Esta es la historia de un filicidio y de un delirio. En 1933 Aurora Rodríguez asesinó a su hija Hildegart, de 18 años. Pero para ella más que su hija era su "obra" a la que modeló y programó para que cumpliera una misión. La mañana del 9 de junio cuatro disparos acabaron con la vida de Hildegart: dos en su brillante cerebro, uno en el pecho y el cuarto en el corazón, al considerarlo culpable del fracaso de su "proyecto". Aurora acabó con la vida de esta joven a la que jamás trató como una hija, sino como su pigmalión.