Jon Sistiaga se desplaza a Senegal y a Sudáfrica para comprobar cómo estos dos países se han enfrentado a la pandemia. Senegal ha sido felicitada por la OMS por su disciplina, sus medidas preventivas y su cierre de fronteras, y está considerado como uno de los países que mejor estrategia de comunicación ha utilizado con los jóvenes, amparados en la experiencia de enfermedades como la fiebre amarilla, el ébola, el marburg o la fiebre de Lassa. Sudáfrica, el país más occidental del continente y con mejor sanidad que la mayoría, nos muestra la alegría con la que viven el proceso de vacunación, casi opuesto a la sensación de competitividad que se respira en nuestros países, pero también cómo el COVID-19 ha disparado la delincuencia y ha golpeado a los ciudadanos más humildes.
Jon Sistiaga completa su viaje por la África del COVID-19 en Uganda y Tanzania. El primero de estos países tiene una población muy joven, con lo que la incidencia del coronavirus es baja. Su autoritario gobierno favorece el cumplimiento de las medidas, pero contrasta con la ausencia de mascarillas, el caos de las ciudades y el desamparo escolar. Tanzania, por su parte, es uno de los pocos países que tiene un gobierno negacionista, algo que no comparte la comunidad científica ni una parte de su población, que asisten atónitos a entierros nocturnos para ocultar el impacto de sus consecuencias. Misioneros, periodistas, políticos, enfermeros, médicos tradicionales, niños, jóvenes y voluntarios ayudan a Jon Sistiaga a mostrar que la pandemia tiene una cara muy diferente a la que conocemos en Europa.