En un edificio comenzó a suceder un hecho que quedó reiteradamente inscrito en la bitácora del lugar. Germán, el nochero, durante su ronda, recibió varias llamadas desde una de las oficinas. Él se dirigió en el ascensor, porque entendía que pedían ayuda. Sin embargo, al llegar allí, no encontró a nadie. Lo que pudo ser una broma de mal gusto se transformó, lentamente, en una pesadilla para él, nada menos que una horrenda invitación al pasado.