Onofre Romera, un joven periodista nacido y criado en Paradas, (Sevilla) regresa a su pueblo en 1977 enviado por la revista en la que trabaja, con el objetivo de hacer un reportaje sobre un terrible crimen múltiple ocurrido allí dos años atrás en el que cinco personas, todas ellas trabajadores del campo de origen humilde, fueron asesinadas en la finca Los Galindos. Su interés no es solo profesional, ya que sus tíos Rosita, una de las víctimas, y Picazo, su marido, eran los capataces del cortijo. Las primeras pesquisas le conducirán a un grupo de legionarios que paró allí poco tiempo antes de los crímenes.
La pista de los legionarios como posibles autores de la matanza de Los Galindos lleva a Onofre a Ceuta y allí conoce a Benito, un exlegionario que ahora regenta un negocio en la ciudad. Onofre permanece con él varios días investigando a sus espaldas, lo que al final le obliga a salir huyendo de allí. Paralelamente, en 1975, el marqués irá sintiendo que crece la presión a su alrededor, tanto por parte de su suegro, don Alejandro, que comienza a desconfiar de él, como de su madre y hermano, siempre pidiendo dinero para mantener su ruinoso estilo de vida. Además, un duro golpe sacude la vida de su mujer, doña Concha, con consecuencias imprevisibles.
A su regreso de Ceuta, Onofre tiene la ocasión de sentir más profundamente las heridas que los crímenes han dejado en el pueblo, en su familia y también en la relación con Chelo, con quien cada vez es más difícil hablar. El joven encuentra a un inesperado compañero de investigación en el cabo Jiménez, un guardia civil retirado y desprestigiado por la desastrosa investigación de los crímenes del cortijo dos años atrás. De su mano, Onofre seguirá nuevas pistas, siempre en medio del recelo general. Paralelamente, En 1975, El Marqués sigue jugando a todas las bandas, sorteando las sospechas de su familia política e ignorando la prudencia de sus socios. Un inesperado empeoramiento de la salud de su suegro, don Alejandro, complicará aún más las cosas para él.
La pista de don Alberto Carabias, el discreto y desaparecido administrador del Marqués en Sevilla, lleva a Onofre hasta Barcelona, donde encuentra un panorama desconcertante e inesperado: don Alberto ha emprendido una nueva vida como contable en un cabaret del Paralelo. Onofre regresa a Paradas cada vez más confundido, ya que todas las pistas que sigue van a dar a callejones sin salida. Paralelamente, en 1975, Picazo, el capataz del cortijo, indaga en las cuentas de las fincas por orden de su jefe, don Alejandro, y obtiene información que el Marqués no puede permitir que llegue a manos de su suegro. Don Alberto y el Marqués harán todo lo posible por mantener aislado a Don Alejandro durante su convalecencia.
De regreso de Barcelona, tras una extraña conversación con el párroco de Mairena y por consejo del cabo Jiménez, Onofre dirige su investigación hacia una persona que también desapareció tras los crímenes: don Joaquín, el director de la Caja de Ahorros de Paradas. Siguiendo esa nueva pista, descubre las inversiones irregulares del marqués en negocios inmobiliarios en la costa. Onofre aprovecha su estancia en Paradas para retomar la relación con su padre, que le lleva al lugar donde reposan los restos de su abuelo asesinado durante la Guerra Civil. De regreso se detiene en Sevilla, se reencuentra con Chelo y tiene ocasión de hablar con doña Olga, la suegra del Marqués, que le facilita nuevos datos que van completado el puzzle.
En 1975, el Marqués y don Alberto acuden al encuentro de Picazo con Curro, un trabajador de la finca de aspecto temible, con la esperanza de que ejerza un efecto atemorizador que disuada al capataz de la idea de entregar la documentación a don Alejandro. Tras ofrecerle incluso dinero para sobornarle, encuentran que Picazo no solo no renuncia sino que se muestra arrogante y combativo con el marqués, lo que da lugar a una terrible espiral de muerte y violencia. Paralelamente, en la historia que acontece en 1977, Chelo revela a doña Concha que su marido, el marqués, abusó de ella. Lejos de tomar medidas, doña Concha, que está además preocupada porque Onofre ha estado hablando con su madre, envía al marqués al encuentro de Onofre para alejarle de su familia definitivamente.