Dos amantes de la gastronomía (foodies) tratan de romper el hielo en su primera cita, pero sortear los nervios y las meteduras de pata es más difícil que hablar de platos únicos. Para su sorpresa, lo que iba a ser “solo un café”, promete algo más.
El segundo encuentro tampoco resulta como se la habían imaginado. ¿Qué pasa cuando te emborrachas esperando a una cita impuntual? Que las máscaras caen. Tras sortear algunos obstáculos, nuestros foodies se encuentran entre pastrami y cócteles. O casi.
El sabor más inesperado puede despertar fantasmas del pasado. Inseguridades, miedos. Un tira y afloja que cada vez aleja a los dos protagonistas más de esa soledad que tanto temen. Y el beso no termina de llegar. Queda poco y los dos desean degustarlo.
Él viaja a Italia por negocios. Ella intenta sobrevivir a una gripe en su sofá. Una llamada telefónica se convertirá en una cita inesperada y en un recorrido por la Roma más sensorial. De camino también conoceremos el mejor helado del mundo.
La quinta cita de la pareja es un auténtico viaje del paladar a través de la cocina moderna de un exquisito restaurante. Los sabores y emociones que despiertan su menú dejarán a flor de piel las verdaderas pulsiones de los protagonistas.
Después de una noche perfecta juntos, en nuestros foodies afloran de nuevo las dudas sobre lo que de verdad quiere cada uno. Pero, ¿qué pueden hacer en una cocina dos adultos que se atraen un domingo por la mañana?
En su primer viaje como pareja, a Francia, las cosas no ocurren como él tenía previsto. Su verdadero carácter sale a la luz y la relación se enfrenta a su primera prueba. La vida es demasiado corta como para lamentarse por un menú degustación.
Una cita sorpresa remueve de nuevo el pasado. Tras una agria despedida, con la promesa de verse al día siguiente, ella desaparece y él se hunde en la desesperación. Ella viaja a Japón para reconciliarse con sus fantasmas y cerrar una puerta entreabierta.