Pedro le es imposible no sospechar. Tras fracasar en la búsqueda de un piso y perder el dinero que le ha robado al Tito, decide aceptar la invitación a la fiesta de Paloma. Es una artista adinerada y a Pedro solo se le ocurre solucionar su situación aprovechándose de lo que pueda sacar en una fiesta de pijos. Pero la vida le parece muchísimo más complicada ahora. Nunca imaginó que pasaría miedo fuera del barrio más peligroso de la ciudad.