia frustra el plan de su hijo cuando degusta el plato de callos con el dedo incluido. Cansado de ser víctima de las pesadas bromas de los matones del instituto, Fidel decide hacerles creer que sale con Lorena, la joven más deseada del barrio. Cuando la hija de Aída descubre el bulo, decide vengarse y someter al hijo del tendero a un acoso sexual en toda regla.