Hoffman y Wollenski quieren coger unas vacaciones pero el capitán, como siempre, les deniega el permiso. Hartos de la situación deciden ir a la huelga, y para que les tomen en serio reclutan a un profesional de la subversión, el radical alienígena Roswell. Ajeno a la lucha sindical, el capitán realiza grandes esfuerzos diplomáticos para poder convencer a los Erganos de que merecen instalarse en un planeta habitable situado bajo su jurisdicción.