Martha Bogado estaba casada con Pablo, aunque él estaba más concentrado en su carrera que en su pareja, y ella seguía teniendo el presentimiento del abandono. Cuando Martha quedó embarazada, un terror indefinido empezo a torturarla. No dejaba que nadie se acercara al bebé, ni siquiera su marido. Se pasaba todo el día cuidandoló, vigilandoló. Lo mismo sucedió con su segundo hijo. Se sentía histérica e incapáz de cuidar sola a sus dos bebés, pero al mismo tiempo no quería que nadie la ayudara. Se mudó al cuarto de los chicos para controlar todo el tiempo si respiraban; ese tema la obcesionaba. Tiempo después los presentimientos de Martha se cumplieron: Pablo la abandonó. A raíz comenzó a sentir que sus hijos estaban condenados a sufrir como ella. Y tenía que salvarlos. Una almohada acabaría con sus preocupaciones. Nunca más se tendría que preocupar de si sus hijos respiraban.