Hay más de 170 municipios en toda España donde sus habitantes no pueden hacer un gesto tan cotidiano como beber agua del grifo de sus casas. Los residuos químicos de las grandes explotaciones ganaderas y agrícolas se filtran al subsuelo y acaban contaminando las masas de agua subterráneas que son en muchos sitios la única fuente de abastecimiento. Es el impacto de un sector cada vez más productivo al que Europa ha suavizado las exigencias medioambientales tras las protestas de los últimos meses. Y mientras esto ocurre, el Tribunal de Justicia acaba de sancionar a España por no hacer nada para frenar esta contaminación. Hablamos de todo esto con Raúl Rejón, periodista especializado en Medioambiente de elDiario.es, y escuchamos el testimonio de Daniel y Teresa, dos personas afectadas por esta situación.