Desde los años 90, la mayor parte de países de la Unión Europea conformaron el espacio Schengen, un área donde no hay controles fronterizos y se permite la libre circulación de personas. Sin embargo, hay algunas excepciones a las que se han acogido hasta ocho estados para volver a instalar controles. Uno de ellos es Alemania, que esta semana los activó en sus 3.900 kilómetros de frontera argumentando una mayor carga migratoria y el peligro del terrorismo islamista.