A fines de 1987, los crímenes del clan Puccio son tapa de todos los diarios argentinos. Una familia del elegante barrio de San Isidro, que secuestraba y mataba a sus vecinos, por los que cobraba suculentos rescates. Ya caída la banda, uno de sus miembros confiesa el paradero del empresario Eduardo Aulet, una de las víctimas. El Equipo de antropólogos decide actuar de oficio en la identificación de los restos.