Hacienda vuelve a estar interesada en controlar las finanzas de la taberna y envían a un nuevo inspector para revisar la contabilidad. Diego y Santi, conscientes de que los libros de cuentas dejan bastante que desear, intentan idear estrategias para meterse al inspector en el bote. Tras fracasar con el jamón y otros ibéricos, Santi quiere usar a Eva para conquistar al inspector.