El alcalde tiene un astuto plan: dejar campar a sus secuaces por toda la ciudad disfrazados del criminal renegado Zorro. Vestidos con disfraces muy convincentes creados por el elegante Don Armanio, sus secuaces aterrorizarán a Pueblo Grande con sus disfraces. El Zorro deberá enfrentarse a los impostores, no sin que su reputación salga dañada en el baile benéfico que ofrece el alcalde. Mientras, el caos creado por los múltiples “Zorros” hace que el alcalde gane una pequeña fortuna. El Zorro deberá probar que sólo puede haber un Zorro, y que siempre lucha por los intereses de Pueblo Grande.