Dada la época en la que fueron construidos, los castillos ha sido lugares oscuros y tenebrosos, entornos dados a ejecuciones sumarísimas. Las fortalezas de Kidwelly, en Reino Unido, y Reichenstein, en Alemania, son dos buenos ejemplos de ello. De Kidwelly, en Gales, se dice que está embrujado por un fantasma que recorre los alrededores buscando su cabeza y que pertenece a una joven pelirroja que se levantó en armas contra los ingleses. Habiendo sido derrotada, fue decapitada al pie de sus murallas. Lo mismo le sucedió a un caballero teutón, que por haber practicado el pillaje fue condenado a perder la cabeza. Antes, pidió que salvaran a sus 9 hijos. Le concedieron el favor, siempre que su cuerpo sin cabeza pudiera transportarles a lugar seguro. Esa es la leyenda del Castillo de Riechenstein, a orillas del Rhin, en Alemania.