Juana Manso y Ada María Elflein, como otras mujeres en su época, entendieron el viaje como forma de vivir la autonomía que la reglamentación pública impedía en las ciudades.
Herminia Brumana y María Abella, dos mujeres que canalizaron su lucha en la publicación de periódicos que aún hoy circulan como una contraseña feminista.
Mariquita Sánchez y Raquel Camaña y un legado que interpela al cuerpo de las mujeres: el deseo femenino y la necesidad de la educación sexual, dos reivindicaciones pioneras.
Gabriela Laperrière y Fenia Chertkoff asumieron un compromiso activo para reglamentar el trabajo de las mujeres. Visitando fábricas y talleres, redactando convenios y organizando huelgas, lograron poner, en la escena pública, la desigualdad de género en el ámbito laboral.