Menorca es plana como la mano agreste de un anciano y bella como el cuerpo frágil de una adolescente. Su interior es el reino de la piedra, desde el marés hasta los grandes monumentos megalíticos como las taulas. Pero también están los caballos de San Joan, y la bahía de Maó o la hermosa viscontinia de Ciudadella. Todo está dispuesto, en esta isla, para emocionarte con los faros perdidos en los agrestes cabos, o ensoñarte con las hermosas playas o las pequeñas bahías.