En Palacio se prepara una importante reunión: la Marquesa y el Cardenal van a recibir la visita del Inquisidor General. Sin embargo, la recepción se complica cuando alguien trata de envenenar al alto cargo del Santo Oficio. El Comisario se pone al servicio de Lucrecia para descubrir al culpable. Mientras, Águila y Satur descubren que las tumbas están siendo profanadas. Lo que parece una venta de los objetos robados a los cadáveres podría esconder un negocio mucho más oscuro. El mismo Satur caerá en manos de estos peligrosos ladrones de cuerpos. Águila se interna en un monasterio buscando las claves de su verdadero origen. Al llegar a la biblioteca, un monje le informa de que el orfebre que diseñó el medallón de su madre se encuentra recluido en un peligroso manicomio.