Alemania se convirtió el pasado 1 de abril en el tercer país de la Unión Europea en regular el cannabis, tanto para uso medicinal como recreativo, después de Malta y Luxemburgo. Ese día hubo una “gran fumada” en Berlín para festejar la nueva ley que reunió a miles de personas en la puerta de Brandeburgo. Durante su tramitación, esta medida no estuvo exenta de polémica: dividió a los socialdemócratas y se aprobó con la oposición de la derecha, de muchas asociaciones médicas y de los principales sindicatos de policía. Las encuestas dicen que la sociedad alemana está dividida en dos mitades entre quienes la apoyan y quienes la rechazan.