Juan Cousteau está casado, tiene cinco hijos y hace quince años que trabaja como director de una reconocida orquesta. Pero su mundo entra en crisis cuando su esposa Ingrid, “La Polaca”, le pide un tiempo. Para peor, pierde el trabajo. Félix, un viejo amigo de la infancia y, además, presidente de una discográfica, acude en su rescate: le ofrece un puesto en su empresa y le presta un departamento donde vivir. Así, Juan conoce a Aurora, su nueva vecina. Ella es peluquera y tiene un centro de estética en la misma cuadra del edificio donde ambos conviven. Al poco tiempo de compartir “pasillos y ascensores”, Juan descubre que esta atractiva joven es la amante de Félix.