Un velo de vapor envuelve el planeta. Esa fina capa queda retenida por las cordilleras, barreras infranqueables donde el agua se enfría y se condensa hasta precipitarse en forma de lluvia o nieve sobre las cumbres. Un bello escenario donde alimentarse de las más diversas maneras. En el atardecer primaveral, las laderas de las montañas se pintan de plata: son los arroyos que, brevemente, fluyen con un caudal escaso. El agua se va caldeando y se llena de algas, un hogar ideal para muchos animales.