Alondra recibe el alta y se despide de Tailandia. Tiene que abandonar la comodidad de su estancia en Phuket y hacer frente a su precaria situación económica. Regresa a España y visita a sus amistades para enseñarles su nueva vagina. Mientras tanto, busca trabajo como actriz, modelo, camarera o lo que sea, todo con tal de no tener que prostituirse, pero los gastos que tiene y las repetidas negativas que recibe, la harán volver a la calle. Ahora, sin embargo, se lamenta de que como mujer gana menos dinero porque antes, con pene, era "rara" y eso se paga más. Sus aspiraciones y continua lucha se ven de nuevo truncadas.
Alondra sigue filmando sus relaciones con los clientes a cámara descubierta. Eso sí, mantiene su vagina virgen para quien ella considere que puede ser "el hombre de su vida".
Finalmente se decide y viaja a Nueva York a presentarse a su madre, a la que no ve desde hace casi 10 años, cuando era un adolescente que huyó de Venezuela tras enamorarse de un ingeniero francés.