Pocas personas han sufrido más clasismo en España que Alberto Rodríguez. Y pocos políticos pueden exhibir una carrera labrada en no dar un paso atrás. Alberto dejó de llamarse así para convertirse en un cliché, el del político de las rastas, que derribó hace tiempo a base de ternura. Vamos a descubrir qué hay detrás de ese metro noventaitrés de carisma guanche.