Hace 50 años, un grupo de nueve deportistas españoles pidió mejores condiciones de trabajo a la federación de atletismo. No dinero, sino mejor comida, agua mineral, lavandería, y una mínima dieta económica. Su petición se cruzó con una lucha de poder que se libraba aquellos años entre gerifaltes del franquismo. De ese modo, aquella reivindicación básica, se convirtió en una sanción que fue acompañada del escarnio público y acabó con una generación entera de deportistas entre los que había recordman y campeones de España.