Todos los escritos de todas las religiones antiguas hacen mención a una suerte de divinidades, dioses, ángeles o demonios provenientes de los cielos. Estuvieron presentes el día de la creación y nos acompañaron durante largos periodos de nuestra evolución. Pero si esto fue así, ¿dejaron algún rastro? Distintos puntos de vista dentro de la arqueología y la paleontología, podrían mostrarnos los restos de aquellos gigantes a los que la biblia llamó “elohim”. Pero no son esas las únicas evidencias. En Évora (Portugal) se han recogido muestras del denominado “Cabello de Ángel”; una sustancia pegajosa que suele encontrarse tras la aparición de objetos voladores sin identificar. Los análisis apuntan a una composición de magnesio, calcio, oxígeno, y un microorganismo vivo, no originario de nuestro planeta.