Santa María de Garoña, en el norte de Burgos, ha pasado a la historia por su central nuclear, que ha funcionado allí durante 40 años. Llevaba inactiva desde 2012 y el verano pasado el Gobierno autorizó desmantelarla. En todo este tiempo se ha cuestionado casi todo de la planta: su seguridad, su rendimiento, su viabilidad económica... Lo que nadie pone en duda es que Garoña marcó el día a día de la comarca. También que se desmantelará y que su enclave, el meandro del río Ebro, que en otra época fue símbolo de modernidad, se convertirá en un almacén provisional de residuos nucleares.