El pasado martes dimitió el Primer Ministro portugués, el socialista Antonio Costa. Lo hizo como se hacen las cosas en Portugal: sin ruido ni aspavientos y afirmando que el hecho de ser investigado por la justicia es “incompatible con la dignidad de su cargo”. Costa renunció al cargo después de verse envuelto en una investigación por delitos de prevaricación, corrupción y tráfico de influencias relacionados con diferentes proyectos vinculados a la transición energética en negocios de litio e hidrógeno. Durante años el líder socialista portugués fue uno de los referentes donde la izquierda europea se miraba. Junto al maltés Robert Abela, era el único socialista que gobernaba con mayoría absoluta en una Europa marcada por la fragmentación parlamentaria. Hoy jueves, el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, hablará al país en un discurso en el que anunciará si se convocan elecciones anticipadas en el país vecino o si se forma un nuevo gobierno con el mismo parlame