El 25 de agosto de 2003 un hombre buscaba comida para sus pájaros en un contenedor de basura, pero lo que encontró fue la cabeza de una mujer. Junto a la cabeza había otras seis bolsas que contenían el resto del cuerpo descuartizado. La primera incógnita por resolver era la identidad de la víctima. Edith Napoleón fue asesinada, descuartizada y arrojada a un basurero. Trabajaba de prostituta para una mafia nigeriana que la controlaba a través del vudú.
El 1 de abril de 2020, José Rabadán, un joven murciano de 16 años, asesinó brutalmente a su padre, a su madre y a su hermana con síndrome de Down. En su habitación se encontraron, además de las armas de artes marciales, libros sobre satanismo. Para algunos fue víctima de un brote epiléptico, para otros es un psicópata de manual que puede volver a matar. Desde aquel día todo el mundo le conoce como el asesino de la catana.
El 10 de septiembre de 1997, en la madrileña calle de Gallur, Carabanchel, aparece el cadáver descuartizado de un hombre en una caja de cartón. En el pecho derecho llevaba marcado el signo del diablo 666, una estrella de 5 puntas y otros signos cabalísticos. Los tres extraños tatuajes eran las únicas pistas con las que contaba la Policía Nacional para resolver el crimen.
El 11 de julio de 2006 aparece el cadáver de un hombre desnudo frente a la catedral de Jaén. La escena del crimen revelaba que no se trataba de una muerte como cualquier otra. Minutos antes, se escucharon en la plaza gritos que invocaban a Satanás. ¿Quién profirió aquellos gritos? ¿Se podía tratar de un crimen ritual?
En 2003, Alfredo Galán Sotillo mantiene en jaque a las unidades de homicidios de la Policía Nacional y la Guardia Civil de Madrid. En apenas dos meses, un misterioso pistolero mata a seis personas y hiere a tres. Se le apoda "el asesino de la baraja" porque acostumbra a dejar un naipe a los pies de sus víctimas. Los asesinaba disparándoles a quemarropa. El 3 de julio se entrego en la comisaría de Puertollano. En 2005 la audiencia provincial de Madrid le condenó a 142 años de prisión.
María Ángeles Molina, conocida como "Angie", asesinó en 2008 a Ana Páez, antigua compañera de trabajo. Angie simuló que la víctima había fallecido por un arriesgado juego sexual con el objetivo de cobrar una serie de seguros de vida que previamente había contratado suplantando la identidad de Ana.
Estefanía Gutiérrez Lázaro muere de forma sospechosa en 1991 tras haber practicado la ouija en el colegio. Su familia se pregunta si la joven puede haber sufrido una posesión demoniaca.