Con 25 años ya pueden haberse vivido dos vidas. Una en Alhaurín El Grande, la de una niña llamada Candela que pisaba tanto el patio como la biblioteca y soñaba con ser escritora; y otra en Madrid, la de una adolescente que sueña con trabajar en el audiovisual y acaba teniendo un debut triunfal como actriz en la primera peli de Mario Casas como director. Vamos a hablar de esas dos vidas, pero empecemos por la primera: vamos a su pueblo malagueño a pedirle a Candela González que baje.