Recorren nuestras ciudades a toda velocidad para traernos el último pedido. Se juegan el físico y la salud en uno de los trabajos más precarizados que hay. Son repartidores de comida y un día con ellos revela una fotografía de nuestra sociedad. Pasamos un día con repartidores de Glovo. Uno de ellos se llama Santi, vive y trabaja en Bilbao y es asalariado. También escuchamos un día a día cualquiera de reparto de Carlos, que trabaja en Madrid y que tiene un contrato en fraude de ley: es uno de los llamados ‘falsos autónomos’ que Glovo no ha regularizado.