Reino Unido ya está deteniendo a solicitantes de asilo y este verano pretende empezar a deportarlos a Ruanda, a miles de kilómetros. El primer ministro, Rishi Sunak, que acaba de cosechar unos resultados pésimos en las elecciones municipales, ha ligado su futuro político a ese plan para frenar la inmigración ilegal. La oposición insiste en que es pura propaganda: inhumano, caro e ilegal. En Ruanda solo hay instalaciones preparadas para una pequeña parte de los deportados. Allí el acuerdo con Londres también suscita críticas, a pesar de la censura.