Salama vive en el Aaiún, uno de los campamentos de refugiados saharauis al sur de Tinduf, en Argelia. Su nueva pasión es un huerto. Un huerto en el desierto donde cosecha para él y su familia. La otra cosecha, la política, lleva años siendo muy mala para el pueblo saharaui. La puntilla es que España, antigua administradora colonial de sus tierras, les está abandonando: el gobierno español ha dado un giro histórico pasándose al bando marroquí en el conflicto. La solución sigue lejos. Mientras, 200.000 personas esperan en un campamento de refugiados, construyendo casas que no tengan muchos cimientos, y cultivando nuevas ideas. Como hace Salama en su huerto.