Alejandro Magno conquistó Egipto, fundó la ciudad de Alejandría y después se piró a la India. Allí dejó a Ptolomeo, uno de sus generales de confianza, un diádoco. Todo parecía ir bien hasta que murió en el 323 a.c. y los diádocos que había ido dejando por todo el mundo conocido comenzaron a luchar entre ellos para hacerse con el poder de todo el Imperio Alejandrino. Los gobiernos de Ptolomeos y algunas Cleopatras se fueron sucediendo durante 300 años, mientras las guerras en Siria con los sucesores de Seleuco, el Imperio Seléucida, no cesaban. Pero aparte de guerras hubo cosas muy chachis como la Biblioteca o el Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo antiguo. La última faraona de Egipto fue Cleopatra VII, que se enrolló con el mismísimo Julio César y después, tras su muerte, con su amigo Marco Antonio. Octaviano decidió comenzar una guerra contra esta parejita que no acabaría bien para nadie. La dinastía ptolemaica marca el ocaso de la época de Egipto como reino independiente y también el fin del helenismo griego, para dar comienzo a un periodo de supremacía de Roma sobre todo el Mediterráneo. Como curiosidad, el próximo videojuego de Ubisoft, Assassin's Creed: Origins, se ambientará en este periodo de la historia, y será protagonizado por un soldado medjay llamado Bayek.